Real

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Volví a mi casa y lo primero que hice fue sonreír.

¿Por qué? El calendario mostraba una X roja en el día de hoy.

Contexto, yo, no Vance Ross, yo, nací en el 1970, eso me dejó lo único que considero hermoso de mi vida.

Las 3 Champions League del Liverpool.

En 1976-1977, 1977-1978 y 1980-1981, el año que morí pero por lo menos morí luego de ver a McDermott anotar el gol que nos dio la ventaja.

Solo de recordarlo me emocioné.

Pero el calendario marcaba el partido del Liverpool, como local contra Q.P.R, como visitante.


Puede que haya tenido que intervenir en una o dos decisiones del árbitro pero fuera de eso la victoria fue total del Liverpool en un 3—0.


Ya era de noche y me pregunté cómo llegaría a Londres a esta hora.

Suspire y tome mi única decisión posible.


POV Daphne Greengrass.

Aún no podía dormir bien, recordaba esa situación en todo momento y el rojo no desaparecía de mi rostro.

Pero en medio de mis pensamientos alguien tocó la puerta.

Eso me sorprendió.

Mi padre hablaba desde afuera, mi madre abría sin tocar y Asto era muy tímida como para venir.

Solo quedaba ese último.

Mi cuerpo ardió y me acomode el cabello rápidamente.

Me mire a mi misma y sonreí al ver mi atuendo.

—Pasa —dije informalmente.

El chico de pelo negro entro y como siempre fue directo al balcón.

Me quedé sentada en mi cama esperando a que el terminara de fumar, tardo casi 2 minutos, nada.

El entro y cerró la ventana.

—¿Jugaron hoy? —pregunte a lo que el asintió.

Había cierto hielo entre ellos, claro que lo pusieron allí entre los dos.

Temían lo que podría pasar si se descuidan.

Casi hacen algo irreversible la otra noche.

Entonces hablé.

—¿Por qué viniste? —pregunte.

El me miro dudoso.

—No tenía otro lugar en el que quedarme a la noche —dijo el pero replique.

—Podrías llamar a tu elfo —Pero el hizo una mirada asqueada.

—No me gusta la idea de tomar la mano de esos seres —dijo en un murmuró —si fuera una mano más parecida a la tuya la tomaría sin dudar —dijo.

Eso era, el no pensaba al decir cosas como esa.

Y ella no pensaba con el.

Estire mi mano y el la miro extrañada.

En silencio entrelazó su mano con la mía.

Nos quedamos en silencio.

—¿Y ganaron? —pregunte desinteresada en eso pero interesada en el.

El sonrió y mí corazón se preparó para lo que el diría.

—Contigo… siento que siempre gano —dijo sin dudar.

No soporte más.

Lo tiré hacia mi.

El se sorprendió pero logró evitar caer encima de mí… totalmente.

El estaba encima de mí, su mano estaba enlazada a la mía a lado de mi rostro.

Su otra mano era el soporte que uso para no caerse encima de mí.

Su cabello era largo, bastante para un hombre pero aún así me gustaba.

Dude pero hablé.

—¿Estamos haciéndolo enserio, o solo es un juego? —le pregunté queriendo saber que sentir por el.

El dudo pero sonrió.

—Toda mí vida pensé que tenía que mentir, quise decir lo que sea necesario para tenerte para mí —murmuro como dagas a mi pecho —pero fue raro, no mentí, no pude, pero aún así terminamos así, supongo que esto es algo real para mí – Sonrió y me soltó la mano.

Esa misma mano me acaricio suavemente el rostro.

—¿Y para ti esto es real? —me pregunto a lo que sonreí.

Tome su rostro con mis manos y no pude contenerme más.

Sus ojos se abrieron sorprendidos cuando nuestros labios se tocaron.

Fue breve pero entendí lo que sentía por el, no quería dejarlo nunca, para nadie ni nada, solo ella lo podía tener.

Y por su parte el…

Sus ojos brillaron a un punto que yo lo vi, me separé de el y volví a quedar debajo de el.

Estaba por hablar cuando él me volvió a besar.

El beso fue más largo y el parecía realmente quererlo.

2 centímetros nos separaban.

—¿Y?... —murmuré atemorizada.

—¿Qué? —pregunto el mirando mis labios.

—¿Qué somos? —le pregunté.

El se quedó en silencio y finalmente sonrió.

—Somos nosotros, nada más —dijo mientras me besaba la boca, las mejillas y el cuello suavemente.

Sonreí más con cada beso, cada uno duraba más y más y era más violento y desesperado.

—Apestas a tabaco —murmure a lo que el pareció querer alejarse pero no lo deje. Mis manos atrás de su cuello lo mantenían el mayor tiempo posible. —Pero… creo que eso también me gusta —dije besándolo.

Poco a poco nuestras posición cambio.

Terminamos acostado, el detrás de mí besaba mi cuello suavemente como si eso fuera lo que más le gustaba de mi, yo estaba pegada a el de espaldas así que obviamente sentí ese rifle apuntándome, se marcaba fácil ya que el estaba con unos shorts rojos.

Me reí al sentir eso pero no fue una burla, fue una risa nerviosa.

Era grande, si eso entraba en mi.

El soplo mi oreja y me volvió a la realidad.

—Sabes que odio ser ignorado —dijo lamiendo detrás de mi oreja.

Mi cuerpo ardió y me tape la boca, pero esa lamida termino en una suave mordida en mi oreja.

Solté un suave gemido y escuché su risa.

Eso me molestó muchísimo.

Me gire y lo mire a los ojos.

El entendió lo que quería hacer y lejos de tratar de evitarlo el levantó el mentón dejando ver su blanco cuello.

Me acerqué y lamí su nuez de Adán.

El reacciono de dos manera, el rifle creció más y gimió suavemente.

Sonreí ante su hermosa reacción y comencé a dejarle chupones.

Sus manos rodearon mis caderas y pegaron su cuerpo al mío aún más.

Mi pierna lo rodeo y sentí su rifle apuntando entre mis piernas.

Su mano tomo mi muslo y subió.

El sonrió y hablo:

—Espera —dijo sentándose en mi cama y quitándose la camiseta roja.

Mire su torso, no es como si nunca lo hubiera visto, en realidad era usual, demasiado para ser normal.

Pero en esta situación el verlo así… me sentí húmeda.

Mire su cuerpo, todavía recordaba como de la nada Van volvió un día y tenía tatuado el escudo del Liverpool encima de su marca de nacimiento que iba desde sus mano izquierda hasta el centro de su espalda rodeando casi todas sus extremidades menos la mano derecha.

En ese momento solo quería que se tatuara mí nombre en el.

Toque su pecho y deje que mi mente fuera corrompida por el deseo de su cuerpo.

Me acerqué a su cuello y lo bese bajando, siempre me pareció raro que Vance tenga pezones, ¿Para que me servían a el?

El pareció entender lo que quería hacer y trato de alejarse pero al instante mordí su pezón.

El gimió fuertemente.

Lo mire deseosa y el entendió que quería.

El se tiro encima de mí y beso mi cuello.

Me reí por sus besos cuando sentí su mano tocando mi abdomen.

Quería hacerlo, quería llegar al final pero algo me lo impidió.

Eso que me lo impidió se llamaba Vance Ross.

Lo aleje un poco y susurre:

—Hora de dormir —dije como solíamos hacer.

El pareció sufrirlo un poco pero al mirarme a los ojos entendió el porque.

Porque es el.

Quería hacer las cosas bien, no quería que el hiciera lo que quisiera y luego se fuera, después de todo es el talento de su familia.

Aunque parecía que yo podía hacer lo que quisiera con el en realidad todas sus reacciones estaban controladas, soy una chica normal, no puedo ver detrás de esta gente.

El sonrió y lo rectifico:

—Te amo, enserio —dijo el mirándome a los ojos.

Asentí y lo besé.

—Lo se, por eso se que me respetas y no harás nada que yo no consienta —dije a lo que el suspiro y se acostó dándome la espalda.

Sonreí enternecida y murmuré:

—Vamos, no te enfades —dije en su oído.

Mí mano camino por su espalda hasta llegar al centro del amor de su vida.

La Liver Bird, sentía como el respiraba tranquilo, como parecía que nada hubiera pasado.

Mi mano acaricio y rodeo su cuerpo abrazándolo.

Suspire resignada, sin verle los ojos no sabía que sentía o pensaba, mientras tanto el sabía todo de mi con solo tocar mi piel.

El tocarlo sin verlo era la mayor muestra de confianza que podía darle.

Pegue mi cuerpo al suyo con la excusa de protegerme del frío.

Y finalmente el hablo:

—No estoy molesto, ya lo dijiste, el amarte es respetarte, lo que me molestó es que desconfiaras de mi —murmuró tiernamente.

Casi me muero cuando respondí.

—Van, solo quiero asegurarme que cuando está calentura termine aún así quieras tocar y besar mi cuerpo, sin naturalidad o espontaneidad, quiero que lo pienses cuando vengas hacia mi, que pienses en mí cuerpo y por eso vengas conmigo —dije sin saber explicarme bien.

Pero el suspiro y murmuró algo que me enamoro totalmente.

—Ya vine aquí queriendo tu cuerpo —dijo suavemente.


POV VANCE ROSS.

Estaba sentado en unas altas gradas con mi padre y mi madre, aunque insistí en que no hacía falta ir ellos insisitieron aún más.

Claramente estaba en el mundial de quiddich.

El partido ni siquiera había empezado cuando unas personas saludaron a mis padres.

El primero era el ministro Fudge y el otro era un tal Ludo Bagman.

Ellos se fueron rápidamente y al rato el juego comenzó.

Miraba con desinterés el juego.

Siendo sincero no sentía conexión con ese deporte, solo me gustaba un poco jugarlo pero verlo era bastante aburrido.

Mi madre pareció despreciar al seleccionado búlgaro y apreciar mucho más a los irlandeses.

Finalmente ganaron incluso sin obtener la snich, así de abismal fue la diferencia de habilidad.

Sonreí suavemente cuando mi padre se fue.

De repente había notado que una extraña aura se formaba en su muñeca.

Mi madre me llevo por allí saludando a gente y más gente.

—Es un placer verte Izabelle —saludo un hombre que reconocí.

Gaius Greengrass, estaba con su esposa e hijas.

—Hola Vance, ¿Cómo te va? —pregunto Daphne pasando de los demás.

Era como si solo le importará yo.

Sonreí controlado y hablé:

—Por fortuna todo va bien por ahora —dije mientras los adultos cuchillaban suavemente entre ellos aunque sentí la misma aura en la muñeca de mi padre pero en la de Gaius.

Daph sonrió y tomo a su hermanita de los hombros.

—Van, te presento a mi hermana menor, se que ya la conoces pero ahora es tu… —dijo sonrojada.

La palabra le costó salir.

—cuñada —termino finalmente con timidez.

Astoria me miro y sonrió tierna.

—Hola Vance, no sabía que habías profundizado tanto tu relación con Daph —dijo la niña burlandose de nosotros.

Daphne la miro feo y ella pareció estar disfrutando de la situación.

Entonces mi cuñadita se acercó y murmuró a mí oído:

—¿Ya la besaste, te gusta ella? —murmuró tímida.

Sonreí y recordé que hablaba con mi cuñadita.

—Si, creo que me gusta —dije mirando a su hermana mayor que nos miraba queriendo saber de qué hablamos.

Finalmente la incluí en la conversación, hablamos y tonteamos a lo que Astoria se fue con su madre.

—¿Y?¿Por qué viniste si esto no te gusta? —pregunto finalmente.

Sonreí suavemente.

—Supuse que te vería —dije besándola.

Ella se sonrojo un poco y tomo mi mano.

Pero cuando me estaba por acercar escuché una explosión de color cían que inundo mi vista.

De repente hubo tantos hechizos que mis ojos quedaron cegados por un azul que inundo todo lo que veía en el mundo.

Abracé a Daphne y escuché el sonido de varias apariciones y explosiones hasta que entendí que nos habíamos separado de los adultos.

Cerré los ojos y tome mi varita.

—¿Qué vas a hacer? —pregunto mi prometida.

De repente como un agujero negro sentí que algo nos absorbía a los dos, me costó mucho al no haber visto la realidad entera nunca pero aparecí en la mansión Greengrass.

Obviamente había intentado la aparición.

Mire a Daphne y note su preocupación al mirarme.

—Vance… —murmuro acercándose a mí y tocando mi brazo.

Pero se sentía como si mi brazo hubiera sido molido y desprendido de mi cuerpo.

Aunque Daphne estaba preocupada más bien parecía triste por mi dolor.

¿Por qué no está preocupada? Fácil.

El tatuaje de la serpiente brillo esmeralda y poco a poco la herida cicatrizó y el mal estado de mi cuerpo se volvía normal, me dolió como mil muertes.

Daphne me abrazaba mientras yo trataba de gritar.

Pero mi rostro se mantenia frío.

Cuando por fin me cure ella sonrió suavemente y me beso.

—¿Ya estás bien? —pregunto con una voz melódica.

Sonreí y me levanté.

—¿Crees que una disparticion sería suficiente como para dañarme? —dije arrogante a lo que ella suspiro aliviada.


Poco a poco mis ojos se ajustaron y me sentí mejor, Daphne me halago y halago aunque solo parecía querer distraerse, después de todo su hermanita y madre habían quedado sabe Dios donde.

Pero esas preocupaciones se calmaron con el tiempo.

Ella me abrazo y se quedó así un buen rato hasta que finalmente suspiro.

—¿Estas preocupada? —pregunté recibiendo una mirada confundida.

—¿Qué preguntas? Solo mírame a los ojos —dijo confundida.

Rara vez hacíamos preguntas en momentos serios, eso ya que por alguna razón nos entendíamos con una simple mirada.

Ellos sabían que era extraño pero simplemente pasaba.

Se miraron a los ojos y los dos sonrieron y se rieron como estúpidos.

Incluso en la peor de la situaciones salían ganado.

Si toda su familia morían entonces ellos heredarian antes y tendrían total autonomía.

Se sentaron juntos y sus manos se enlazaron.


Aunque Daphne estaba feliz de ver a su familia en buen estado aún así se sentía muy decepcionada de que hayan sobrevivido.

Aún así yo me sentí indiferente mientras apareciamos en Londres.

Mi madre hablo sobre el tema de manera concisa:

—Si, fueron algunos de los nuestros. El ataque fue mal planeado y no nos lo habían comunicado por lo que tuvimos que improvisar, estoy muy feliz de que hayas salido ileso —dijo a lo que sonreí.

—Cierto, fui afortunado de salir ileso —menti con una voz alegre.

Pero no podía ocultar mi interés.

—¿Padre, que tienes en el brazo? —pregunte a lo que el hombre fríamente levantó la manga de su túnica y dejó ver una marca muy peculiar.

—Esta es la marca del señor oscuro, su poder es equivalente a la fuerza de la presencia del señor oscuro —explico al notar mi curiosidad.

Mis ojos veían claramente la forma del dibujo mágico.

—¿Todos ustedes tienen esa marca? —pregunte.

Ellos dos asintieron.

—¿No es muy estúpido que todos estén marcados cuando la mayoría trabaja infiltrándose? —pregunte con calma.

Ellos no respondieron.

Luego de eso comencé a vagar por la mansión aburrido.

En ese momento entendí porque tenía una habitación tan pequeña.

Todas las habitación grandes estaban ocupadas por cientos y cientos de libros, además de artículos que emanaban cantidades indecentes de mana.

Entre en una de las habitaciones y camine recto hacia un libro que mi padre me había dicho que tenía que leer.

El libro de tapa desgastada mostraba una inscripción en latín.

Sonreí y tome el libro con mi mano izquierda.

La marca de la serpiente brillo suavemente y sonreí.

Abrí el libro y comencé a leer.


POV DAPHNE GREENGRASS.

Estaba asustada hasta que vi la ligera herida que tenía Vance.

Aún recuerdo la primera y última vez que temí por su vida.

Habrá sido en segundo año en las vacaciones.

Estábamos jugando quiddich cuando el ganó con bastante diferencia.

Pero Van siempre fue un mal ganador, luego de ganar se burló tanto de mi que… fue sin querer.

Use un pequeño encantamiento.

El me dio la espalda y continuo regocijandose de su victoria.

—¡Diffindo! —grite, el se giro lentamente pero cuando me miro a los ojos su cuerpo se cortó a la mitad desde la cintura.

El cayó y abrí los ojos sorprendida, el mismo me había enseñado ese encantamiento con la premisa de que era para bromas ligeras.

Me senté a su lado y lloré asustada.

Pero de repente su cuerpo comenzó a brillar suavemente.

Mi mano dudo pero le quite la camisa.

Allí note un largo tatuaje que iba por todo su cuerpo, está… serpiente brillo y como si tuviera imanes el cuerpo de Vance se unió.

Las heridas parecían quemarse mientras la sangre de el se juntaba y volvía dentro de el.

Mire sorprendida como el se levantaba y me miraba molesto.

Pero antes de que hablemos, paso eso de siempre.

Nuestros ojos conectaron y todo rencor o molestia desapareció.

El se rió felizmente como si nada hubiera pasado.

—Fue un buen encanto Daph —dijo el sonriendo y dañando mi ritmo cardiaco.

Sonreí y le saque la lengua.

—La próxima se humilde al vencer, además de que no me des la espalda —dije a lo que el río.

—Se supone que solo a ti te puedo dar la espalda —dijo mirándome a los ojos con una sonrisa.



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