Capítulo 1: Nuevas baterías, nuevo comienzo

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Como era de costumbre, siempre llegaba a la misma hora a casa, y ya estaba la comida lista con mis padres esperándome; pero cuando íbamos a comer había una vibra extraña y por las expresiones en sus rostros se veía algo serio.

—¿Qué sucede?—Pregunté curiosa por la expresión en sus rostros.
Mi mamá suavizó su rostro para decirme que su hermana había tenido un accidente y ocupaba ir a cuidarla.
—¿Entonces cuándo nos vamos?— Interrogué incrédula.

—Esta vez no nos puedes acompañar— Dijo algo desanimada.
—Te vamos a dejar con los abuelos en Oklahoma, vamos a intentar volver lo más pronto posible— Algo desanimada asentí para empezar con la cena. Al terminar levanté mis platos y los lavé, cuando iba a mi habitación mi mamá me dijo que mañana a primera hora me dejarían en el aeropuerto. Empecé a arreglar mi maleta, metí lo más esencial y en mi mochila lo más importante para mí, reproductor CD y mi pasaporte, lo demás son cosas que mi mamá me pidió llevar por si acaso. Al día siguiente me levanté temprano para alistarme e irnos al aeropuerto, siguiente parada ¡Oklahoma!.

Al bajar del avión pedí un taxi para dirigirme a la casa de los abuelos, como el camino era largo decidí usar mi reproductor, y a los minutos se dejó de escuchar, supuse que ocupaba nuevas baterías para el transcurso de mi estadía. Al llegar mis abuelos me recibieron con un cálido abrazo y me invitaron a pasar; me enseñaron cuál sería mi habitación, y me dejaron desempacar tranquila. Como eran pocas cosas termine rápido y baje, al ver a mi abuelo le pregunté donde venden baterías, y dijo que había una tienda a dos cuadras donde las podría encontrar.

Al llegar a la tienda le pregunté al cajero donde estaban las pilas AA y me dijo que, al fondo a la derecha, en el camino escuche llegar a un cliente y saludar al cajero a lo cual no le tome importancia. Cuando tenía mi objetivo a la vista noté que solo había un paquete, y al querer tomarlo otra persona las tomó y le reclamé: —¡Hey! Yo las iba a tomar— Declaré elevando la voz —Pero no lo hiciste— Replicó con picardía y se fue a pagarlas.

Me dirigí con el cajero para preguntarle dónde podía encontrar más baterías para mi reproductor CD, a lo cual me respondió que al día siguiente le traerían más. Al salir de la tienda vi al chico al lado de la salida; lo miré indignada, y me di la vuelta para regresar a la casa, cuando alguien me gritó.

—¡Hey tú! chica de las baterías— Me di la vuelta algo molesta al escuchar el apodo y vi que el chico me extendía la mano con dos baterías.
—Está bien, puedo venir mañana por otras— Le respondí
—Tómalas, solo ocupo dos y vienen cuatro— Dijo sonriendo
—Está bien, solo si me aceptas una paleta de hielo— Mencioné un poco nerviosa

Tomé las baterías y entre de nuevo a la tienda ahora para comprar dos paletas, al no saber de qué sabor comprar, agarre dos de fresa; las pagué y salí para darle una al chico y me di la vuelta dando a entender que ya me iba, cuando me volvió a hablar el chico.
—Chica de las baterías, gracias— Me volteé y le di una cálida sonrisa para luego regresar a la casa de mis abuelos.

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