Capítulo XI

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Capítulo once

Accidente, mis ovarios.

Justo cuando el líquido aterrizó sobre Blue, dejé rápidamente el vaso en la encimera. Había sentido una presión en el brazo, lo que provocó que le lanzara el chupito. Olvidé mi alrededor y me concentré en ayudarlo.

— ¡Oh por Dios! ¡Lo siento mucho, Blue! ¡De verdad! — me llevé las manos a la boca, lamentándome.

— ¿Pero qué coño te pasa, Abril? Era para que te lo bebieras, no para que me lo tiraras encima — sonó molesto. Lo entendía, podía haber tenido más cuidado. Yo me encogí en mi sitio, intentando desaparecer de su casa —. Da igual, te prepararé otro.

Él se dio la vuelta y cuando fue a prepararlo de nuevo, un brazo se interpuso y lanzó las bote- llas de alcohol al suelo, haciendo que se rompieran en miles de pedazos. Esta vez no había sido yo, lo juraba. Fue entonces cuando un aroma embriagador y conocido invadió mis fosas nasales. Era él.

— ¿Tienes algún problema o qué, Abril?

— De verdad que lo siento, Blue. No fue mi intención, déjame ayudarte a recogerlo — fui a ponerle la mano en el hombro, pero una fuerza proveniente de los brazos de Axel me rodeó la cintura mi atrajeron hacia atrás —. Vete a cambiarte si eso, yo lo limpio.

— No te dejaré aquí para que me rompas más cosas.

El jaleo que se había formado creó un círculo de personas alrededor de Blue, de mí y, aunque ellos no lo pudieran ver, también de Axel. Todos estaban expectantes a la situación, esperando algún momento para dejarme más en ridículo.

Maldito Axel, carajo. Si antes entraba en los primeros puestos de "bicho raro", ahora me pondría en cabeza por mucho.

— Yo, bueno... ¿quieres que te traiga algo?

Antes de que Blue respondiera, Axel tomó mi muñeca y me estiró. Quería y al mismo tiempo tenía tantas cosas que decirle. La escena empeoró, pues al ser llevada por un fantasma, todo en mí se veía raro. Imagínense ver a una mujer siendo arrastrada por alguien invisible y que las demás personas no lo pudieran observar.

Exacto, era rara.

— Si me llevas la cuenta a la universidad de lo que he roto, prometo pagártelo — le grité a Blue.

La gente estaba en silencio, incluso el Dj había parado la música. Me juzgaban y se reían por dentro, a pesar de tener un semblante serio. La había cagado. O, bueno, mejor dicho, Axel. Seguro que Blue ya me había tachado de su lista de próximos ligues, al igual que algunos otros hombres que estaban aquí.

¡Maldito Axel! Ugh, tal vez hubiera sido mejor no invocarlo.

Me sentía humillada, pero, sobre todo, muy molesta con el Demonio. ¿Quién cojones se ha creído él para montarme una escena de celos? Era más que obvio que había sido eso. Los celos. No obstante, se tenía que aguantar; no éramos nada más que folla-desconocidos.

Al llegar al ascensor, ni siquiera paró para esperar, me hizo bajar por las escaleras a gran velocidad. Casi me mata. El aire fresco golpeó mi rostro, regresándome a la realidad. Con fuerza logré zafarme de su agarre y detenerme en medio de la carretera.

— Axel, ¿de qué mierda vas? — mascullé, pues no podía montar un escándalo.

— Larguémonos.

— No hasta que me expliques — me crucé de brazos.

— Es peligroso para ti estar aquí. En serio, vámonos a otra parte.

— Axel... — me agarré el dorso de la nariz — tienes razón por una vez. Vayámonos a mi casa, pero ni creas que te salvas de explicarme la escenita que has montado ahí arriba.

Demonio: las leyes del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora