III.

1K 146 6
                                    


Kara POV.

Parece una verdadera locura todo lo que estoy diciendo ahora porque tan sólo hace 24 horas, estaba diciendo que se acabarán cuanto antes estas fechas navideñas y ahora mismo estoy frente a nadie más nadie menos que Santa Claus y ese conocimiento fue tan chocante cómo, atractivo para mí porque definitivamente no me gustaba la idea de un viejo panzón repartiendo regalos por todo el mundo, pero que Santa sea una hermosa pelinegra, de sedosa piel blanca y de brillantes ojos verdes, me tiene encantadísima.

- Al menos crees quién soy.- murmura ella aún frente a mí y asiento cómo puedo a ella debido a todo el ensimismamiento que esto me está causando. - Es imposible para mí no creerte, cuándo en menos de un segundo me llevaste de mi cálido apartamento hasta el mismísimo Polo Norte, porque esto es verdaderamente increíble y demasiado hermoso.- le digo por lo bajo, no dejando de mirar todo el hermoso y frío lugar a nuestro alrededor. - Gracias por pensar así y te agradezco por lo de hermoso lugar, pero esto en realidad no es el Polo Norte, cómo ustedes los humanos lo han llamado a largo del tiempo desde que supieron de mí existencia o la sospecharon al menos.- me explica en tono tranquilo y luego da una mirada rápida por todo el increíble lugar, antes de volver su mirada a mí. Santa, me regala una hermosa sonrisa, qué me hace suspirar encantada, porque definitivamente ella es una mujer divina. - Y sí no es el Polo Norte, ¿Qué es todo éste lugar?- le pregunto, empezando a dar unos pequeños pasos hacia adelante para tener una mejor vista del lugar. - Este es mi hogar.- susurra, empezando a caminar a mi lado y me gusta el tono anhelante que deja escapar su voz, porque denota todo el cariño que ella siente por toda esta hermosa y extensa tierra fría. - Tienes un hogar muy frío, Santa.- murmuro en tono relajado, tratando de llevar esto lo mejor posible, a pesar de lo sorprendente qué es la revelación que me está haciendo ella. - Lo sé y me encanta que sea así, ¿Sabes? Lo veo cómo mi pequeña granja, dónde todo es posible.- me confiesa y la miro llena de curiosidad por la elección de sus palabras. - ¿Cómo qué una granja?- le pregunto en un murmullo incrédulo y ella asiente divertida a mí. - Esto no es en lo absoluto una granja, más bien parece ser un pequeño pueblo sólo para ti.- le menciono, viendo de reojo todo el lugar y ella se encoge de hombros divertida. - En verdad entiendo que lo veas algo grande, Kara, pero no es así y te juro qué aquí sólo hay lo estrictamente necesario cómo para que la magia navideña nunca se extinga.- me asegura y me niego a creer que todo este lugar sólo sea suficiente para esto de la Navidad. - No puede ser.- murmuro y ella me sonríe comprensiva. - Sé que puede ser algo discordante para ti, pero en realidad aquí sólo hay el suficiente para mis renos y para que estén bien y puedan estar tranquilos mientras nos toca salir y también hay mucho espacio para guardar todos los regalos y por supuesto hay espacio para mí y para pasar el tiempo que necesite aquí.- me dice y puedo reconocer la sinceridad en su voz y siento que debo creerle, finalmente Santa es la única que sabe cuánto espacio en realidad necesita para toda su época. - ¿Por qué mencionaste la magia? Porque estoy segura que la magia no existe, a menos que vayas a decirme ahora que además de Santa Claus, eres una bruja.- menciono, recordando sus primeras declaraciones sobre este lugar. Y no voy a negar que mientras ella me observa divertida por mi cuestionamiento, siento algo de nervios por la respuesta que pueda darme, porque una periodista junior cómo yo, definitivamente no podría defenderse de una sexy bruja cómo Santa. - Jamás se habían referido a mi cómo sexy.- susurra y jadeo sorprendida por sus palabras. - Supongo que nadie piensa en Santa cómo alguien sensual.- continúa diciendo y me siento avergonzada por verme descubierta por ella. - Tienes que dejar de leer mi mente.- me quejo nerviosamente y ella sonríe cortamente al escuchar mi reclamo. - Lo siento, pero no pude evitarlo.- murmura y no sé porque siento que no está siendo completamente sincera con su disculpa. - Y respondiendo a tu pregunta, Kara, yo no soy una bruja, sólo soy Santa Claus, la que lleva los niños buenos lo que más desean y pongo en el corazón de los adultos en el corazón la alegría y la emoción de dar; y eso es la Navidad.- me dice en tono orgulloso y sonrío al verla sonrojarse por su declaración, porque se ve cuánto ella ama lo que hace. - ¿Y por qué sólo lo haces los 25 de diciembre?- le pregunto con absoluta curiosidad, y detengo mis pasos sobre la espesa nieve, y me giro en su dirección, encontrando sus ojos verdes tan fijos en mí. - Ese fue el día que me invocaron.- me responde simplemente y jadeo sorprendida por lo que dijo. - ¿Qué te invocaron? ¿Cómo es eso?- le pregunto sin aire y con mi corazón agitado bajo mi pecho por todo lo que estoy conociendo. - Así cómo lo hiciste, Kara, porque hace más años de los que puedo recordar, un pequeño niño deseo de todo corazón una alegría para él y toda su humilde familia, y al instante siguiente, yo estuve de pie frente a él y le di todo lo que de corazón pidió y desde ese momento cada 25 de diciembre, le regalo algo a los niños buenos en todo el mundo.- me explica tranquilamente y a pesar de que me siento abrumada por su declaración, me encuentro asintiendo a sus palabras. - Eso tiene sentido para mí.- murmuro y ella me mira con curiosidad al terminar de escucharme. - ¿En realidad?- me pregunta y asiento fervientemente a ella. - Por supuesto, una mujer cómo tú, sólo podría ser producto de un maravilloso regalo.- le contesto en tono algo coqueto y sonrío ampliamente de la dicha al verla sonrojarse por mis palabras. - Es usted una atrevida, señorita Danvers.- murmura, desviando su mirada por todo el lugar, y mantengo mis ojos con fijeza sobre su perfecto perfil. - ¿Qué puedo decir qué me excuse? Soy una chica mala, por eso nunca recibí más regalos de ti.- le digo divertida y mis palabras rápidamente llaman su atención, porque pronto su hermoso rostro está totalmente de nuevo frente a mí. - No eres una mala mujer, Kara.- declara con absoluta seriedad y mi ceño se frunce al escucharla. - Dijiste que sólo le dabas regalos a los niños buenos del mundo y desde mis 8 años no supe más de ti, así que eso quiere decir que por alguna razón soy mala.- me quejo, tratando de no sonar resentida, pero por su expresión me doy cuenta qué fallé en mi intención. - Ese año fuiste grosera con tus padres, por eso no recibiste tú regalo ese año.- se explica y viro los ojos al escucharla. - Qué conveniente.- murmuro y ella suspira pesadamente. - Es la verdad de lo que pasó, además no puedes quejarte de no recibir nada más, cuándo tú misma dejaste de pedirme algo desde hace mucho tiempo.- se excusa y me río sin gracia por su explicación. - Te pedí algo con toda la ilusión de mi corazón y no me lo diste; así que yo no iba a seguir creyendo en la ilusión de ti y mucho menos iba a intentar pedirte algo, qué obviamente no me ibas a dar.- le reclamo en tono amargo y ella alza sus manos cómo en rendición. - Entiéndeme, yo no podía hacer que tus padres volvieran a estar juntos, Kara, por favor créeme, ellos ya habían dejado de amar en ese tiempo y sin amor no se puede hacer nada más.- me asegura y bajo mi mirada dolida por su declaración. - Eras muy niña para entenderlo en ese entonces, pero ahora sabes que fue lo mejor para tus padres. Además fuiste muy grosera con ellos en todo ese tiempo e inclusive mucho después de su divorcio y no fuiste una buena niña, pero sólo fue ese año, Kara y todo este tiempo desde entonces, me la pasado esperando por saber algo sobre ti, sobre esa linda y tierna rubia de hermosos ojos azules cómo el cielo que tanto amo, pero lo único que tuve de ti todos estos años, fue un rencor por la idea de mí y de todo lo que represento.- dice rápidamente y siento mis ojos lagrimear ante el recuerdo del anhelo de tener a mis padres juntos, qué a tan corta edad fue arrancado de mí. - Ya no importa lo qué pasó, finalmente con el tiempo pude entender que mis padres ya no querían estar juntos; y ver a mi madre y a mi padre tan felices con sus nuevas parejas, me hizo entender que esa era su felicidad.- le explico sollozando, y ella me sonríe con pena. - Y ellos te dieron a Clark y a Alex, y sé bien que tus hermanos pequeños son tú adoración.- me recuerda en tono amable, y a pesar de mis lágrimas, asiento alegremente a ella. - Mis hermanos son definitivamente el mejor regalo que la vida me dió.- le confieso y ella se acerca con pasos lentos a mí y me sorprendo al ver cómo con cuidado ella alza sus manos y poco a poco las acerca a mi rostro, e inspiro profundamente al sentir la delicadeza de su toque sobre mi piel y Santa sonríe suavemente mientras elimina todo el rastro de mis lágrimas. - Y a pesar de todo eso y de ver que al final resultó todo mejor para tus seres queridos, tú seguiste despotricando contra mí.- murmura y me encojo ligeramente de hombros, más enfocada en sus suaves manos sobre mi piel, qué en recordar todos los años que pasé ignorando la Navidad y al tan famoso Santa, qué resultó ser una hermosa mujer qué tiene todo lo que me gusta y mucho más. - Era una niña con una ilusión rota, yo por supuesto que no quería saber más de ti nunca más.- me defiendo tranquilamente y ella asiente brevemente a mí. - Ya eres toda una mujer ahora, Kara ¿Todavía seguirás enojada conmigo por algo que pasó hace tanto tiempo?- me pregunta con tiento, dejando caer sus cálidas manos de mi rostro y viéndola tan hermosa y radiante frente a mí, no puedo hacer más qué ceder a todo lo que su brillante mirada me invita en este momento. - Hazme cambiar de opinión.- la invito y ella me regala una radiante sonrisa al escuchar mi consentimiento, y sus labios formados tan lindamente, hacen latir intensamente a mi corazón y le devuelvo con todo gusto la sonrisa porque sé qué tomé la decisión correcta al darnos una oportunidad.

XXVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora