Soukoku Month 2023

Lunes 22:Kyōka y Atsushi

El joven pelirrojo del sombrero se encontraba subido a la rama de un árbol de cerezo, observando a dos jóvenes sentados en un banco. Suspiró mientras apoyaba su barbilla en la mano apoyada en su rodilla.

Un ruido lo alertó, haciendo que sacara su cuchillo de la funda en la que estaba guardado. Miró a sus lados, observando de dónde había venido el ruido. Hizo una queja de exasperación y guardó el cuchillo en la funda.

—Maldita caballa...—murmuró mientras apartaba la vista del castaño y la fijaba de nuevo en aquellos jóvenes, los cuales degustaban ahora unos crepes.

—Oh, Chūya—el tono cantarín de Dazai hizo que el mencionado se girase a observarlo con el ceño fruncido.

—Déjame en paz—Chūya cerró los ojos y suspiró.

—¿Qué haces allí arriba?—Dazai miró hacia donde estaba Chūya mientras retiraba la soga rota de su cuello.

—No es de tu incumbencia—contestó el pelirrojo.

Dazai miró a los jóvenes sonrientes del banco y después fue él el que sonrió.

—¿Vigilando al hombre tigre?—se apartó cuando Chūya saltó de la rama del árbol y cayó delante de él con la cabeza gacha.

—En realidad, vigilaba a Kyōka—habló Chūya al ver que Dazai no le dejaba en paz—. Kōyō a veces me manda a comprobar que esté bien—giró su cabeza hacia la chica pelimorada, quien ahora hablaba animadamente con el chico de ojos bicolores.

Dazai miró a Chūya y soltó una risita.

—Y como buen perro, tú obedeces—el castaño hizo una mueca burlona.

—¡No es sólo porque me lo haya pedido!—el pelirrojo agarró del cuello de la camisa a Dazai—. ¡Me preocupo por ella! ¿Sabes?

Ambos quedaron en un silencio. Claramente, Dazai tuvo el honor de romperlo:

—Vaya, Chūya tiene sentimientos—apoyó su mejilla en su mano derecha.

Nakahara se dio cuenta que se había ido de la lengua y soltó a Dazai mientras caminaba en la dirección a la que iban Kyōka y Atsushi. Osamu también fue por el camino, siguiendo a Chūya.

—Yo tenía pensado aprovechar el bonito día que hacia para ahorcarme, una buena manera de suicidio—dijo Dazai mientras caminaba al lado de Nakahara—, pero ahora creo que prefiero molestar a Chūya mientras vigilo a Atsushi-kun.

Chūya lo miró y alzó una ceja. Chasqueó la lengua y se movió unos pasos a la izquierda para ocultarse en las sombras.

—¿Desde cuando te importan tus subordinados?—el pelirrojo se cruzó de brazos.

—Al contrario que Chūya, yo cuido a mis compañeros de trabajo—el pelirrojo puso los ojos en blanco ante las palabras de su ex compañero.

—Seguro—dijo Chūya con sarcasmo.

—No te lo creas si no quieres—Dazai se cruzó de brazos, haciéndose el ofendido.

Chūya detuvo su caminar, y Dazai con él.

—¿No te vas a ir, verdad?—miró al castaño con sus orbes azules.

—Pensaba ir a ver si alguna hermosa mujer quería cometer un suicidio doble conmigo, pero como veo que mi presencia molesta a Chūya, me quedaré—Dazai sonrió.

Chūya suspiró, derrotado y habló:

—Mira, puedes quedarte conmigo, pero como hagas un sólo movimiento o ruido que delate a Kyōka o al hombre tigre que estamos aquí, te partiré las costillas—Nakahara retomó su camino, dejando atrás a Dazai.

Éste sonrió y alcanzó a Chūya mientras comenzaba a hablar de maneras de suicidarse sin sufrir dolor alguno.

✖️🔴✖️

Atsushi y Kyōka llegaron a un salón recreativo, entraron al local y desaparecieron de la vista de los dos adultos que los seguían.

—Ah, qué recuerdos, ¿no piensas lo mismo, Chūya?—habló Dazai mientras señalaba el salón recreativo con su mano derecha.

Chūya frunció el ceño. Aquel salón recreativo era en el que Dazai lo había vencido en aquel estúpido juego, obligándole a ser "su perro".

—Acabemos de una vez—dijo el pelirrojo mientras entraba al local.

Dazai lo siguió y pronto, el ruido de gente gritando de euforia llegó a sus oídos. Miró a todos lados, tratando de encontrar a Atsushi y Kyōka.

—No los veo por ningún lado—comentó Chūya mientras avanzaba y miraba a derecha e izquierda.

—Quizá porque eres más bajo que una hormiga, Chūya—respondió Dazai mientras sacaba su cartera.

—¡¿Puedes hacer el favor de no...?!—detuvo su protesta al ver cómo Dazai señalaba la zona en la que siete años atrás compitieron.

—Atsushi-kun y Kyōka-chan no pueden ir muy lejos, por lo que mientras esperamos, te propongo una última oportunidad—el castaño sonrió—. No te librarás de ser mi perro, pero puedes conseguir otra cosa.

—¿Cómo qué?

Dazai se llevó una mano al mentón antes de chasquear los dedos y decir:

—Puedo invitarte a lo que quieras durante el día de hoy si ganas. Pide por esa boquita tuya y yo lo cumpliré—Dazai miró a su ex compañero.

Chūya sonrió con altanería y levantó su mano para estrecharla contra la de Dazai

—Acepto. Prepárate para perder, caballa

Dazai rió mientras se aproximaba a la máquina del juego y decía:

—Eso habrá que verlo, Chibiko.