16. Heridas

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Intenté no darle vueltas al asunto. No podía dejarme vencer por el pánico, necesitaba estar totalmente firme para poder salir ilesa de la situación.

Tres y yo seguíamos nuestro recorrido por el bosque. Ya casi llevábamos un poco más de media hora. Como aún tenía mi teléfono, pude darme cuenta de que casi serían las cuatro de la mañana.

Estábamos exhaustos, en mi caso nunca había corrido tanto en toda mi vida. Así que tomamos asiento en unos viejos troncos al otro lado del bosque. Sentí un alivio al soltar el maletín, era algo pesado para mis brazos poco ejercitados, así que al dejarlo caer al suelo, sentí que mis manos me lo agradecían.

—Oye, Tres, ¿qué querían esos sujetos? ¿Por qué disparaban a tu casa? —interrogué aún intentando respirar.

—Buscaban el maletín —dijo observando el mismo bajo mis pies.

¡¿QUEE?! ¡¿SIGNIFICA QUE VENDRÁN POR NOSOTROS?!

Tres se levantó, sujetó el maletín entre sus manos, y comenzó a caminar.

—¿A dónde vas? Creí que tomaríamos un descanso —dije sintiendo que moría de cansancio.

El me ignoró y siguió su curso.

—¡Tres! —lo llamé con la poca voz que me quedaba.

Me puse de pie y lo seguí aunque ya no podía sentir mis piernas. De pronto comenzó a llover, el olor a tierra mojada penetraba en mi nariz, mientras que al pisarla se ensuciaban mis tenis y parte de mis holgados pantalones.

Un rayo de esperanza me llenó en cuanto ví que llegamos a la ciudad. Sonreí inmensamente feliz, y suspiré aliviada.

Tres resguardó el arma en su bolsillo al ver que ya no corríamos peligro y tomándome del brazo continuamos nuestra caminata. Me sorprendí al vernos de vuelta, enfrente de la casa de los Whitehall.

Me impresionó porque Tres nos había traído a la casa de Aidan.

El amanecer comenzaba, un nuevo día había llegado y al fin estaba en la ciudad.

Casi parecía que había tenido una horrible pesadilla estos días y que había  despertado.

El pelirrojo tocó el timbre. Sentí algo frío recorrer mi mano, así que eché un vistazo. Mi mano sujetada a la de Tres, tenía gotas de sangre que parecían salir de la manga izquierda de su suéter.

Cubrí mi boca con la mano ahogando un grito. Me fijé en su brazo y noté una enorme mancha de sangre.

¿En qué momento le dispararon? ¿Cómo es que no lo noté?

—Tres, qué... —pregunté y en eso, Adam abrió la puerta y nos miró sorprendido.

Antes de que Adam pudiera articular una sola palabra, Tres se desmayó cayendo frente a Adam. El castaño lo sujetó fuertemente impactado por ver a su hermano menor en ese estado.

—Raven, rápido, ayúdame a atender a Aidan —me pidió el mayor de los Whitehall un poco alterado.

Entramos rápidamente a la habitación de Aidan, iluminada tenuemente por la luz de una lámpara. Adam dejó caer con cuidado a su hermano en la cama. Tres se encontraba desmayado totalmente, yo estaba tan preocupada que sentí que terminaría comiéndome las uñas, mientras que Adam se preparaba para atenderlo.

— Adam, dime que estará bien... —dije con voz temblorosa.

Adam lucía concentrado mientras revisaba a Tres. Ya en este punto, su semblante se veía más calmado, aunque sus manos temblando levemente lo delataban un poco.

Dulce pero Psicópata © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora