III

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Después de haber vomitado hasta mi alma, me decidí ir al encuentro con Chico Tinder, con algo de vergüenza porque mi mente no quería hacerme recordar nada de él.

Y, además, el no recordar lo que pudimos haber hablado me pone más en aprietos. Suelo divagar bastante en mis conversaciones y pensamientos, y si le sumamos, alcohol, Dios, no quiero imaginar qué cosas habré dicho.

Pese a todo esto, y por alguna extraña razón, he decido venir hasta acá.

Tengo la sensación que anoche disfruté mucho de su compañía.

Los nervios me invaden.

Mi respiración algo agitada.

Calor acumulándose en mi rostro.

Todo esto sentí cuando me encontré con una mirada que de un momento a otro se me hizo demasiado familiar.

Muy familiar.

Necesitaba confirmar si este chico, por cierto, bastante guapo, era o no Chico Tinder.

Si no hubiera bebido tanto estoy segura que mi mente hubiera guardado su imagen en un lugar bien destacado, porque vamos: alto, cuerpo atlético, cabello algo desordenado, pero que le sienta bastante bien, sus ojos de un lindo ámbar y sumémosle a eso todo este aire de seguridad que proyecta. Es que vamos, esta imagen es para guardarla y en un lugar destacadísimo.

Trago pesado.

Vamos, tú puedes, Sakura, anda di algo inteligente.

Suspiro.

Ha llegado el momento de la verdad.

—Tu cara me suena.

Oh, sí.

Gran afirmación, ¡pero es lo único que se me ocurre decir!

—¿Te suena?

Sus ojos parecen analizar cada movimiento que hago y el nerviosismo que ya tenía ha aumentado con creces.

—Sí, mucho.

Ay, dios, esto de sentirme tan observada por este chico me tiene en desesperación máxima pero, que intento disimular, por que vamos, ¡no soy una adolescente con nula experiencia en el amor!

—¿Te suena Chico Tinder?

Oh, Dios.

¿Es él?

¡Es él!

Y de la nada mi mente me da un relajo: en el pub Chico Tinder se me acerca, nos reímos, conversamos, le dejo mi celular un rato y antes de que se marche, le pido su número.

¡Vaya!

El alcohol me desinhibe, esto es claro.

—¿Me creerías que mi mente me acaba de mostrar un montón de imágenes? Es como ¡boom!

—Te creo, tu rostro ha pasado por un montón de emociones en menos de diez segundos.

Una carcajada se me escapa, es que, literal ha sido así.

Ahora lo espero, al parecer trabaja acá, aunque me da la impresión que no es solo camarero, veo que dirige a los demás, les pide cosas, los acelera con su ceño fruncido. Algo que podría verse rudo, pero no lo es, es más, creo que lo hace ver mucho más atractivo.

Frunzo mi frente: ¡contrólate, Sakura!

Y mi lucha por no mirarlo y a la vez evitar hacerlo para no parecer una acosadora, hacen que los minutos se me pasen volando y dios, ya viene hacia acá.

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