Cuando mires atrás

Cambio de planes

Eran cerca de las cinco de la mañana y Harry jamás había estado más emocionado por levantarse temprano; generalmente cuando debía despertarse a esa hora era porque su tía Petunia ya había encargado una larga lista de deberes para él, pero esta vez era diferente. Según los últimos arreglos que se habían hecho Snape lo llevaría al punto de encuentro con los Wesley y de ahí todos irían al caldero chorreante, por lo que entendía el plan era engañar a Black al hacer que lo vieran con dos personas diferentes y si este seguía las pistas que lo conducián a Snape el hombre se encargaría de capturarlo mientras que de seguir a los Wesley debería eludir a los agentes camuflados en el callejón Diagon.

Aunque de seguro lo que ninguno había considerado era que Sirius Black ya se encontraba con él y que no era el asesino que todos creían, según habían acordado capturarian a Petigrew durante el año escolar y el se lo llevaría a Dumbledore para que pudieran probar la inocencia de Sirius, no sería complicado, después de todo él y Ron compartían dormitorio.

Sus maletas estaban listas y junto a la puerta, también se encargó de dejar la pequeña estancia como si no hubiera estado ahí, las almohadas del sofá estaban adecuadamente situadas, las sábanas y frazadas que Snape le había dado estaban dobladas y colocadas sobre el mueble, dio un breve vistazo al lugar y de nuevo pensó en lo curioso que había resultado todo, a diferencia de lo que pudo imaginar Snape le había cedido (sin una molestia que pudiera ser notoria) una parte de su hogar, le dejó hacer las cosas a su ritmo y sobretodo le había ayudado mucho con Huesos. incluso se atrevía a afirmar que Snape había sido menos desagradable que su nivel habitual.

Harry tomó las maletas y se dirigió a la cocina allí ya se encontraban Snape y Huesos, el delgado hombre le servía al perro un poco de agua en un plato diferente al que había estado usando esas semanas, parecía que en alguna de sus salidas se tomó la molestia de comprar uno especial para el animal, también como ya era costumbre le había dado también arroz con verdura, Harry siempre intentaba contener una pequeña risa cuando podía ver al hombre atender así a Sirius y se preguntaba cómo reaccionaría si descubriera que a quien estuvo cuidando era un viejo enemigo suyo.

—Ya tengo todo, señor— Snape se había girado para verlo, con una expresión pasiva en el rostro.

—De acuerdo— Snape tomó un abrigo que estaba sobre una silla y se lo colocó— Creo que recordara la parada en que tomamos el taxi, los Weasley nos esperaran allí en un auto del ministerio.

Harry asintió y junto al hombre comenzó a caminar hacia la puerta, Sirius lo siguió pero Snape le ordenó que se quedara allí— No creo que sea buena idea llevarlo también, si algo sucede no podre vigilarlo a usted y a su perro.

Sirius lo veía desde el corto pasillo y Harry tan solo le dedico una mirada tranquila para después asentir hacia el hombre, pasados unos minutos tomaron un taxi y curiosamente se trataba del mismo que los había llevado hasta allí. El hombre los reconoció e incluso recordaba a Huesos, al igual que en esa ocasión el taxista había mantenido una corta conversación con el maestro, y al llegar a la parada no divisaron ningún auto, se bajaron de allí y aguardaban a que llegara la familia de Ron.

—Potter— Con la voz suave y pausada Snape lo llamó, Harry se giró para verlo y encontró que el maestro lo veía con una mirada analítica como si tratara de leer en sus expresiones algo oculto—Hace unos días usted tenía mucho interés por saber sobre Sirius Black pero parece que todo eso se ha esfumado, ni siquiera parece estar interesado en la razón por la que el ministerio dispondrá un auto para usted, ¿Acaso ha estado esperando por un trato así? o quizás es que se cree inmune a cualquiera y por ello ha perdido el interés.

Harry no pudo evitar fruncir el ceño, no llegaba a comprender por qué Snape siempre pensaba que él se creía alguna clase de celebridad, a Harry no le importaba la fama o ser considerado "el niño que vivió" él cambiaría todo eso por tener a sus padres, por poder compartir con alguien que no lo viera como un niño maravilla o que no lo odiara por razones que desconocía.