IV

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Amargo.
Ese era el sabor de boca por parte del oso al ver como el nuevo alcalde utilizaba a su beneficio la amnesia del híbrido pato.

La impotencia de no poder hacer o tan siquiera decir algo lo llenaba día trás día.

Y lo peor.

El pequeño ni siquiera le mostraba interés de hablarle, aunque claro, ¿Quién hablá con un desconocido altamente desesperado?

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- No te exaltes, era broma. - Pronunció en un tono meloso el desconocido dando algunos pasos.

¡Carajo, carajo, y re-mil carajos!

Quackity sintió pánico al no poder distinguir de dónde venía aquel hombre . No falta decir que se encuentra preparado para hacer el show de su vida.

- La verdad no esperaba está reacción... - Se detuvo en alguna parte de la habitación. - De estar en tus cinco sentidos habrías agarrado el arma bajó tus almohadas para luego darme tres disparos certeros. - Su voz resonó por la oscura habitación, y su tono de burla se escapaba entre las sombras.

Un momento.

¿Un arma bajó las almohadas?

Por curiosidad comenzó a mover sus manos por debajo del montón de almohadas sin dejar de mirar a la profunda oscuridad. Debía de estar al tanto.

- Sabés.

Nada. Él no sabía nada.

Apuradamente sabía que existe en éste mundo de mierda.

- Es irónico pensar que habrías disparado el arma con solo escuchar un leve ruido. - Comentó. - Aquellos tres disparos irían con precisión a las piernas y el abdomen.

Ese tipo parece muy feliz y contento de hablar sobre cosas escalofriantes.

Pero... Wey.

Todo se volvió inexistente. Aún logra escuchar la voz del hombre, pero ahora mismo su mente explotó.

¿Explicación?, ¡Claro!

Había una jodida arma debajo de las pinches almohadas.

¡Una maldita arma!

¿Quién vergas duerme con armas bajó las almohadas?, ¡¿Quién?!

Porque él no. Ni loco. Ni aunque estuviese con la peor paranoia.

- Hahahahahaha.

Vaya risa de mierda.

Le daba al ambiente un toque tétrico mientras su persona saca con lentitud el mango del arma.

Esté es un buen momento para el hombre desconocido, podría apuñalarlo o anestesiarlo. Literal, le había dado la espalda solo para observar el mango resplandeciente del arma.

Sus toques finos y aparentemente de oro le provocaron pavor.

Quackity por inercia soltó el arma para después alejarse rápidamente.

- ¡Qué verga!

¡Y sorpresa!

El hombre estalló más en risas como un lunático.

Yes, quería que apareciera el bicho mutante. Él era mucho mejor.

- Dios, no me esperaba eso. - Sus risas no pararon. -Te lo juro. - Finalizó tomando aire en un intento de regular su respiración agitada.

Bueno, ésto es demasiado para su pobre corazón. DEMASIADO.
Por lo mismo, Quackity, hizo lo que prometió.

- ¡Vete a verga!, ¡Todos están locos!

Con una rapidez se levantó de la cama mientras grita, esforzando a no más poder sus pobres cuerdas vocales. Y también restándole importancia a la canalización.

Su cuerpo sin saber cómo logró llegar a la gran puerta, la cual es muy fina, es arremetida por las desesperadas manos del pato.

Quackity, de verdad, enserio, de verdad intento abrir la puerta de todas las formas posibles, pero nada, ni siquiera se mostraba señales de que se iba a abrir.

Pareciera que la puerta había sido...

- Cerrada con llave. - Dijo calmado dando por fin vista clara a su identidad la cual Quackity no observa por estar de espaldas.

- Por qué.

- Pues, porque sí. - Se encogió de hombros. - Cerré la puerta con llave para evitar que salieras. Ojalá no sea problema. - Se sentó en la orilla de la cama mientras daba risas a lo bajo.

No mames, ni se había atrevido a voltear en todo el rato debido al pinche miedo. Osea, el tipo podía hasta agarrar el pinche arma que dejó en la cama y matarlo e incluso podría fornicar con el sin ser algo consensuado.

Bien pinche pendejo estaba, pero ni modo, cuando toca... Toca.

Quackity se volteo con lentitud cerrando los ojos. Espero un par de segundos antes de abrir sus párpados... O párpado, como prefieras.

- Por qué vergas tú-

No logró terminar de hablar pues el hombre con gabardina marrón apuntó con el arma hacia su persona.

- ¿Vas a matarme? - Preguntó nervioso.

- No realmente, aquello sería aburrido. - Dijo dejando el arma sobre la cama.

- ¿Qué quieres?, ¿Cómo lograste cerrar la habitación? - Mantuvo su compostura, debía de mostrar fortaleza.

Pero nada le sale bien a Quackity. Sus piernas comenzaron a temblar, su mano siguió goteando sangre debido a la canalización arrancada de forma sutil... Claramente. Y pues, su voz ya llegó al límite al igual que el efecto de los medicamentos.

Iba a caer. De eso no tiene duda.

La única cosa era que el hombre supuestamente llamado Wilbur se acercó con rapidez al verlo apunto de perder conciencia.

Que amable.

- Big Q, debes de tener más cuidado. - Comentó agarrando al moreno. - Primero siéntate, ya luego te respondo con mayor tranquilidad. - Finalizó llevando al chico a la cama.

Por obvias razones Quackity estaba en contra de ser ayudado por el hombre. Intento con fuerza zafarse y rehusarse, pero no sirvió. Fué MUY inútil el intento por lo que simplemente dejo que el pervertido lo dejará en la cama.

- Okay, ¿Ya puedes hablar, mamá acosadora? - Mostró un severo disgusto mirando como el poste de luz se sienta a un lado suyo.

- Bueno. En resumen; Tengo la llave maestra del dueño de esté lugar. - Claramente fué muy breve.









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Quiero drama, sangre y llantos. ¿Ustedes qué quieren? 👀

No soy él - Quackbur Donde viven las historias. Descúbrelo ahora