Capítulo 5: En el parque

6 1 0
                                    

A la mañana siguiente, la abuela nos levantó y nos dijo que fuéramos a desayunar, había hecho panqueques con salchicha y huevo estrellado junto con un jugo de naranja.

Cuando An estaba por irse, la abuela nos preguntó que había sido el ruido de anoche, a lo que An y yo nos vimos al mismo tiempo, y simplemente le respondí que había ido por algo de comer y me tropecé, después de eso no preguntó más.

Cuando estaba despidiendo a An me preguntó si no quería ir al parque que estaba cerca. —¿No tienes que ir a trabajar hoy?— Le pregunté, y me dijo que no porque hoy trabajaría su hermano.

En el camino iba tan distraída viendo caer las hojas de los árboles con colores cálidos gracias al otoño, que no me di cuenta de un señor que estaba persiguiendo a su perro y venía directo hacia mí; los perros nunca han sido mucho de mi agrado por lo que me quede paralizada y agarre la mano de An con mucha fuerza.

An reaccionó y fue directo al perro para evitar que saltara sobre mí —¡Wow! Hoy tienes mucha energía, Spike— Estaba hincado acariciando y jugando con el perro.

Después de eso, llegamos al parque y nos sentamos en una banca.

An fue el primero en hablar. —¿Por qué viniste a Oklahoma?—

—Mi tía enfermó y mis padres no podían cuidar de mí al mismo tiempo así que decidieron enviarme con mis abuelos— Le aclaré con simpleza.

—Yo pensé que eras lo suficientemente grande como para cuidarte tú sola— Expresó burlescamente.

—No, de hecho, tengo 18 años, pero tengo unos padres sobreprotectores que no confían mucho en mí, aparte tenían miedo de que volvieran y la casa fuera un caos— Me reí recordando la última que vez que me dejaron sola en casa, los sillones quedaron llenos de espuma de afeitar. —Y tú, ¿cuántos años tienes?— Realmente tenía la curiosidad de saberlo desde el primer día.

—19, he vivido un año más que tú así que ahora en adelante debes respetarme más— Esto último lo mencionó con picardía y yo solo le rodeé los ojos bobamente.

Nos seguimos preguntando más cosas como, que cantantes escuchábamos, nuestra comida favorita y cosas así, An se sorprendió mucho cuando le dije que en casa tenía una colección de cómics de Marvel y DC.

Estábamos tan entretenidos hablando que no nos dimos cuenta del hermoso atardecer que se veía frente a nuestros ojos, el viento soplando los árboles y llevándose las hojas secas; esos colores que se pintaban en el cielo tan resplandecientes como las nubes que parecían pintadas a mano.

De repente siento como An me toma de la mano y me jala corriendo dirigiéndonos entre arbustos y árboles sobre un camino que estaba escondido, en poco tiempo llegamos a un pequeño arroyo rodeado de unas flores tan bellas y justo en el centro se veía el sol radiante reflejándose en el agua.

Nos sentamos en la única banca que estaba, y aunque estuviéramos en silencio no sentí incomodidad alguna, más bien sentí una calma que nunca había sentido, en este ambiente mi oxitocina estaba al tope.

Punto de vista de An

Después de llevarme a Aruna tan deprisa por miedo a que no pudiera ver el atardecer en este lugar, me pregunté por qué había hecho esto; este lugar solo era mío y nunca había traído a nadie aquí, supongo que ella me generaba confianza.

Y en definitiva fue la mejor decisión que puede tomar; si antes tenía dudas de si Aruna me gustaba o no, ya no existían pues al verla tan maravillada con el atardecer me generó una satisfacción y emoción inexplicable. Verla a ella con esos ojos tan brillantes que parecían galaxias me convencieron y me hicieron darme cuenta que ella realmente me gustaba.

En ese momento tenía tantas ganas de besarla, pero no iba a arruinar este momento.

Vacaciones de otoño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora