Era martes por la mañana y Louis había tenido que salir de emergencia a la ciudad para atender un contratiempo que había surgido en la empresa. Gracias a su repentino despertar, Harry ya no pudo conciliar el sueño, por lo que se dedicó a cuidar y mimar las flores que con tanto esmero plantaba en los alrededores de la ciudad.
Horas después escuchó llantos en la casa, por lo que sin dudarlo se puso de pie, sacudió la tierra de su overol y quitó los guantes que protegían sus manos. Se dirigió a paso rápido al piso superior, encontrándose con su hijo menor de pie en la cuna y ambas manitos aferradas a los barrotes.
El pequeño Eider sollozaba con un enorme puchero, mejillas sonrosadas y lágrimas pesadas. Sintiendo a su lobo rasgar su pecho, por lo que se apresuró a tomarlo entre sus brazos y liberar su dulce aroma para marcarlo.
—Ya, mi vida... ¿Qué sucede, cachorrito? —murmuró sin dejar de mecerse de un lado al otro—mami está aquí, bebé, no hay nada que temer.
Eider gimoteó un poco más, pero lentamente fue calmándose. Tomó entre su manito un rizo de su mamá y sonrió cuando Harry se quejó al jalarlo.
—¿Así que ya estamos traviesos? —el omega soltó su cabello y sonrió— vayamos a ver si tu hermano despertó y les prepararé el desayuno. ¿Qué quieres comer hoy, bebé?
—Vena y patano —murmuró con voz gangosa por el llanto.
—Avena con plátano me parece una increíble elección. Bien hecho, cachorro.
Cuando verificaron que Asher efectivamente continuaba durmiendo se dirigieron a la cocina. Harry depositó al bebé rizado en su sillita especial y dejó sobre la mesita una hoja y varios crayones para que se entretuviera en lo que la comida estaba lista. Solo por si acaso también cocinaría una porción para el cachorro mayor, quien solía despertarse a eso de las 10 de la mañana.
—Má —llamó.
—Dime, Eiddie.
—Tuyo, mami —Eider señaló sobre su mesita y sonrió con dientitos pequeñitos.
Harry tomó entre sus manos la hoja y sonrió con devoción ante las líneas de todos los colores y grosores posibles.
—¡Esto es hermoso! serás un gran artista. Ahora lo pondremos en el rincón del arte, ¿qué dices?
Hace tiempo que Harry y Louis habían implementado con sus hijos el rincón del arte, que no era más que el refrigerador principal. Allí pegaban todos los dibujos, fotos o escritos que los cachorros realizaban ayudándose de diferentes imanes decorativos. Hasta ahora casi todos habían sido de la autoría de Asher, dado que era el mayor y que por consecuente sus habilidades motrices y finas estaban más desarrolladas, pero el orgullo de poner una de las primeras obras del menor recorría de arriba a abajo al omega.
Eider aplaudió desde su lugar mientras saltaba levemente por la emoción, la cual incrementó varios niveles cuando su plato del desayuno se colocó sobre la mesita. Harry había cortado el plátano por la mitad, pero dejó el resto de la cascara para que su hijo pudiera tomarlo con seguridad y alimentarse sin ningún tipo de riesgo.
El ceño del omega se frunció apenas cuando empezó a divisar el desastre generado por las manitos emocionadas. Eider tenía avena hasta en el cabello y agradeció a alguna deidad superior cuando decidió bañarlo luego de desayunar.
Como había previsto, Asher apareció por la cocina con su pijama de estrellitas y cabello alborotado. Corrió hasta las piernas del mayor y trepó hasta quedar sentado sobre su regazo. Harry lo abrazó con fuerza y cubrió con su aroma como había hecho con anterioridad.
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The family's farm
FanficLouis y Harry se conocieron años atrás en una circunstancia demasiado diferente a la de hoy en día. Sin embargo, ahora, siendo alfa y omega, se establecieron en una bonita granja a las afueras de la ciudad mientras cuidan de sus dos cachorritos. ¿P...