Capitulo 5

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Lo malo de desayunar con Hiashi Hyuga es que si te descuidas un segundo, puedes terminar siendo su blanco.

Estuve a punto de estrellarse contra la pared, rebote en uno de los muebles, y di una vuelta de 360 grados al salir disparada hacia el techo. Sin darme cuenta, el tejado del edificio quedó debajo de mi.

Aún suspendida en el aire, escuche las súplicas de mi hermana, pero no tenía tiempo para preocuparme por eso. Más de veinte shuriken venian en mi dirección. Se avecinaba un choque frontal en diez, nueve, ocho...

Conseguí completar unos sellos para evitar el impacto de las shuriken contra mi cuerpo. Las shuriken volaron en todas direcciones. Al mismo tiempo, me vi envuelta en una fina capa de chakra.

Mientras caía hacia el jardín, una terrible imagen cruzó por mi mente: mi cuerpo estrellándose contra el suelo rígido, y a mi cuidador Kō tratando de auxiliarme mientras le hacía frente a Hiashi. "¿Qué cree que hace? ¡Hinata-sama realmente se esforzó! ¡Obtuvo 98 puntos en su prueba de admisión!"

Milagrosamente, una ráfaga de viento me empujó hacia un lado, justo a tiempo para evitar caer en el suelo rocoso, y fui a parar sobre un grupo de arbustos. No fue un aterrizaje suave, pero era mejor que caer sobre un montón de piedras.

Gimí. Quería quedarme allí tumbada y desmayarme, pero tenía que seguir adelante.

Me levanté con dificultad. Tenía las manos llenas de arañazos, pero ningún hueso parecía roto. Todavía llevaba la mochila. Gracias al intento de asesinato por parte de mi padre, había terminado con la ropa rasgada, pero sabía que Kō aparecería pronto con un cambio de ropa nuevo.

Miré a mi alrededor. Los miembros del clan secundario corrían de un lado a otro, recogiendo todo el desastre. Una niña avanzó con cuidado hacia mí, intentando curar mis heridas. De pronto, las puertas de la mansión principal se abrieron y una kunai salió disparada. Calculé que tenía menos de cinco segundos antes de que impactara contra la niña.

—Hi-Hime-sama —murmuró una voz horrorizada.

Caí de rodillas. Al ver a la niña en peligro, la cubrí con mi cuerpo sin pensar en las consecuencias.

—Nunca permitas que un kunai perfore tu piel, es demasiado doloroso —confesé—. Aún así, me alegra que estés bien.

Mi intento de sonrisa se transformó en una mueca de dolor.

Miré nerviosamente hacia mi padre, con un solo pensamiento: Genial. Esto es estupendo, a este ritmo creeré que los dioses realmente me odian.

Enseguida un Anbu apareció detrás de Hiashi.

—Hyuga-sama —llamó el Anbu, mirando fijamente a Hinata—. He sido enviado por el Hokage para escoltarlo personalmente hacia la torre.

Estaba segura de que el Anbu sentía lástima por mi estado actual.

— Asuntos sin relevancia —dijo—. Infórmele que mientras no ocupe el puesto de líder, Hyuga Hinata solo será tratada como una ninja más de Konoha.

—¿Se supone que debo sentirme ofendida, padre? —esperaba que mi valentía durara lo suficiente—. Yo puedo llegar a tomar tu puesto por mis propios méritos.

—Puedes haber vencido a tu hermana —Hiashi miró a la niña del clan secundario, para después volver su mirada hacia el kunai clavado en mi pierna—, sin embargo, sigues siendo débil. Una vergüenza para el clan.

Miré al Anbu desaparecer.

— Quizá sea una vergüenza, ¡pero aún así seré mejor líder que tú! —aseguré, posando mi mirada en Hiashi—. Porque usted como líder es un asco, y como padre obtiene el título de escoria... Ahora, si me disculpa, debo asistir a la academia.

Estaba segura de que a Hiashi no le agradaba el choque de sentimientos que surgían en él.

Estaba segura de que a Hiashi no le agradaba el choque de sentimientos que surgían en él

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Hinata tocó la puerta dos veces, pero no hubo respuesta. El profesor aún no llegaba. Aliviada, soltó el aliento que estaba conteniendo y tomó asiento.

Estaba revisando sus apuntes de matemáticas cuando una estruendosa voz llamó su atención:

— ¡Aquellos que ya han pasado la transformación la tendrán que volver a hacer! —Ella levantó la mirada. Se preguntaba en qué momento había ingresado el profesor al aula y por qué Uzumaki Naruto estaba atado con una cuerda.

Hinata aún buscaba el nombre adecuado para sus sentimientos hacia el chico. Su valentía fue lo primero que llamó su atención. Pero observándolo bien, Uzumaki-san no era feo. Sus ojos eran de un azul brillante que contrastaba con el tono aperlado de su piel. Las marcas en sus mejillas parecían fuera de lugar, pero no de una mala manera. Del tipo exótico. Su pelo alborotado y rubio claro era ligeramente largo.

—...Hyuga Hinata —llamó Iruka, sacándola de sus pensamientos.

—Sí —Su voz se atascó en su garganta y ella tosió, sintiéndose estúpida—. Con su permiso, procedo a transformarme.

A diferencia de sus compañeros, Hinata era una experta en jutsus básicos y medio avanzados. Sin embargo, a pesar de estar avanzada en muchos temas para su padre y los miembros del consejo, Hinata era la heredera más débil que haya existido.

—Bien hecho, puede tomar asiento.

Inconscientemente, Hinata tomó lugar al lado de Shino.

—El cuaderno estaba en el suelo —Hinata le regaló una pequeña sonrisa a su amigo mientras toma el cuadernillo.

—Gracias —dijo—. Disculpa, ¿crees que podrías obsequiarme un poco de tu tiempo esta tarde? Etto... Verás, Kō insiste en que quiere conocer a mis amigos.

—Suena bien, ¿dónde? —preguntó Shino. Cuando el último alumno terminó su transformación, el profesor anunció la salida.

—Momotaro —dijo ella, deslizando su cuaderno con gracia en su mochila.

—Hey, ¿sucede algo con el restaurante especializado en barbacoa? —preguntó Kiba con su casual sonrisa.

—Kō insiste en conocer a mis amistades, por eso plané una reunión. ¿Crees poder asistir? Shino ya confirmó su asistencia.

—¿Vernos fuera de la academia? Claro, ¿cuándo?

—Hoy a las cinco —dijo, colgándose la mochila de un hombro—. Kō se alegrará al saber que ambos han aceptado.

Kiba la miró extrañado.

—¿Quién es Kō?

Los tres salieron juntos de la academia.

—Mi nana —ella sonrió—. Me tengo que ir, nos vemos más tarde...

Shino y Kiba se mantuvieron en silencio mientras observaban a Hinata correr a gran velocidad y al mismo tiempo lograba esquivar a los aldeanos con facilidad.

Las Crónicas de Hinata HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora