No soy él - Quackbur

V

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No se encuentra seguro de la situación.

Una parte de su ser creé qué por más amnesia una persona no pierde su escencia natural, pero por otra quizás la persona al no recordar su pasado cambia todo su ser formando un nuevo carácter en base a las nuevas experiencias que vaya adquiriendo.

- Solo estoy siendo exagerado...

Se dijo en un intento de dejar de dar vueltas en sus pensamientos mientras da una mirada perdida al chico pato. Su sonrisa no era tan resplandeciente, su voz no era tan amable y chillona, tampoco parecía curioso.

Era triste. Él llegó a sentir al pequeño como un hijo suyo por lo que su lejanía y casi palpable desprecio le causaba cierto impacto.

¿Cuándo volvería su Quackity?

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La situación era algo graciosa para ser honestos.

Estar él frente a un tipo mil metros más alto que su pobre persona era aterrador, con aquel cabello largo rosado y máscara de cerdo, sin agregar que tiene un jodido pico de diamante bastante peligroso en sus manos. Todo perfecto para una película de terror, donde él claramente será la primera víctima.

Se arrepiente de haber dicho un "sí" al loco de gabardina marrón.

Pero antes de seguir con el sufrimiento del pato toca volver a la noche del día anterior. En esa presiosa noche de grandes sustos.

Quackity observó cada movimiento de parte del hombre, era cómo intentar interpretar una maldita actuación dramática.

- Estás... Me estás jodiendo, ¿Cierto? Porque Foolish no parece ser el tipo que le da la llave maestra a cualquiera. - Comentó mostrando su gran expresión de 'Una mierda de excusa tienes pendejo'.

Ciertamente no conocé al bicho raro, pero se puede notar a kilómetros qué no es del tipo de persona descuidada o muy despreocupada que le da algo importante a alguien supremamente raro.

Y recuerden, nos encontramos con los dos hombres en la habitación oscura, siendo un Quackity sin aliento, y Wilbur... Siendo Wilbur.

- ... Cariño, Foolish no es el dueño de esté imperio. - Comentó con aquel tono coqueto mientras juega con las sábanas de la cama.

Quackity parpadeo un par de veces para entenderlo.

¿Cómo no iba a ser el dueño del lugar? Sí prácticamente le da ordenes a todos, y eso, sólo lo hace alguien con autoridad.

- Sí. Encerio qué eres muy bueno haciéndote el idiota. - Sonrió. - Pero es imposible que olvidarás ésto. - Finalizó dejando ver una ficha o broche entre sus dedos.

Aquel objeto era curioso, tiene una cara sonriente grabada por ambos lados y sus colores tan fríos le daban un toque especial.

- Solo debo de mostrar ésto para qué media gente de Las Nevadas se arrodillen.

- ¿Todo por una fichita?

- Oh no, pero no es cualquier fichita, cariño. - Dijo guardando el objeto en su gabardina. - Es tú ficha. - terminó de decir mirando al techo... Probablemente.

- ... Entiendo. - Fué lo único que logró decir.

Porque en realidad Quackity no entendía nada, absolutamente nada.