Sábado 20:Odasaku

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Chūya entró en aquel bar llamado Lupin. Dazai le había escrito un mensaje de texto diciendo que neecsitaba que fuera a recogerlo allí, ya que estaba borracho y no podía regresar a su casa por miedo a perderse.

Sabía perfectamente que no existía tal miedo, sino que era simplemente una excusa del castaño para molestarlo. Sin embargo, el chico pelirrojo estaba preocupado por su compañero, por lo que fue a buscarlo.

Entró al bar y vio a Dazai recostado sobre el hombro de un hombre de unos veintidós años de ojos azules y cabellos entre rojo y marrón. Chūya frunció el ceño al reconocerlo:Sakunosuke Oda, el mafioso que no mataba, y el mejor amigo de Dazai y que siempre mencionaba.

Gracias por venir—dijo Oda mirando a Chūya.

Éste no dijo nada. Miró el rostro sonriente de Dazai, quien parecía abrazarse al cuerpo de Odasaku. Se acercó al castaño y lo apartó del cuerpo del adulto. Lo sentó en una silla y tras comprobar que no se caía, le pegó una cachetada con tal fuerza que despertó a Dazai y asustó a Oda.

Chūya, ¿por qué me despiertas?—se quejó el castaño mientras hablaba de forma torpe y se tambaleaba en su asiento.

Que te vaya a llevar en mi moto no significa que vaya a cargar contigo a mis espalda las escaleras de subida—protestó el pelirrojo mientras levantaba a Dazai y pasaba uno de sus brazos por su cuello.

Lo llevó al exterior y lo dejó sentado al lado de la moto.

¿Has pagado tu bebida?—preguntó.

Me he dejado la cartera en casa—dijo Dazai mientras sus ojos bizqueaban debido a la embriaguez.

Chūya masculló una maldición mientras entraba de nuevo al Lupin a pagar la cuenta de su compañero. Oda seguía dentro, terminando su bebida. El adulto sacó su billetera para pagar su cuenta y la de Dazai, pero Chūya se lo impidió.

Esta no debe ser la primera cuenta de Dazai que pagas, así que deja que lo haga yo esta vez—dijo el pelirrojo antes de dejar unos billetes sobre la barra.

Odasaku miró a Chūya con curiosidad y éste se sintió intimidado.

¿Por qué me miras tanto?—preguntó.

¿Nakahara Chūya, verdad?—preguntó el adulto, a lo que el pelirrojo asintió—. Dazai siempre habla de ti cuando quedamos—comentó Oda con una sonrisa—. Algunas veces se queja, pero la mayoría de veces habla de ti con un brillo en su mirada.

Chūya se sonrojó levemente y apartó la mirada del adulto. Apretó los puños y miró al suelo, enfadado por la escena de Dazai abrazado a Oda unos minutos atrás.

No te preocupes, no tienes por qué estar celoso—dijo el adulto, sobresaltando al pelirrojo.

¿Cómo lo...?—cuestionó Chūya.

Vamos. Cuando dejas a Dazai en un lugar en el que él y yo hemos quedado, me miras con cara de pocos amigos—comentó Oda mientras reía levemente.

Chūya volvió a sonrojarse. Se sorprendió al sentir una mano en su cabeza, por lo que alzó la mirada y miró a Odasaku quien estaba a su lado.

Te prometo que no pienso oponerme en tu camino—dijo con tranquilidad el adulto mientras sonreía—. Y gracias de nuevo por venir a por Dazai.

Chūya asintió, sin saber muy bien que decir. Se liberó del contacto con Oda y subió las escaleras. Montó a Daza en la moto detrás suya y después se subió él, arrancando el motor y conduciendo hacia su casa, con las palabras de Oda aún en su mente.

Soukoku Month 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora