Antes que Yo

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Hace unos 7 años dos hombre de 40 y tantos años se saludaron contentos.

—Layton, un gusto que vengas a mi casa, hace años que no te veo —dijo el hombre de pelo oscuro saludando al jefe de la casa Ross.

—Gaius, igualmente —dijo conciso mientras se movía para saludar a la esposa de Gaius, Elara Greengrass, de manera igual de fría —Es un gusto verte, mi esposa quería que nuestros hijos se junten, creo que tienen la misma edad —dijo mirando de reojo a una mujer de pelo oscuro que la acompañaba.

A lado de ella un niño de pelo negro parecía desinteresado.

Gaius se acercó y saludo al niño.

—Hola Vance, ¿Quieres ver a mi hija? —saludo sonriendo aunque el niño le miro directo a los ojos.

El chico murmuró algo y el hombre abrió los ojos sorprendidos.

—Se nota que es tu hijo Layton —dijo riendo —Elara, trae a Daphne —dijo mientras caminaba hacia Layton.

Susurro algo en su oído y ambos se despidieron de sus mujeres dejándolas solas.

Las mujeres parecían muy buenas amigas ya que al instante el ambiente se volvió liviano y amigable.

Pasaron unos minutos cuando una pequeña niña de pelo rubio llegó acompañada detrás por una elfa.

La niña miro a Vance con unos ojos azules fríos para luego hablar educadamente.

—Hola, es un gusto verte Vance Ross —saludo a lo que sus madres comenzaron a hablar sobre chismes.

—Niños, váyanse a jugar por ahí —dijo Elara, los dos chicos se alejaron y hablaron tan fríos como formales.

Daphne parecía un tanto molesta al verse obligada a tratar con un niño como Ross.

El por su parte miraba todo con sus ojos y parecía un poco, solo un poco curioso.

—Eres muy talentosa —dijo el chico en un murmullo que ella llegó a oí.

Se giro un poco y noto la mirada atenta de Ross sobre ella.

—Gracias por el halago —murmuro aunque el negó.

—No es un halago, solo se que tienes talento —dijo aunque Daphne comenzó a sentirse molesta.

¿Qué sabría el sobre ella? Apenas su nombre.

Se giro molesta y lo miro a los ojos.

Pero ese azul marino la dejo atontada por un momento.

Era como si fuera sobre ella y más allá.

—¿Cómo puedes estar seguro? —pregunto la chica.

Pero Vance recordó las palabras de su padre.

“Todo el mundo envidia el poder, ellos envidiarían tu poder”.

Vance paso de largo y apostando.

—Tendremos que esperar para que veas que tengo razón —dijo sonriendo por primera vez desde sus 4 años.

Daphne le miro un poco confundida.

¿Qué le pasaba a este tipo?

Pero con esa apuesta estúpida Vance rompió un poco el hielo entre los dos, después de todo es lo único que el tenía de su madre, un fuerte encanto.

—Ahora juguemos, ¿Tienes escobas de juguete? —dijo el chico a lo que ella asintió un poco confundida.

Paso de no querer hablar a querer jugar con ella.

Pero aún así ella accedió a jugar con el al quiddich.


Pasaron unos años y las visitas de Vance se habían vuelto más recurrentes.

Sobre todo porque la mansión Greengrass estaba cerca del estadio de Anfield, estadio del Liverpool FC.

Después de cada partido que el Liverpool tenía como local el iba a la mansión Greengrass para pasar el tiempo con Daphne.

La chica estaba acostada en su cama leyendo un libro de cuentos mágico cuando el chico entró riendo.

—Hola Daph —saludo sorprendiendo a la chica por su entrada tan despreocupada.

Ella trato de molestarse por su entrada pero solo pudo sonreir al ver a su amigo vertido como un Red.

—Hola Van, ¿Cómo les fue? —pregunto a lo que el chico se sentó a los pies de la cama de Daphne.

—Ganamos la liga al Aston Villa por 9 puntos —dijo totalmente eufórico.

Casi al instante se alejo de Daphne y entre en el balcón.

Ella chisto un poco molesta al saber lo que el estaba haciendo.

Nunca le gusto ese hábito suyo pero aún así sabía que a él tampoco le gustaba, simplemente se acostumbro.

—Hey Vance, ya me llegó mi carta de Hogwarts, ¿Y la tuya? —pregunto ella.

Pasaron unos minutos hasta que se escuchó la ceniza apagarse y el chico entró.

—Espero que los dos vayamos a Slytherin —dijo a lo que los dos acordaron.

“Estar del lado contrario que el/ella sería un infierno”El corazón de los dos pensó lo mismo.

Entonces la chica hablo sonriendo.

—¿A dónde más podrías ir? Eres un cobarde, no eres listo y dudo seriamente que le seas leal a algo más que al Liverpool —dijo aunque el la miró serio y se acercó.

Al ser todavía niños no conocían el término “sexual”.

Van la empujo y se subió encima de ella.

No por cuestión sexual, solo que era era la mejor manera de mostrar control.

Tomo su mentón con la mano para que ella lo mirase.

—Daph, eres mi única amiga, mi lealtad está contigo —dijo a lo que el rostro de Daphne de tiño de color remolacha.

De pronto la puerta de abrió y Elara Greengrass apareció.

Ella nos vio y se rió.

—Veo que los jóvenes de ahora son más rápidos —dijo a lo que los dos tratamos de aclarar el malentendido (sin muchas ganas realmente).

Los dos entendimos que aunque nuestra relación no sea amorosa el casamiento entre nosotros era algo que nos beneficiaria a la larga.

Y así terminamos comprometidos.


La chica se sentía avergonzada, en tanto yo me acerque.

—Aww ternurita, pensé que entre los dos serías la sería —dije a lo que ella me miro tratando de mostrar un enfado que no me pareció nada realista.

—Soy la sería en la relación —declaro a lo que sonreí.

Había caído en la trampa.

—¿Nuestra relación? —pregunte acercándome y acercando mis labios a los suyos.

Pero al igual que antes me rechazo por la misma razón.

—Apestas a tabaco —declaro haciendome reír suavemente.

—¿Si dejará de fumar te podría besar? —le pregunté a lo que ella pensó.

Su rostro mostró una sonrisa encantadora.

—Sería genial si pudiéramos averiguarlo pero primero dejarías al Liverpool antes que al tabaco —dijo y tuvo razón.

Me reí y me aleje de ella.

—¿Y que venías a decirme? —pregunte a lo que ella asintió al recordar.

—Draco no te encontraba y por eso me dijo que yo lo hiciera, claro que no me costó nada encontrarte. —dijo arrogante.

Estuvo en silencio mientras nos mirábamos.

—¿Y que quería el? —pregunte luego de varios minutos.

Ella pareció acordarse de que estábamos hablando y contó:

—El quería que vayas cerca del huerto de calabazas, dice que hay algo muy interesante —dijo.

Pero guarde silencio pensando.

—¿A ti te pareció interesante? —pregunte.

Ella pensó y pareció notar algo que no le gustó nada.

—Creo que no será de tu interés —dijo aunque parecía evitar decir algo.

Sonreí y tome su mentón para que me mirase a los ojos.

Ella evito mis ojos por lo que acerqué mi rostro.

—¿Qué pasa, te da vergüenza? —provoque.

Ella me miro a los ojos de manera desafiante y pude sentir lo que no quería contarme.

—¿Aún estas celosa de que mire a Granger? —pregunte sonriendo encantado por su ternura.

Ella guardo silencio dejando claro que sí.

Sonreí y me burle de ella durante un rato.

Pero ella no pudo aguantarlo más.

Contraatacó lo más fuerte que pudo.

—Si tanta risa te da entonces yo comenzaré a mirar a sangres sucias —dijo a lo que mis ojos se tornaron fríos, algo que noto al instante.

Ella sonrió al notar mi seriedad y murmuró en mi oído.

—¿Qué pasa? Ya no te estás riendo —dijo con una voz fría.

Pero con una sola mirada a mis ojos ella se rió felizmente.

—Ay Vance, yo no tengo ojos para nadie más —dijo sin pensarlo mucho.

Los dos guardamos silencio por un largo tiempo.

Esas palabras fueron involuntarias pero eran su real pensamiento.

Tonteamos un poco y finalmente tuvo que irse.


Fui a donde Daphne me había dicho.

Allí Draco se reía tontamente.

—Hey rubio, ¿Qué pasa? —pregunté a lo que el me miro sorprendido.

—Ven Van —dijo mientras me acerque a el —no pensé que vendrías. —Antes de que llegara señaló hacia la cabaña del guardabosques.

Allí un hipogrifo estaba encadenado aunque poco parecía importarle, estaba sentado sobre su estómago con una apariencia majestuosa.

—Cuando lo decapiten me quedaré con su cabeza, sería un lindo detalle ponerlo a adornar la sala común de Gryffindor —dijo el sonriendo alegre.

Le mire un poco aturdido.

¿Por qué querría la cabeza?

Draco siguió hablando mientras yo solo podía esconder mi decepción.

“Entiendo porqué Daphne no considero esto interesante” pensé aburrido.

No es que me disgustara el que mataran al hipogrifo, solo me pareció aburrido.

Pero mi aburrimiento no se mantuvo mucho tiempo.

Fue como un destello dirigido al cuello de Draco.

Era una varita de madera de vid, mire a la persona que la sostenía.

Otra vez mi mirada termino en ella.

—Granger —dije sorprendido.

Draco parecía asustado, tanto que en mi mente solo podía decirle “deja de llorar cagón”.

—¿Vale la pena? —pregunté con cierto interés.

Ella dudo pero me miro.

Bajo su varita pero Malfoy parece sufrir cuando las cosas salen bien así que se tuvo que reírse de Granger.

La chica se giro fuertemente y le rompió la nariz a Draco con un solo golpe.

Me reí un poco y vi como Draco se marchaba con Crabbe y Goyle.

Suspire finalmente y me aleje un poco de ellos.

Pero al instante recordé la razón por la que el nombre de Granger no salía de mi mente.

—Hey —la llame.

Ella me miro sorprendida y espero a que hablara.

—¿Qué es ese collar? —pregunte alarmandola.

Note en sus ojos como pensó a mil por hora y hablo con normalidad.

—¿Este? —Lo mostró sin vacilar —Es un juguete, ¿Lindo no? —mintio con total descaro.

Sonreí y negué.

—Esta bien si no me lo dices, solo tenía curiosidad, nos vemos… —dije sin saber su nombre.

Ella pareció confundida.

—¿No sabes mi nombre? —pregunto para luego reírse bastante —Lanzaste a Ron al lago y lo mismo a Harry… —recordo un poco rencorosa.

Sonreí suavemente a lo que la chica pareció confundirse.

—¿Qué te da risa? —pregunto molesta.

—Nada, solo pensé que eres la única de las 3 que he dejado en paz —dije a lo que ella suspiro.

—¿No te acuerdas? —pregunto aunque ningún recuerdo llegó a mi.

Negué a lo que ella volvió a suspirar.

Ella sonrió un poco y me miro seriamente.

—Soy Hermione Granger, no lo olvides —dijo seriamente.

—Y yo soy… —trate de presentarme pero ella me corto.

—Ya se quién eres, Vance Ross —dijo a lo que me sorprendí bastante.

—¿Por qué no estás con Potter y Weasley? —pregunte a lo que ella bufo molesta.

—¿No los viste aún? —dijo ella señalando a unos metros de ellos.

Weasley y Potter estaban allí bastante sorprendidos por la interacción.

Ross, Vance Ross, un Slytherin purista estaba hablando con Hermione, una hija muggle, de igual a igual.

Sus bocas estaban rozando el suelo atónitos.

El pelinegro sonrió y contuvo la risa.

Pero ya no tienen más de que hablar.

Los Gryffindor estaban por marcharse cuando Vance hablo.

—Hermione —la llamo por su nombre llamando a la muchacha, ella se giro para verlo y el sonrió —nos vemos después —se despidió.

Los 3 chicos fueron rápidos a la cabaña de su amigo semigigante.

Los 3 Gryffindor no podían recordar la última vez que un Slytherin había sido tan amable (no agresivo) con ellos, bueno, en realidad si, el mismo Ross hacia unas semanas en Hogsmeade.

Desconfiaron muchísimo en las dos ocaciones, en sus mentes Ross era el Slytherin más cruel y violento de todos, como lo había dicho Hermione casi mata a Harry y Ron. Pero Hermione no desconfío, el siempre la había ayudado, ¿Había sido descortés y se había burlado? Si, pero la había ayudado.


Me apoye contra la misma piedra que Hermione había acorralado a Draco.

Cierto calor surgió en mi cuando el humo inundó mis pulmones.

Pasaron 10 minutos en los que el cigarrillo se apagó en mi muñeca.

Estaba por tomar otro pero vi la figura de dos personas aparecer progresivamente hasta llegar a mi.

El hombre de la derecha era nuestro director, Albus Dumbledore.

Pero el otro… tarde unos segundos en reconocerlo.

Era el ministro Fudge.

—Oh, buen día señor ministro —salude a lo que el hombre del lado izquierdo.

—El hijo de Layton… —me reconoció al instante —ven, tu padre quería que veas esto —dijo.

Dumblero no pareció un poco reacio pero no tenía mucho más opción.

Me pareció un poco raro pero luego recordé el lugar de poder que tenía mi padre, tenía que acostumbrarme a la crueldad desde joven para poder ascender.

Desde lo lejos de cabaña comencé a ver cosas muy raras.

Era difícil distinguir a una persona solo por su aura pero aún así era posible, lo note cuando vi el aura de Hermione en dos ubicaciones diferentes.

Llegamos a la cabaña, una piedra rompió una ventana pero parecería como si nadie lo hubiera visto, y entramos.

Los hombres hablaron de varias cosas pero el tema principal era obvio, la ejecución del hipogrifo.

Me apoye en la ventana rota y mire con curiosidad.

No sólo era Hermione, me costó un poco pero pude distinguir a Potter.

Sonreí y mi lado amable se apoderó de mi.

¿Cómo se presentó?

Al poco tiempo la Hermione con la que yo había hablado se alejo y la otra Hermione se acercó con Potter para liberar al hipogrifo.

Alzo su mirada y se encontró con mis ojos.

Sonreí suavemente y me gire.

El ministro estaba por salir pero hablé:

—Ministro —dije llamando su atención.

El me miro esperando a lo que debajo de mi capa moví mi varita.

Entre la cabaña y el huerto se formó una especie de campo que mostraba una imagen estática del hipogrifo sentado en calma, nada más.

—¿Qué sucedería en caso de que el grifo de escapara ahora mismo? —pregunte con una mirada calmada.

El ministro pensó y luego hablo:

—Lo buscaremos aunque no tendríamos sospechosos —dijo a lo que suspire y me di la vuelta de nuevo.

El ministro se acercó al presentir algo y miro por la ventana.

Pero no había nada inusual, todo normal.

Pareció calmarse y siguió hablando sin preocupaciones.

Había ganado la apuesta.

Mis ojos realmente no podían ver ilusiones, solo veía los colores de la realidad, lo demás más que verlo… lo sentía.

No sabría cómo decirlo pero sentía la reacción de los demás en la forma de su mana.


POV HERMIONE GRANGER.

Estábamos rompiendo la cadena que ataba a Buckbeak cuando mire a la ventana preocupada.

Allí vi al chico de pelo negro mirarme con una sonrisa, parecía disfrutar nuestro mal momento.

El nos dio la espalda y lo esuche llamar al ministro.

Mentalmente maldije al Slytherin.

Pero de repente el espacio entre el y nosotros pareció distorcionarse, como cuando hace mucho calor.

Rápidamente lo identifique como una protección mágica.

Vance se dio vuelta y nos volvió a mirar solo que ahora no sonreí.

3 segundos fue lo que tardo en aparecer el ministro mirando por la ventana.

“¿Ahora que Ross?” Pensó Hermione sabiendo que no los había delatado.

Pero el ministro miro al aire y no pareció ver nada raro.

Entonces se fue y Vance volvió a sonreírme mirando la ventana.

Movió suavemente sus labios y entendí lo que me dijo.

—Ahora me debes una, genio —vocalizó mirándome directo a los ojos.

Ahí lo entendí, toda la situación había sido maquinada por el, es como si ya supiera que esto pasaría.

Pero aún así, aunque el lo haya causado tenía que aceptar algo, nos ayudó.

Le debía un favor y lo cumpliría, siempre y cuando no pase los límites.

Asentí suavemente y el se giro apoyándose en la ventana.

Aunque no podía ver su rostro lo conocía, seguramente su rostro mostraba una sonrisa de lo más arrogante.

Pero por alguna razón, en esta situación tan complicada y molesta con el, aún así, estaba sonriendo.


POV Vance.

Sonreí feliz por ayudar a Hermione, siendo sincero quería ganarme su buena cara, tiene talento y eso es lo único que importa, no la sangre o la familia, el talento.


Volví a la sala común y lo primero que recibí fue una mirada irritada.

—¿Draco hablo? —pregunte a lo que ella me miro y suspiro.

—Draco vino con la nariz rota y no quería hablar con nadie —dijo acercándose.

Su mano me empujó contra la pared y me miro fríamente.

—Al instante entendí que Granger le había roto la nariz, simple descarte —dijo al notar mis dudas.

Entonces me miro a los ojos.

El azul del mar con el azul del cielo se chocaron y los dos dudaron un poco.

Ella se acercó y sus cuerpo estuvieron a centímetros sintiendo el calor del otro.

—¿Qué paso? —pregunto al no poder ver en mis ojos.

—Simplemente hablé con Granger —dije a lo que ella me miro fríamente.

Su rostro estaba a poco más de un centímetro del mío, sentí su aliento en mi rostro y solo pude pensar en esos hermosos labios rosados.

Ella noto esa reacción aunque lo noto más por otro tipo de reacción en este tipo de situaciones.

De alejo medio metro y pareció recordar algo.

Ella tomo mi mano y la acercó a su rostro.

—¿Aún te acuerdas cómo sellamos nuestro compromiso? —pregunto a lo que asentí suavemente.

Ella beso mi el dorso de mi mano y mi cuerpo reacciono de la misma manera que en ese entonces.

Ella sonrió y luego acercó su mano a mi rostro.

Sonreí suavemente y le di un beso en la mano.

De nuevo se acercó pero ahora no fue de manera fría, solo quería sentirme cerca.

No le importo que mi cuerpo puberto reaccionará a ella, se quedó cerca.

Pero no podían hacer nada más, lo tenían prohibido.

“Solo cuando sea real” Era la única regla que tenían.

Ella finalmente se rió y trato de disimular el teñido carmesí en sus mejillas.

El trato de reírse también pero esos labios aún seguian en su mente, no lo distrajeron pero supo que ella lo podía ver y eso si lo distrajo.

—Veo que te emocionaste mucho —se burló a lo que le mire con molestia.

—¿De quien crees que es la culpa? —le dije acercándome —Tienes suerte de ser tu, —murmuré ya cerca de ella de nuevo —si no lo fueras tendrías que arreglar lo que causaste —dije.

Pero la maldita ni siquiera amago con disimular.

Se mordió los labios y me miro a los ojos.

—¿Quieres que me encargue? —pregunto mirándome con esos ojos.

Supe que no bromeaba.

En mi mente recordé todo su cuerpo y el problema solo empeoró.

Ella sonrió suavemente y me miro a los ojos.

—¿Te gusta lo que ves? —Se señalo a si misma.

Mire su cuerpo y por primera vez la mire no como mi amiga de toda la vida, la mire como una mujer.

Sus piernas eran bastante largas, su rostro, perfecto, sus labios eran lo que más añoraba y sus ojos… me dereretian.

Mi cara se tiño de rojo y hui, tal como ella había dicho no soy valiente, soy astuto y no dejaría que la serpiente me muerda.

Pero en mi mente no deje de pensar en ella y termine de evaluar su cuerpo en mi mente.

Esa noche no pude dormir y tuve que bañarme con agua fría.






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