Capítulo IV

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Capítulo cuatro

AVISO: ESCENA +18

Me cansaba esperar una respuesta por parte del mundo de los muertos

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Me cansaba esperar una respuesta por parte del mundo de los muertos.

Ya había pasado una semana y pico desde que me había juntado con Mar para hacer el conjuro de resurrección. Toda la semana estuve nerviosa y desesperada por recibir una señal por parte de Axel, algo que fue totalmente inútil, pues aún no tenía ni el mínimo signo de vida.

Cansada de esperar, yacía tirada en la cama con mi gato Neo al lado mientras comía un bote de helado de leche merengada y veía una película de acción recién salida a la pantalla. No estuvo tan entretenida como te hacía parecer el título. Había tenido unas expectativas más altas a las que la película había superado. En resumen, la película estuvo normalita; los protagonistas cumplieron su misión y terminaron dándose como cajón que no cierra.

Suspiré, sintiéndome engañada. ¿Aparecerás alguna vez, Axel Thompson?

Terminé apagando la televisión y llevando a Neo a su cama a un costado de la mía. A pesar de que era tarde, necesitaba tomar una ducha para destensar los músculos. Por culpa de la presión durante toda la semana, tenía los músculos cargados... ¿y qué mejor que una buena ducha para relajarme? A ver, si me ponía a pensar, había mejores cosas para despejarme.

Cogí el pijama, mis productos de aseo y el celular, para después ir al baño y encerrarme en él. Mientras que abría el grifo del agua para que saliera caliente, me despojé la ropa y la lancé a un lado donde no molestara. A continuación, me metí en la ducha, dejando que el agua templada recorriera mi cuerpo.

No tardé en coger un poco de champú y ponérmelo en el cabello. Después hice unos pequeños masajes sobre la cabeza mientras restregaba el jabón. Se sentía bien, relajante. Me encantaba la sensación que producía el agua golpeando mi cara y el resto de desnudez. Luego de haber quitado muy bien el champú del pelo, fue el turno de la mascarilla. Prácticamente hice lo mismo que con el jabón, sin embargo, sin aclararlo con agua.

Fue el momento de agarrar el último jabón. No obstante, cuando hice la acción de tomarlo entre mis manos, unas manos en mi cadera me lo impidieron. Rápidamente me tensé... ¿pero qué mierda? ¿Qué estaba sucediendo aquí? Sentí una gran dureza contra mi espalda baja. Quería darme la vuelta y saber qué estaba sucediendo, pero sus manos me lo impedían.

El aliento de aquel hombre rozó mi cuello y, después, subió para morder el lóbulo de mi oreja.

— Siento haberte tenido tan caliente estos días, pero el infierno está muy lejos de aquí.

Entonces, con aquellas palabras supe claramente qué estaba sucediendo. Axel Thompson estaba en mi dormitorio. En mi baño. En mi ducha. Y lo más importante, a punto de follarme.

— ¿Cuándo has llegado? — susurré.

— Hace aproximadamente una hora y media. Resulta que encontrar tu casa ha sido más difícil de lo que me esperaba. Ahora, ya estoy para quitarte las ganas.

Demonio: las leyes del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora