|Capítulo 1|

2.7K 242 46
                                    

—¡Mira, mami! ¡Mira! —un par de pasitos retumbaron por el suelo de madera.

Harry secó sus manos en el delantal que colgaba frente a su pecho y sonrió de lado. Pudo oler a su cachorrito antes de verlo, el suave chocolate con leche filtrándose en el aire. Habían descubierto que su bebito sería un alfa hace casi un año y su aroma oficial empezaba a mezclarse con el de sus primeros años.

Una mata de rizos castaños se aferró a su pierna con un solo bracito mientras que con el restante escondía algo detrás de su espalda.

Harry se acuclilló delante del niño jadeante, corrió los cabellitos sudados de su frente y besó su naricita.

—¿Qué tienes ahí, Ashi? —inquirió con una de sus tantas sonrisas. Amaba a su bebito.

—Mira —Asher colocó un huevo entre ambos cuerpos y lo observó con sus ojos brillando febrilmente.

—¡Un huevo! —Harry exageró su sorpresa, sacándole risitas con dientitos de leche a la vista.

—¡En-enorme! papá dice que Elmira puso.

Elmira era una de las tantas gallinas que rondaban por la granja. Ellos solían dejarlas sueltas durante el día para que tuvieran todo el espacio que quisieran y en la noche las guardaban en el gallinero para que ninguna alimaña las pudiera lastimar. Eran sus mascotas, en cierto punto, y desde que empezaron con el proyecto decidieron darle el respeto que se merecían.

—¡Ash! —Louis ingresó a la cocina con una expresión de preocupación enorme— amor, te he dicho que no puedes correr por ahí solo.

—Lo siento, papá, quería mostrarle huevo a mami.

—Bien.

Louis le sonrió a ambos antes de acercarse a su omega y darle un suave beso en los labios. Estaba sudado y sucio con tierra y césped, pero a su omega nunca parecía molestarle. El roble junto con la menta y la dulce miel se fusionaron cuando ambos lobos interiores se reconocieron, logrando suspiros en todos los presentes.

—¿Quieres que incluya el huevo de Elmira en tu almuerzo, bebé? —Harry tomó en brazos a su niño y lo meció de lado a lado.

—Por favor, mami —Asher gimió mientras se acurrucaba mejor en la glándula aromática del omega— sueñito.

Oh, mi vida... está bien, en un segundo comeremos y luego podemos tomar todos una siesta en el nido, ¿qué te parece la idea?

Asher asintió antes de estirar sus brazos hacia el alfa. Louis lo recogió y besó repetidamente entre sus cabellos.

De repente, un estrepitoso llanto retumbó desde el piso de arriba, alertando a todos.

—Yo voy, amor —Louis avisó— ¿vamos a ver que le sucede a Eider? —hizo saltar a Asher entre sus brazos, logrando que sonoras carcajada se perdieran entre los pasillos de la casa.

Harry suspiró feliz, orgulloso de que por fin su vida estuviera tomando el rumbo deseado.

Mientras picaba las verduras que incluiría en la comida, su pasado tomó parte de sus pensamientos actuales.

Había conocido a Louis en una de las tantas empresas que el alfa manejaba, una automotriz en especifico. Ambos fueron flechados instantáneamente, cediendo a lo que el destino tenía deparado para ellos. Se enamoraron y tiempo después enlazaron. Sin embargo, coincidieron que la vida que llevaban no era la que querían, aunque esta estuviera compuesta de todos los lujos posible y reconocimiento en pleno centro neoyorquino. Decidieron de un momento a otro dejar todo atrás, compraron una granja a las afueras y se mudaron.

The family's farmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora