—¿Así está bien? —pregunte suavemente, un fuerte brillo azul iluminaba toda la habitación aunque no sabía si era real o mi visión.
Mi padre me miraba y asintió.
—Intenta comprender al escritor del libro, sentir lo que el quiso trasmitir —indico.
Cerré los ojos y las palabras aparecieron en un fondo oscuro, esas palabras azules parecían ser hechas de llamas que se clavaron en mi mente.
Finalmente el libro dejó de emitir ese fuerte brillo pero a cambio había comprendido todo el libro en cuestión de minutos.
Mi padre asintió y estuvo a punto de marcharse aunque antes dijo algo.
—Para cuando terminen las vacaciones deberás haberte leído toda esta biblioteca —dijo señalando el gran lugar —. Hasta que no lo hagas no podrás ir a la mansión Greengrass, de hecho, no tocaras el suelo de Liverpool —dijo seriamente.
Me tomé esas palabras muy enserio.
Cuando Layton salió de la biblioteca la puerta se cerró fuertemente.
Respire profundamente y comencé a absorber el conocimiento de los libros.
10 días y dies noches después.
La biblioteca estaba llena de humo y varios libros había perdido sus títulos y autores por las quemaduras que debaja al apagar los cigarros.
Solo me costó el no dormir ni comer para poder leer todo en solo 10 días.
Sonreí agotado pero feliz a la vez.
Había aprendido una gran cantidad de cosas aunque un poco más y tendría que olvidar mi nombre.
En realidad estaba tan cansado que me dormí encima de unos 4000 libros desordenados y entreabiertos.
Estaba acostado con ella enfrente mío.
Nos besábamos desesperados por el otro.
Ella me quito la camisa roja y la dejo tirada en el suelo.
Yo tome su pijama y lentamente lo subí.
Vi su lindo abdomen y finalmente note su sostén negro.
La mire y susurre a su oído.
—¿Me estabas esperando? —me burle a lo que ella frotó su mano contra mi entrepierna.
—Te noto ansioso, Van —murmuro.
Le quite la parte de arriba del pijama dejándola con la parte baja.
Sin más tire su pijama verde al suelo y mire sus pechos cubiertos por el sosten.
—Puedo… —estaba por decir pero ella sonrió.
—Si, puedes —dijo a lo que no tarde un segundo.
Lentamente le quite el sosten y comencé lamer sus senos.
Ella gimio pero sus manos se metieron dentro de mi short.
Su rostro se sonrojo suavemente al tomar mi pene entre sus manos.
Ella dudo pero me miro a los ojos.
Sonreí mientras jugaba con sus pechos.
—Arriba y abajo, así se hace —le indique a la niña inexperta.
Ella comenzó lentamente y solo pude soltar un quejido.
Me acerqué y mordí su pezón y luego el otro.
Ella gimió fuertemente, tanto que casi al instante su abdomen se mancho de blanco.
—Ummm —Se toco el abdomen y sonrió al sentir la viscosidad del líquido —¿Cómo se llama esto? —pregunto.
Sonreí a su inocencia.
—Es semen —le dije a lo que ella tomo un poco de su abdomen y lo llevo a su boca.
La mire fascinado.
Ella sonrió al notar que volví a estar duro.
—Muy emocionado —termino mientras se giraba.
Su parte baja quedó emparejada con mi rostro y ella quedó cara a cara con mi pene.
Suavemente comenzó a chuparlo.
Mire para delante y vi sus hermosos muslos notables aún con ropa, sus largas piernas que terminaban en unos lindos pies.
Mi mano se metió entre sus muslos y sentí como su boca me soltó un poco.
Pero al instante continuo chupando.
Mi mano suavemente subió sintiendo sus piernas hasta llegar a sus pies.
Los tome con mis dos manos y por alguna razón sentí un cosquilleo allí abajo.
Automáticamente sentí como acababa en la boca de Daph.
Ella rápidamente se giro y quedó cara a cara conmigo.
Note como ella parecía estar ahogándose.
Rápidamente le di unos suaves golpes en la espalda.
Pero ella me detuvo y trago con un fuerte ¡Glup!.
Ella me miro y sonrió.
—Eres una fuerza insaciable —se rió acercándose.
Mis manos estaban en su cintura dispuestas a despojarla de toda vestimenta.
Pero ella tomo mis manos y las subió un poco por debajo de sus pechos.
—Ya casi nos toca dormir —murmuro al querer controlar nuestro avance.
La mire a los ojos y sentí muchas emociones, suyas y mías.
—Daph… ¿No quiere sellarlo todo? —pregunte aunque mis ojos ya habían visto sus sentimientos.
Ella sonrió y sus manos descansaron debajo del elástico del short.
—Vance, soy tuya y tú eres mío, lo que pase pasará pero no adelantaremos nada —decidio unilateralmente.
Pero aún así sonreí.
¿Cómo molestarme con sus manos tocándome?
—Si, soy tuyo —dije.
Estaba durmiendo tranquilamente en mi mansión pero sentí como si hubiera salido de mi sueño.
Mire desde una perspectiva ajena el sueño.
Claro que era porque ese no era mi sueño.
Era un recuerdo.
Estaba sentado a los pies del lago del colegio.
Draco hablaba riendo a mis espaldas.
—¿Qué buscas aquí Weasley, tu dignidad? —dijo a lo que me reí mucho.
El pelirrojo actuó molesto y tomo su varita.
—Callate Malfoy —dijo el chico furioso, casi sin pensarlo el pelirrojo agitó su varita —¡Bombarda! —grito.
Escuche una explosión pero ni me inmute.
Los ojos me brillaban azules.
Su rostro sonreía y mostraba unos lindos colmillos que me hicieron dudar de mi heterosexualidad.
Vance se levantó y miro a Weasley.
—¿Qué?¿Ni varita pudo comprarte tu familia? —se burló Ross.
El Weasley había hecho un autoencantamiento y había explotado todo detrás de su varita, eso lo dejo en el suelo lleno de polvo.
—Por lo menos mi familia no se une a los bandos perdedores —dijo con una sonrisa pedante.
Los ojos de Ross destellaron azules y estiro su varita hacia el.
Un poco tarde dos chicos llegaron, uno era Harry Potter y la otra era Hermione Granger.
Cuando llegaron Ross tenía un rostro impacible.
Estaba muy calmado al contrario del pelirrojo que trataba de no ahogarse en el agua.
Sus piernas y brazos estaban rotos.
Cuando Potter lo vio tomo su varita y le disparó un flipendo.
Pero el ojiazul repelió su hechizo.
El rubio felizmente disparo un expelliarmus.
La varita de Potter cayó al pasto.
—¿No quieres ayudar a tu amigo? —pregunto Ross con una mirada sádica llena de felicidad.
Pero se olvidaron de la tercera.
La castaña rápidamente desmayó a Malfoy y me apunto… digo, apuntó a Ross amenazante.
Ross sonrió suavemente y dejó caer su varita al suelo.
—Bueno, parece que me olvidé de la pequeña rata de biblioteca, ¿No, Granger? —pregunto como si fueran cercanos.
—No me hables con ese tono Ross —dijo ella desafiante.
El sonreía y parecía burlarse de ella pero no le disparo.
—Ve, nadá y traé a Ron —dijo ella.
Pero Ross se quedó quieto y extendió su mano hacia delante.
Ella pareció confundirse cuando su varita salió volando lejana.
—Te confías mucho Hermione —dijo aunque su aura parecía mucho más relajada.
La castaña masculló una maldición.
El se acercó y tomo su varita del suelo.
Con un movimiento arrojo a Potter al agua luego de desmayarlo aunque no le rompió nada.
El miro de reojo a Potter y en ese momento la niña se lanzó contra el.
Forcejearon hasta que el chico se canso.
El se alejo rápidamente unos 3 metros y miro la apariencia descuidada de su contrincante.
—¿Estoy tan mal como tú? —pregunto el a lo que ella sonrió y se burló:
—Estas terrible —dijo ella al ver su apariencia descuidada contraria a lo habitual.
El se rió suavemente y ella lo imito.
Finalmente tomo su varita y apunto al agua.
—¡Accio! —dijo en voz alta para no ser interrumpido, su cabello de repente parecía más húmedo y camino suavemente.
El chico de pelo azabache salió del agua mojado arrastrando a otro chico con el pelo rojo.
—Bien Granger, me entretuviste —dijo el con una mirada satisfecha.
El se dio la vuelta pero se giro rápido.
—Hey, ¿Acaso Potter es realmente el heredero de la cámara? —pregunto el a lo que ella negó.
—Pensamos que serías tú, después de todo hablas parcel —dijo ella.
El se rió y negó.
—¿Crees que los sangre sucias me importan tanto? Son muy arrogantes —dije con una sonrisa.
“Dijo*” me corregí mentalmente.
Ella asintió y suspiro.
—Ah, por cierto, ten cuidado —dijo a lo que la chica pensó en cierta frase muggle.
“Los opuestos se atraen” pensó asqueada de la posibilidad.
El se dio cuenta de eso y con un rostro indiferente agregó:
—Seria muy aburrido competir con los estúpidos Gryffindor sin ti, tu eres la única de ellos que vale la pena —corrigio.
Todo por temor a que Daph pueda verlo en el.
Luego el espacio se torno azul profundo como el océano.
Abrí los ojos y delante de mí estaba la espalda desnuda de Daph.
Sonreí y la besé suavemente.
Ella se movió un poco y se giro para verme.
—¿Qué sucede? —pregunto somnolienta.
—Nada —murmure sin querer verla a los ojos.
Me pegue a ella y cerré los ojos para dormir.
Pasaron unos días y estábamos en el expreso Hogwarts.
Daphne estaba pegada a mi con un libro en sus manos.
Draco miraba por la ventana aburrido.
—¿Viste el mundial? —pregunto el rubio mirándome de reojo.
Asentí y sonreí.
—No podrías creer todos los galeones que obtuve apostando —dije sonriendo a lo que el se rió suavemente.
—Veo que somos iguales en eso —dijo.
Daphne me miro a los ojos y suspiro.
“Tenes muy malos hábitos” me dijo de manera sorprendente.
Sonreí y la besé.
—Si, soy de lo peor —dije a lo que ella sonrió.
Se pegó aún más a mi y murmuró:
—Aún así te amo —dijo.
Llegamos al castillo y nos separamos en las 4 casas.
Estaba esperando cuando escuché a el sombrero seleccionador cantar:
—Hace tal vez mil años
Que me cortaron, ahormaron y cosieron. Había entonces cuatro magos de fama de los que la memoria los nombres guarda: El valeroso Gryffindor venía del páramo; el bello Ravenclaw, de la cañada; del ancho valle procedía Hufflepuf el suave, y el astuto Slytherin, de los pantanos. Compartían un deseo, una esperanza, un sueño: idearon de común acuerdo un atrevido plan para educar jóvenes brujos. Así nació Hogwarts, este colegio. Luego, cada uno de aquellos fundadores fundó una casa diferente
Para los diferentes caracteres
De su alumnado. Para Gryffindor el valor era lo mejor; para Ravenclaw, la inteligencia. Para Hufflepuf el mayor mérito de todosera romperse los codos. El ambicioso Slytherin
Ambicionaba alumnos ambicioso.
Estando aún con vida se repartieron a cuantos venían, pero ¿cómo seguir escogiendo cuando estuvieran muertos y en el hoyo? Fue Gryffindor el que halló el modo: me levantó de su cabeza, y los cuatro en mí metieron algo de su sesera para que pudiera elegiros a la primera. Ahora ponme sobre las orejas. No me equivoco nunca: echaré un vistazo a tu mente ¡y te diré de qué casa eres! —canto un poco melódico.
Luego de que varios niños fueran repartidos para las 4 casas el profesor Dumbledore de levantó con los brazos abiertos y hablo:
—Tengo sólo dos palabras que deciros —dijo, y su profunda voz resonó en el Gran Comedor— ¡A comer!
Todos comieron felizmente excepto yo que no podía, maldije mentalmente pero pasada media hora Dumbledore volvió a hablar:
—Les presento a su nuevo profesor de Defensa contra las artes oscuras… —comenzó, desde un costado de la mesa de profesores salió un hombre de unos 50 y tantos, tenía solo una pierna normal y la otra era de palo, su rostro era serio y su ojo parecía brillar de manera inusual.
Pero cuando perdí la concentración vi de nuevo todo el azul que inundo mis ojos.
Ahí note algo raro, era que su aura parecía más esbelta, delgada y pequeña.
—Alastor Moddy —presento a lo que todos aplaudimos, ¿Cómo no lo harían?
Mi mente recordó el libro número 1893 de la biblioteca de mi padre.
Fue un texto pequeño.
“De los reclusos en Azkaban, si le preguntas quién los llevo allí, la mayoría responderá el nombre “Alastor “Ojo loco” Moddy”’
Recordé eso y ya sabía con quién lidiaba.
Con el mayor enemigo de los mortifagos.
Sonrei suavemente aunque Draco parecía irritado por el nuevo profesor.
Pero Dumbledore no se detuvo:
—Como iba diciendo —siguió, sonriendo a la multitud de estudiantes que tenía delante, todos los cuales seguían con la mirada fija en Ojoloco Moody—, tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar durante los próximos meses, un evento que no se celebraba desde hacía más de un siglo. Es un gran placer para mí informaros de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los tres magos —Mis ojos brillaron llenos de emoción.
Pero después de divagar durante varios minutos dijo algo que realmente me quito el humor.
—Aunque me imagino que todos estaréis deseando llevaros la Copa del Torneo de los tres magos —dijo —, los directores de los tres colegios participantes, de común acuerdo con el Ministerio de Magia, hemos decidido establecer una restricción de edad para los contendientes de este año. Sólo los estudiantes que tengan la edad requerida (es decir, diecisiete años o más) podrán proponerse a consideración. Ésta —Dumbledore levantó ligeramente la voz debido a que algunos hacían ruidos de protesta en respuesta a sus últimas palabras, especialmente los gemelos Weasley, que parecían de repente furiosos —es una medida que estimamos necesaria dado que las tareas del Torneo serán difíciles y
Peligrosas, por muchas precauciones que tomemos, y resulta muy improbable que los alumnos de cursos inferiores a sexto y séptimo sean capaces de enfrentarse a ellas. Me aseguraré personalmente de que ningún estudiante menor de esa edad engañe a nuestro juez imparcial para convertirse en campeón de Hogwarts. —Sus ojos de color azul claro brillaron especialmente cuando los guiñó hacia los rostros de los gemelos Weasley que mostraban una expresión de desafío—. Así pues, os ruego que no perdáis el tiempo presentándoos si no habéis cumplido los diecisiete años.
Mis ojos se vaciaron y sentí que había sido estafado totalmente.
Primero me dio la ilusión y luego cruelmente me quito eso.
Y todo el salón se sintió como yo, la mayoría de alumnos abucheaba y aún con la explicación del profesor no estaban contentos.
Cuando estábamos llegando a nuestra sala común Snape me detuvo.
—Ross —dijo el fríamente.
Con un gesto le dije a Daph que se fuera.
—¿Qué sucede profesor? —pregunte tranquilo.
El hombre me dio un papel lleno de varios horarios.
—Al abandonar la clase de adivinación quedas por debajo de las clases optativas requeridas, elige una para mañana y entregame la hoja —dijo.
Maldije mi poco talento para la adivinación y mi poca capacidad para escuchar a esa demente hablar.
Estábamos yendo a la clase de cuidado de criaturas mágicas, la segunda clase de hoy después de darle el papel a Snape.
—Recien nacidos, para que puedan criarlos —dijo el profesor Hagrid —, pensé que sería un buen proyecto.
Draco llegó a mi lado y miro a las criaturas.
—¿Y para que los criaremos? —dijo Draco con una voz fría.
Al rubio realmente le molestaba el ensuciarse las manos.
El semigigante se quedó en silencio pensando y Draco inteligentemente lo hostigo.
—¿Y, para que sirven? —pregunto pero el profesor novato pudo pensar.
—Eso lo veremos en la siguiente clase, hoy se encargarán de descubrir de que se alimentan —dijo tranquilo —, es la primera vez que tengo unos escregutos de cola explosiva.
La clase iba normal cuando uno de los escregutos lastimó a Seeamus Dean, el chico le dijo al profesor pero aparentemente era normal que esos pequeños bichos explorarán.
—Ahora entiendo porqué los criamos… —Empezo pero mire a Granger a lado de el semigigante.
Toque el hombro de Draco y le mire con indiferencia.
El suspiro y negó.
—Bien, como quieras Van —cedió encogiéndose de hombros.
La castaña me miro confundida.
Me gire y continúe probando que comía el animal.
No pare a Draco por Granger… solo pensé que diría algo tonto, estos bichos podrían ser realmente útiles si maduran, osea, explotan.
Caminábamos a la siguiente clase cuando Draco me habló confundido.
—¿Desde cuándo te gusta Granger? —pregunto el rubio con seriedad.
Casi me trago el cigarrillo.
Comencé a tocer sorprendido.
—¿Qué dices? Sabía que los rubios eran más tontos que los pelinegros —dije riéndome.
Pero el me seguía mirando.
Sonreí y hablé:
—Draco —Toque su hombro —, tengo a Daphne, una sangre sucia no es nada para mí —dije aunque el parecio dudar.
El suspiro y se fue no sin antes dejar esas palabras:
—Parece que olvidas muy fácil —dijo.
Me fui a la biblioteca sin siquiera comer, solo fume unos 7 cigarros antes de ir.
¿Por qué ir si había leído cantidades ingentes de libros? Fácil, porqué siempre falta algo, siempre quiero un poco más.
Estaba leyendo como persona normal ya que no quería que se sepa en Hogwarts, los profesores, que podía leer así.
Estaba leyendo suavemente, casi parecería la lectura de niño pequeño.
Pero alguien me interrumpió.
—¿Qué te pasa tan de repente? —escuche.
Seguí leyendo e ignore a esa persona.
Pero me quito el libro molesta.
—No me ignores Ross —dijo.
Mire con calma a la castaña y sonreí falsamente, cosa que se notaba desde millas.
—¿Qué pasa Granger? —pregunté.
Ella se sentó a unos 2 metros de mi y me miro dudosa.
—¿Por qué defendiste a Hagrid? —pregunto suavemente.
Sonreí y hablé:
—¿Quién es Hagrid? —pregunté —Suelo olvidad el nombre de la gente —dije.
Ella me miro molesta cosa que me divirtió un poco.
Y por un momento, no me sentí yo mismo.
—Fácil, Draco es mi preciado amigo, no quiero que vaya por ahí haciendo el ridículo… en público —agregue al recordar el invierno pasado.
Ella pareció dudar y hablo:
—¿Nada más? —pregunto.
Hablé ocultando mis dudas:
—Nada más, Hermione —dije desviando la mirada.
Ella suspiro y se levantó pero hablé.
—Come bien o no podrás estudiar bien —dije.
Maldije mi ser.
¿Por qué hablaba así? Ni siquiera me sentía yo cuando hable.
Ella me miro un poco sorprendida y sonrió:
—¿Te preocupas por mí de nuevo, Vance? —pregunto.
La mire indiferente pero mi pulso aumento y sentí que respire más superficialmente.
Y así ella se fue.
Me levanté molesto y me fui.
Estaba caminando aburrido mientras mentalmente repasaba el proceso para las pociones.
Pero de repente sentí el aura de Draco rara.
Me moví rápido aunque me choque con algunas cosas al ver solo colores.
Finalmente vi al nuevo profesor de Defensa contra las artes oscuras zarandeado a un hurón blanco.
Ese era Draco.
Con un movimiento desarme al profesor y deshice la transformación en Draco.
Me acerqué rápido y lo ayude a levantarse.
—¿Estas bien rubio? —dije a lo que el se rió suavemente.
Sus ojos me miraron y sonrió.
—Ahora si —se levantó y respiro profundo.
Me levanté aún más molesto.
—Profesor Moddy, ¿Qué hacía castigando a un alumno con transformación? —dije mirándolo fríamente —. Ese tipo de castigo esta estrictamente prohibido en Hogwarts, me encargare de que usted sea reportado ante el profesor Dumbledore —amenace.
El profesor parecía masticar el aire y hablo.
—Ese alumno estaba a punto de encantar a este chico por la espalda, una táctica cobarde —dijo a lo que suspire y mire a mi amigo.
—Bien profesor —Pense un poco y sonreí —, informaré a el profesor Snape sobre el comportamiento de Draco y a Dumbledore del suyo —dije con una sonrisa sincera.
Los Gryffindor parecieron sufrir ya que el profesor Moddy estaba claramente de su lado.
Mire un poco el entorno y maldije mi ser, todo porque mire a esa maldita castaña.
—Aunque creo que podría dejarlo pasar siempre y cuando ustedes lo hagan —dije en voz alta perdiendo la sonrisa que tenía.
Me di la vuelta y hable con Draco.
—¿Enserio estás bien? —pregunté al rubio que asintió suavemente.
—Luego practiquemos transformaciones —pidio a lo que asentí.
—Claro, pero deja de meterte en problemas —El se rió suavemente.
—Eres negro dijo el cuervo —se burlo.
Llegue a la sala común y fui a mi habitación.
Allí, sentada en mi cama estaba la rubia.
Ella estaba acostada con las manos apurando hacia arriba y murmuraba:
—Cuando lo vea lo voy a matar, dejarme esperando tanto tiempo… —murmuraba.
Pero rápidamente me subí encima de ella sin dejarle tiempo a reaccionar.
La mire enternecido.
—¿Me esperabas Daph? —le pregunté sonriendo.
Ella pareció molesta y no me miro a los ojos.
Toque su mejilla y me sentí conmovido.
Pero elegí la sinceridad.
—Perdón amor —dije recibiendo una mirada atónita —, fui a la biblioteca y me encontré con Granger… —dije sin temer su reacción.
Pero ella solo suspiro.
—¿Y?¿Pasó algo? —pregunto con una mirada suave hacia mi.
Sus ojos azules me miraron y sonreí.
—¿Si pasó algo crees que te lo diría? —pregunte a lo que ella tomo mi cuello con sus manos.
—En ti confiaría mi vida, si me eres infiel supongo que tendrás la decencia de decirmelo —dijo con una sonrisa que estalló mi corazón.
Me acerqué y la besé.
—Nunca te sería infiel —dije a lo que ella me acaricio el rostro.
Su rostro estaba un poco triste y me miro a los ojos.
Entonces fue cuando nos entendimos totalmente, otra vez.
—Así que Hermione —murmuro sin mirarme a los ojos.
Con un movimiento ella termino encima de mí y yo abajo.
Se acercó y sentí su pelo rubio caer en mi rostro como oro líquido.
—Vance, amor de mi vida —murmuro suavemente —¿Por qué sigues hablando con ella? —pregunto.
Dude y hable:
—No hablo mucho con ella —dije.
Pero ella suspiro y me beso la mejilla.
—Casi mueres por ella —dijo con ojos fríos.
Desvié la mirada y con tanta naturalidad como siempre mis manos tocaron sus caderas.
—Casi muero por ella pero sin dudar moriría por ti, sin dudar —dije sintiendo su calor.
Ella sonrió suavemente.
—¿Enserio? —Sentí su mano tocar su cintura y rozar mi mano.
Suavemente puso su varita en mi garganta.
—¿No había pasado algo así antes? —recorde a lo que ella se sonrojo un poco avergonzada.
Ella dejó caer su varita a mi lado y me beso.
—Fue sin querer —dijo tímidamente.
Pero mis manos bajaron sus caderas abajo y la besé.
—No importa, aunque me mates no podría enojarme… siempre y cuando me dejes probarte —murmure subiendo su camisa blanca.
Ella sonrió y me beso.
—No tienes que pedirlo dos veces —dijo suavemente.
Esa misma noche sin falta fui a la biblioteca.
Leí con sueño mientras me tambaleaba pero poco a poco las palabras brillaban y no me dejaban dormirme.
Finalmente me levanté agotado y estaba por irme.
Pero vi a Hermione leer una decena de libros, leía uno y buscaba algo en otro y así constantemente.
La mire un buen rato.
—¿Qué haces Granger? —pregunte curioso.
Ella me miro con unas ojeras terribles.
Me reí un poco y me acerque.
—Leo —dijo cortante.
Me senté enfrente suyo y tome unos de los libros.
—¿”Criaturas mágicas, leyes y derechos”? —leí haciendo una mueca —¿Por qué lees esto, quieres ser abogada o algo así? Eso es aburrido —dije.
Ella me miro y cuando tome el otro libro entendi todo, suspire.
—¿Te dan pena los elfos? —pregunte parandome y mirándola compasivo.
Ella me miro y se levantó para dejar un libro y tomar otro.
Me acerqué y la acorrale contra el estante.
—¿Desperdiciaras tu tiempo en esos seres? Podrías hacer cosas más productivas —dije.
Ella me miro desafiante y chisto.
—Es mi vida, puedo desperciarla como quiera —dijo ella.
—Bien, pero juraría que ya te lo dije —murmure suavemente —Enserio Hermione, si no te cuidas a ti misma no puedes cuidar de los demás, vete a dormir —dije tomando mi varita.
Ella suspiro y me miro con cierto agradecimiento.
—Enserio Vance, no hace falta que te preocupes por mí —dijo con una sonrisa amable a lo que negué.
—No te confundas Granger, quiero ver lo que puedes hacer, ¿Qué clase de mundo harás genio? —dije sonriendo hasta que me di cuenta de que estábamos muy cerca.
Ella puso su mano en mi pecho y me alejo.
—Quiero hacer uno justo, comienzo con esto —me mostró una insignia de color azul.
En ella estaba escrita «P.E.D.D.O».
Traté de adivinar un poco y hablé.
—Plataforma elfica de defensa de los derechos obreros —dije adivinando.
Ella asintió sorprendida.
—Los elfos, los mismo elfos que te hacen de comer, que limpian tu habitación, que alimentan tu fuego, ellos trabajan como esclavos sin siquiera recibir un mísero galeón —comenzó ella mirándome a los ojos —¿No te parece injusto? —pregunto ella.
Oh, tiene un discurso muy sensacionalista.
Mi mente divago rápidamente y termine hablando:
—Hermione, soy de una familia que usa elfos domésticos para mantener decenas de instalaciones —dije a lo que ella pareció recordarlo.
Se giro y se encogió de hombros.
—Parece que solo hablas —dijo pero casi sin darme cuenta tome su muñeca.
Ella me miro y espero pero ni siquiera yo supe lo que diría.
—Hermione… quiero verlo, enserio —La mire a los ojos y me sentí raro, era como si no fuera yo mismo.
Ella sonrió.
Mi azul fue suprimido por sus hermosos ojos
Por un momento, un leve momento ella me superó.
—Bien Vance, toma una —Me dio una de las insignias con una sonrisa encantadora.
Abrí la mano y la tome desviando la mirada.
—Pero no me gusta la abreviatura —Tome mi varita y la moví suavemente.
Las letras cambiaron y ella miro curiosa y un poco más feliz.
—¿O.C.E.L.E? —penso un momento —¿Organización Contra la Explotación Laboral de los Elfos? —pregunto y asintió sonriendo —Me gusta —decidió.
Sonreí un poco y ella murmuró a mí oído.
—¿No te sientes mejor persona Vance? —pregunto.
Desvié la mirada.
—Deberia haber dejado que te conviertes en piedra —dije sin saber de qué hablaba pero ella me miro con unos ojos que me hicieron olvidarme de todo lo demás.
Ella sonreía y murmuró.
—Hablas mucho pero cuando te toca actuar te pones por delante y recibes la bala con el pecho por mi —dijo.
Desvié la mirada y me aleje.
Pero escuché ese murmuró que me hizo perder la compostura.
—Hasta mañana Van —dijo ella.
Mire la insignia en mi mano y mi maná surgió violentamente.
—Enserio… —Me senté apoyado en la puerta de mi habitación.
¿Qué estoy haciendo?
Tome la varita y trate de usar el Reducto pero me deje caer de costado en el suelo frío de piedra y al instante me dormí.
Caminamos a la clase de Defensa contra las Artes oscuras.
Todos estábamos un poco irritados, después de todo el profesor se había puesto del lado de los Gryffindor en su primer día.
Entramos al aula y nos sentamos del lado derecho ya que todo el lado izquierdo estaba ocupado por Gryffindor que habían llegado mucho más temprano que nosotros.
Me senté a lado de Draco y hablamos de banalidades hasta que llegamos todos los Slytherin.
El profesor Moddy camino por el salón con su para de palo haciendo mucho ruido.
—Así que… vamos a ello. Maldiciones. Varían mucho en forma y en gravedad. Según el Ministerio de Magia, yo debería enseñaros las contramaldiciones y dejarlo en eso. No tendríais que aprender cómo son las maldiciones prohibidas hasta que estéis en sexto. Se supone que hasta entonces no seréis lo bastante mayores para tratar el tema. Pero el profesor Dumbledore tiene mejor opinión de vosotros y piensa que podréis resistirlo, y yo creo que, cuanto antes sepáis a qué os enfrentáis, mejor. ¿Cómo podéis
Defenderos de algo que no habéis visto nunca? Un mago que esté a punto de echaros una maldición
Prohibida no va a avisaros antes. No es probable que se comporte de forma caballerosa. Tenéis que estar preparados. Tenéis que estar alerta y vigilantes. Y usted, señorita Brown, tiene que guardar eso cuando yo estoy hablando —dijo causando el sobresalto de… Luvander.
Pasaron unos segundos y el volvió a hablar.
—Así que, ¿Alguno conoce las maldiciones más penadas por el ministerio? —pregunto.
Varios levantaron sus manos, yo incluido.
Pero el profesor eligió a Weasley.
Suspire y baje la mano escuchando la definición de la maldición Imperio. Una maldición que podía manipular totalmente a cualquier ser vivo, en lo personal es mi favorita de las tres.
Luego otro rojo hablo de la maldición Crucio. Era una maldición que volvía a los seres tan sensibles que el solo roce con el viento o la ropa generaba un dolor tan fuerte que podría terminar en la locura.
Mi mirada vago por el salón y note como Hermione estaba por llorar con una mirada llena de desagrado.
—Profesor, ¿Puedo decir la última? —pregunté con una sonrisa.
—Bien señor Ross, ¿Conocé la última? —pregunto deteniendo la tortura sobre el animal.
Con una sonrisa hermosa hablé.
—La maldición asesina, Avada Kedavra —dije felizmente.
El profesor asintió y dio una felicitación vacía.
—¿Podría intentarla? —pregunté sumamente interesado.
Pero luego recordé el aura del auror.
Respire profundamente mientras el tuerto dejaba a la araña de demostración en mi mesa.
Draco me miro curioso y sonrió.
—Avada Kedavra —murmuré golpeando mi varita hacia la araña.
Un fuerte destello verde me cegó y me hizo sentir una gran felicidad.
Sonreí suavemente y mire como la suave aura de la araña se desvanecía frente mío.
Era una situación sumamente hermosa.
Pero rápidamente mi cuerpo se desgasto y mi fuerza quedó al mínimo.
El profesor me miro sorprendido y halago ahora realmente.
—Felicidades señor Ross, se nota que eres hijo de tu padre, tu talento es envidiable, 10 puntos para Slytherin —dijo pareciendo realmente contento.
El profesor miro todo el aula con su ojo mágico y hablo:
—Esas tres son las llamadas maldiciones imperdonables —dijo —, esas no tienen contramaldición —Miro a Potter —¿Entonces por qué se las enseñe? —pregunto.
Espero a que alguno responda pero guardamos silencio.
—Para que sepan que si tienen la mala fortuna de cruzarse con ellas… no tiene escapatoria —murmuro aterrorizando a todos —. Así que deben estar, ¡EN ALERTA PERMANENTE! —dijo con su ojos dando miles de vueltas en segundos.
Cuando salimos del salón todos hablaban emocionados.
—¡Eso fue genial Van, deberías enseñarne esa maldición! —dijo Draco emocionado.
Sonreí y dije en voz alta entre todos los alumnos de las dos casas.
Lo mire con cierta sensación de superioridad.
—Bueno Draco —dije sin más.
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Renasco En Harry Potter Con Ojos Mágicos
FanficSentí como mi cuerpo perdía fuerzas mientras las burbujas subían había la superficie del agua, cerré los ojos ahora calmado al no sentir más dolor. Abrí los ojos y me asusté al ver todo en color azul pero luego entendí que era ese azul, era mana. Lo...