10. El secreto de Aidan. Parte I

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Mis pies se sentían algo pesados a pesar de que no había caminado demasiado. La casa de Aidan no quedaba muy lejos de la mía pero aún así sentía que había corrido un maratón. Toqué el timbre y esperé unos segundos a que alguien me abriera.

Previamente le había escrito a Adam disculpándome por no haber ido ayer a hablar con él, le dije que había tenido un inconveniente, lo cual era mentira, pues después de ver a Tres matando a alguien y pensar en su enorme parecido con Aidan me quedé petrificada. Ya le había explicado que vendría con Kacey, ya que lo que ambas teníamos que contarle también era algo sobre su hermano, o eso creíamos.

Lo que vimos en ese lugar ayer nos había dejado muy sorprendidas a Kacey y a mí, y más que sorprendidas, también estábamos asustadas. En mi caso, no pude dormir anoche por no poder apartar esas imágenes atroces de mi mente. Si le dijera a alguien que eso de dar vueltas en la cama toda la noche y el imaginar que alguien entraba a mi cuarto a asesinarme era lo que me ocurría, creerían que estaba paranoica.

Es cierto que Kacey y yo llegamos a la casa de los hermanos Whitehall con un serio estado de alarma, unas horribles ojeras en nuestro rostro, y un claro miedo que nos recorría hasta el alma. Si era Aidan quien había hecho algo tan horrible como asesinar a alguien, entonces necesitábamos hablar de esto con Adam, así podríamos saber qué ocurre y cómo mantenernos alejadas del asunto y así conservar nuestra vida. Aunque también tenía la sospecha de que Tres no fuera el mismo que Aidan y de que si le decíamos todo a Adam quizás estuviéramos juzgando mal.

Sea lo que fuera, mi amiga y yo debíamos averiguarlo. Solo esperaba que Aidan no estuviera en casa.

Toqué el timbre por segunda vez y al pasar unos segundos nos topamos con la mirada dulce de Adam. Sus ojos se abrieron en sorpresa pero al pasar unos segundos se normalizaron.

—Hola chicas, ¿qué tal todo? —nos saludó alegremente.

Sonreí ampliamente. Kacey solo a medias, a penas podía ocultar su cara de tragedia.

—Hola, Adam. Todo bien, ¿cómo estás? —pregunté hablando rápido. En el momento en que me di cuenta de que mis nervios estaban claramente reflejados en mi voz, guardé silencio por unos segundos.

Kacey solo hizo un saludo con la mano, gesto que me pareció raro pues estábamos delante de su muy apuesto crush.

—Me alegro muchísimo, estoy muy bien —contestó— Pero están aquí porque las llamé para tener una conversación importante con ustedes, así que pasen y tomen asiento.

Adam sonrió algo emotivo.

Nuestros pies se dirigieron dentro de la casa y tomamos asiento en el sofá más grande de la sala.

Adam trajo a nuestras manos unas tasas de té luego de preguntarnos si estábamos dispuestas a tomar un poco. Tal vez había notado en nuestras caras las expresiones de cansancio y las inminentes ojeras. El castaño tomó asiento en un pequeño sofá frente a nosotras.

—Bien chicas, me alegro que ambas hayan venido. Ya que tienen suficiente confianza con mi hermano —comenzó a hablar— Nunca había tenido que hablar con alguien de este tema, pero un especialista me recomendó abordarlas a ustedes por ser tan unidas con Aidan.

¿Especialistas? ¿Qué quiere decir?

—¿Le ocurre algo a Aidan? —preguntó Kacey preocupada y con la mirada sorprendida. Adam la observó con los ojos vacilantes y una expresión que podría parecer algo nostálgica.

No podía evitar la curiosidad que sentía de saber qué ocurría con Aidan. Así que me apresuré a decirle algo a Adam sin remordimiento.

—Adam, perdona si parece muy entrometido de nuestra parte, pero hemos estado bastante preocupadas. Lo hemos notado un poco extraño últimamente —los ojos de Adam no dejaban de examinarme y estoy segura de que era por mi tono realmente preocupado y mi mirada triste.

Dulce pero Psicópata © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora