Kara POV.Qué la mismísima Santa Claus me haga un minucioso recorrido por todo su Polo Norte al que ella llama su hogar, es definitivamente una experiencia que jamás podré olvidar. Y admito que me encanta recorrer paso a paso la larga extensión de la granja cómo ella la llamó, porque es sencillamente estupendo estar aquí y debo confesar qué quedé absolutamente enamorada de sus lindos y tiernos renos, que dormían tan plácidamente cuándo me llevó a conocerlos y definitivamente estar ahí con ellos y en compañía de ella, ciertamente me está haciendo cambiar rápidamente de idea sobre la Navidad, tal cómo le pedí a mi hermosa Santa.
Y hablando de ella, debo reconocerle que en verdad se está esforzando en tratar de caerme bien y cambiar esos pensamientos que mantenía sobre la idea de ella antes de conocerla, y aunque es absolutamente innecesario que haga algo qué me haga gustar aún más de ella, yo me encuentro disfrutando mucho de toda su atención, porque pocas veces en mis 25 años de vida, he tenido la suerte de estar en compañía de una mujer tan hermosa cómo ella. Bueno, ella no es una humana común, es más bien cómo un ángel enviado a la Tierra; y aún así ella ciertamente es un sueño deslumbrante para mí y aunque no me guste nada de la Navidad alrededor de ella, admito estar encantada con cada pequeña gran cosa que descubro sobre Santa. Y me gusta la forma en la que baja su mirada hasta el suelo mientras sonríe nerviosamente por algún comentario coqueto qué no puedo dejar de decirle después de haber superado mi sorpresa inicial al saber realmente quién es ella, porque estoy absolutamente encantada con su increíble belleza y juro que podría quedarme en este frío y solitario Polo Norte, sólo para contemplarla a ella para siempre y la mera idea es tan tentadora cómo todo el esbelto cuerpo qué posee.
En verdad agradezco sinceramente a mi amiga Nia, dónde sea que ella pueda estar ahora, por desear un milagro navideño para mí, porque es por eso que estoy en este foro y espectacular lugar; y sé que sin ella tampoco estaría al lado de la mujer más linda que puede existir y que con su sola presencia, me está haciendo creer en todo lo que sale de sus llenos labios, mismos que tengo largas horas preguntándome cómo se sentirán sobre los míos. ¿Ella me dejaría besarla? Porque por lo que hemos pasado hasta ahora, ella parece ser bastante amable y es la mismísima Santa, así que supongo que tiene un gran corazón, pero no sé qué versión me tocaría conocer de ella, de atreverme a besar esos delicados labios, que parecen llamarme a probarlos a cada segundo.
- ¿Te apetece algo de tomar?- me pregunta en tono amable llegando a mi lado y parpadeo rápidamente en su dirección tratando de volver a la realidad, después de ese maravilloso pensamiento que tuve al imaginarme besándola. - ¿Qué fue lo qué dijiste? Perdón pero no estaba escuchando.- le digo algo atontada por el hermoso verde de su mirada sobre la mía. - Te pregunté sí querías algo de tomar, porque acabo de darme cuenta de qué he sido algo descortés contigo al tenerte recorriendo todo mi hogar, sin ofrecerte algo para la sed.- me dice y luego me sonríe algo avergonzada. - Créeme qué después de todo lo que he visto y escuchado, en lo último que he pensado es en tener sed.- le aseguro, omitiendo mis ganas de besarla y probar sus labios, que bien podrían considerarse cómo una intensa sed para mí. Santa, se sonroja frente a mí y me quiero dar una fuerte cachetada por no recordar qué ella puede leer cada uno de mis inapropiados pensamientos. - Lo que quiero decir es que sí quiero algo de tomar y estaría encantada de recibirte algo de chocolate caliente, sí eres tan amable.- le digo en una retahíla incontrolable y ella sonríe nerviosa a mí. - Por supuesto qué puedo hacerlo y sí me sigues por aquí, iremos hasta mi casa y ahí te prepararé el chocolate que quieres, Kara.- menciona, y luego señala con su mano hacia un lugar a su derecha. - ¿Lo prepararás tú?- le pregunto sin entender y ella asiente en respuesta. - Creí que sólo tenías que chasquear tus dedos y por arte de magia apareciera frente a mí.- le digo con curiosidad y ella asiente ligeramente a mis palabras. - De hecho sí podría hacer lo que me dices, pero eres la primera persona que traigo aquí y quiero que todo salga perfecto, así que quiero intentar atenderte lo mejor posible.- menciona por lo bajo, empezando a retomar sus pasos por el camino que acaba de indicarme y sonrío feliz por lo encantadoramente divina que ella es al pensar así. - Después que lo hagas tú, estoy segura que me gustará.- le aseguro y sus mejillas sonrojadas nuevamente por mis cumplidos, me dan mil años de vida. - No estás ayudando a mis nervios hablando así.- me dice por lo bajo, mientras me señala una pequeña casa de piedra rojiza muy cerca de nosotras. - Lo digo porque es la verdad y sí antes hubiera sabido cómo eres en realidad, hace mucho tiempo que habría retado a aparecer frente a mí.- le aseguro y guiño un ojo coqueta, qué me mira penetrantemente, cómo sí pudiera ver cada deseo de mi corazón y me siento apenada con ella ahora, pensando en qué quizás me pasé con mis coqueteos. - Lo siento por eso último, estuve fuera de lugar.- murmuro mi disculpa y ella sonríe cortamente cómo respuesta. - No te preocupes por eso, porque te aseguro qué todo está bien, Kara Danvers.- susurra y al llegar al porche de la pequeña casa, abre la puerta color ocre frente a nosotras. - Gracias.- murmuro, empezando a caminar dentro de la cálida estancia. Mis ojos recorren lentamente todo el lugar, esperando encontrar todo tipo de decoración navideña en la casa de Santa, y me sorprendo al no encontrar nada de lo que pensé; y en cambio, una entrañable y acogedora decoración conforma todo el lugar y amo cómo se ve. - Bienvenida a mi casa.- murmura, pasando por mi lado y a pesar de mí asombro por descubrir su hogar, la sigo muy de cerca para no perderla ni un instante de vista, porque todavía siento que en cualquier momento puedo despertar de este increíble sueño y lo peor es que no podría volver a ver nunca a ella y lo que menos quiero ahora es dejar de ver a mi pelinegra.
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XXV
FanfictionNo hay nadie en el mundo que deteste tanto la Navidad cómo Kara Danvers; porque para ella es una fecha sin ningún sentido y el mayor engaño de la historia de la humanidad. Kara, piensa que ésta será otra nefasta Navidad cómo cualquier otra; salvo q...