CUARTO

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Mansión Luzardo 4:00 A.M

La fiesta seguía y parecía ponerse mejor, todos y cada uno de los invitados estaban pasando un buen momento. Sin embargo la finalidad inicial de la reunión se había perdido por completo, el cuál era celebrar el cumpleaños número 18 de Jaime, ahora era una fiesta común y corriente.

Al haberle chupado el pene a su tío, Jaime se fue al baño a limpiarse todo el rastro se semen que tenía en él. Se sentía consternado y muy confundido.

Durante las siguientes horas se había encerrado en su habitación.
Ahora el reloj marcaba las cuatro de la madrugada y la música parecía no ceder.

Su mente lo estaba consumiendo. Es que no le había mamado la verga a un hombre X, ¡Era a su tío!

En su desasosiego salió a tomar aire al balcón, estaba a oscuras así que podía ver el cielo estrellado, era muy bonito...

Muy bonito...

—En serio lo hice eh...—Jaime hablaba para si mismo mientras se tocaba los labios y con la lengua saboreaba el sabor a pene que le había quedado en el paladar.
—Nada mal.—Díjose.

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A la mañana siguiente lo levantó un dolor de cabeza terrible, por el comunicador llamó a Gonzalo para que le subiera un vaso con agua y una pastilla.

Después de eso se baño y vistió como de costumbre y bajo al primer piso expectante a lo que fuera a pasar, estaba listo para cualquier inconveniente.

En el comedor lo reciba su padre, su tío y Miguel. Su casa estaba hecha una porquería, el desorden estaba en todo lado.
El padre de la casa estaba en el puesto principal sin camisa, despeinado y con grandes ojeras, a su lado derecho estaba Pablo su hermano peor o igual que él. Finalmente Miguel estaba de pie junto a Lucas esperando alguna indicación que nunca llegaba.

Los tres hombres vieron llegar al menor, Pablo no le quitaba los ojos encima a su sobrino, Miguel tampoco.

—¡Buenos días hijo mío!—Lucas se puso de pie al ver parado a su hijo al otro lado de la mesa. Hacer esto hizo que Jaime viera que su papá estaba en boxer, así había bajado a desayunar el semental.

—Hola.

Jaime se sentó del lado opuesto de la gran mesa, miró a todos para enfatizar su saludo y ni dijo alguna otra palabra.

—¿Y bueno hijo, cómo la pasaste anoche, te gustó?—Lucas preguntó.

—Gracias papá, estuvo... Chévere, normal pero cool, muy interesantes las mujeres que estaban anoche en mi cama teniendo un orgasmo, casi les digo que durmieran conmigo.—Respondió sarcásticamente.

El padre notó el tono de la respuesta pero no dijo nada, en ves de eso respondió con una sonrisa.

El desayuno pasó muy incómodo, casi nadie hablaba, cada uno de los tres hombres estaba en lo suyo, Miguel por ejemplo pasó de estar junto a Lucas para estar junto a Jaime. Al haber terminado cada uno se fue por su lado, Miguel se acercó a Jaime.

—¿Cómo está amo Jaime?—Preguntó.

—Supongo que bien, ayer casi no pude dormir, ¿dónde estuviste ayer?

LOS PECADOS DE JAIME LUZARDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora