Capítulo 3: La feria

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Pasó una semana desde que empecé a trabajar y la feria se aproximaba, de la cual me enteré gracias a un cliente. Realmente quería asistir, pero tenía tres inconvenientes, uno; tienes que ir acompañado o si no debes pagar extra, dos; cae en día de trabajo y tres; mi abuelo me había preguntado si le podía ayudar a limpiar el ático. Afortunadamente, mi abuelo le pidió ayuda a un amigo, más no esperaba ver a mi compañero seguirme después del trabajo.

—Ya deja de seguirme— Dije cansada
—No te estoy siguiendo, solo voy por el mismo camino que tú— Me respondió con simpleza— ¿A dónde vas?— Indagó queriendo iniciar una plática.
—Voy a la casa de mis abuelos, ¿tú a dónde vas?— Le conteste para seguir mi camino.
—A la casa de los Collins, mi papá me pidió que les ayudará a limpiar su ático— Me quedé estática y lo voltee a ver, ¡¿acaso mi abuelo le había pedido ayuda a él?!

Una cuadra antes de llegar mi compañero me hace una pregunta que hace parar mi paso. —¿Eres Aruna?— No sabía que responderle, mi nombre ciertamente era Aruna pero, ¿cómo es que él lo sabía?
—¿Quién te dijo?— Le pregunté sin obtener respuesta hasta que llegamos a la casa de mis abuelos.

Al llegar a la casa vimos a mi abuelo bajando un par de cajas del ático, nos acercamos y le ofrecimos nuestra ayuda, mi abuelo nos dijo que lo ayudáramos con las cajas y al vernos nos saludó con una sonrisa.

—¡Oh!, mi querida Aruna, que sorpresa que llegaras junto a An—
—¿Ella es su nieta?— Preguntó el chico junto a mi
—Si, esta hermosa niña es mi querida y única nieta— Dijo mientras sonreía de oreja a oreja.

An y yo ayudamos a mi abuelo durante toda la tarde hasta que mi abuela nos habló para que fuéramos a comer, al bajar olimos el delicioso aroma a spagetti. Mientras comíamos mi abuela nos preguntó si iríamos a la feria el día de mañana, le respondí que no, quería ir, pero no quería pagar de más. Mientras que An respondió que lo seguía pensando; mi abuela le dijo que fuéramos juntos, no respondí, simplemente seguí comiendo.

Cuando terminamos de comer volvimos al ático, estaba cargando tres cajas al mismo tiempo para acabar más rápido pero no considere el peso y cuando sentí las cajas caer, creí que las cajas me aplastarían.   Fue entonces cuando sentí un par de fuertes brazos rodear mi cintura y después el fuerte estruendo de estas caer al piso. An me había atrapado.

Nos quedamos inmóviles por un momento hasta que nos habló mi abuelo para que lo ayudemos en algo, ahí fue donde volvimos a la realidad y recogimos todo. Terminamos de ayudarle al abuelo y ya nos estábamos despidiendo de An cuando de pronto mi abuela nos llama al pórtico:
—Chicos, en la tarde vino una amiga y me dio unas entradas para la feria porque ella no podrá ir con su hija, las usaría yo, pero el abuelo y yo estamos viejos para subirnos a juegos mecánicos — Dijo en un tono burlesco. —Se lo regalo por ayudarnos a limpiar.

No pudimos negarnos, aparte yo quería ir así que solo le diría que entremos juntos y cada quien vaya por su parte, An se fue y yo volví a mi habitación.

Al día siguiente, An volvió para seguir ayudando a mi abuelo. Mientras recogíamos unas cajas, mi abuela vino a darnos vasos con agua y descansar un poco.

—An, querido, ¿y si invitas a tus amigos para que vayan con Aruna?— Nos dijo mi abuela

—Señora Collins, no sé si vayan a estar ocupados, además tengo que ayudarle a mi papá en el trabajo—

—No te preocupes, yo puedo hablar con tu papá— An me miró para después hablar.

—Está bien, si tanto insiste puedo acompañar a Aruna con mis amigos— Mencionó soltando una pequeña risa nerviosa.

Después de eso, seguimos ayudando al abuelo mientras oscurecía y la hora de la feria se acercaba. An se fue para irse a arreglar y me comentó que en una hora vendría a recogerme junto a sus amigos.

Me metí a bañar y me arreglé, luego fui a la sala para ver que An y sus amigos ya habían llegado. Salí tímidamente y vi a dos hombres y una chica junto a An.

—Aruna, estos son Ethan, Jay y Maya, chicos, ella es Aruna— Me los presentó An.

—Hola chicos— Miré el estilo de la chica —Que bonitos converse tienes— le comenté.

—Gracias— Contestó Maya.

Luego fuimos a la feria, cuando llegamos vi que todo estaba muy animado, parecía haber más gente en la feria que la que hay en el pueblo. Empezamos a votar entre subirnos a la montaña rusa que me daba miedo o la rueda de la fortuna, por votos de mayoría, siendo todos excepto yo, nos dirigimos hacia la montaña rusa.

—Si quieren yo los espero aquí abajo— Les dije con miedo, realmente no me gustan las alturas.

—Vamos, no pasa nada, cuando estés ahí verás que es muy divertido— Me replicó Ethan.

—Eso, al final vamos por un helado para recompensarte— Le siguió Jay para luego empezar a subirnos.

La montaña rusa era de 3 personas por asiento, Maya, An y yo íbamos en el de enfrente y Jay e Ethan en el de atrás. El juego inició con una subida lenta, pero en cuanto empezó a bajar todo fue de mal en peor, lo único que podía hacer era gritar. Inconscientemente tomé la mano de An, no podía pensar en nada más que en lo hermoso que era estar sobre el piso, cada vez que había una subida yo me juntaba más a An, cuando terminó sentí mi alma salir por un momento y An me ayudó a bajar, ya abajo me di cuenta que estábamos agarrados de las manos así que rápidamente lo solté, pero para mi mala suerte ya todos nos habían visto.

De repente, algo en mi estómago empezó a revolverse y unas ganas intensas de vomitar me atacaron, corrí hacia un lugar sin gente y solté todo lo que tenía en el estómago, de la nada sentí que alguien me agarraba el cabello, sin darle mucha importancia seguí vomitando hasta que ya no tuve nada en el estómago que sacar.

Cuando voltee a ver quién me había ayudado, me sorprendió ver que An me agarraba el cabello con una cara de preocupación.

—Lamento haberte obligado a subir al juego— Me confesó con un tono de voz arrepentida.

—Está bien, no es tu culpa, no sabias que me iba a pasar esto— Le conteste, estaba avergonzada por lo que acababa de pasar.

Los amigos de An vinieron apresuradamente y se disculparon.

—Supongo que ya no vas a querer helado, ¿verdad?— Dijo Jay de forma sarcástica.

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