Epílogo

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La observo mirar con bastante preocupación el montón de cajas que tenemos frente a nosotros, sus labios fruncidos y sus mejillas bastantes coloradas me hacen casi adivinar que su sentir en este momento no es el más grato de todos.

Porque vamos, solo a ella se le ocurre mudarse en un camión minúsculo y que nos hizo hacer 4 viajes, todo porque quería ahorrarse algo de dinero y no aceptó que le ayudara aunque sea un poco con lo que tuvo que pagar.

Así es ella.

Algo que he aprendido desde que estamos juntos es que es bastante testaruda, así que simplemente le sonrío apenas su mirada se cruza con la mía.

—Shaoran, tú sabes que te amo, pero favor, no quiero comentarios al respecto o te odiaré.

—¿Qué comentarios? —le pregunto mientras vuelvo al pasillo en búsqueda de la última caja que queda por entrar.

—Sabes a lo que me refiero.

Me mira desde el marco de la puerta de su nuevo apartamento, sus brazos están cruzados al frente de su pecho y su semblante me transmite seriedad, seriedad que dura poco ya que un par de mechones de su cabello caen de su alta coleta y comienza a mover su cabeza para intentar sacarlos del frente con muy poco éxito.

—No lo sé —le digo y tras ello le guiño un ojo.

Rueda sus ojos verdes y me quita la caja que llevaba en mis manos. La veo acomodarla en el único lugar disponible: sí, en la cúspide de una torre de por supuesto, más cajas.

Te lo dije, sé que te mueres por decirme eso, lo veo en tus ojos, y sí, tenías razón, debería haber pagado ese camión grande, de seguro si lo hubiera hecho ya tendría al menos algo ordenado —la veo mirar a su habitación para luego soltar un gruñido—. Ni mi cama está armada.

—Bueno, hoy es tu día de suerte, tienes un cuarto bastante cómodo y placentero a unas cuadras y créeme que su dueño estará más que encantado en recibirte en sus tan maravillosos aposentos.

Su semblante pasó rápidamente de la frustración a cierta alegría y por su caminar lento hacia mí sumado a su coqueta sonrisa es bastante seguro que me seguirá el juego, como siempre tan bien lo hace.

—Suena tentador —me comenta mientras pasa sus brazos tras mi nuca y humedece sus labios antes de volver hablar—. ¿Y él será también dueño de la cafetería que está al frente?

—Al parecer sí, eso me han comentado.

—Interesante, aposentos placenteros... una cafetería disponible para alguien que ama el café, ¿hay algo más que tenga ese chico del que hablas y que lo haga aún más irresistible?

Cuando me deparaba a seguir con nuestro juego mi celular vibrando me detiene.

Justo en el momento preciso.

Vamos bien.

A los segundos llaman a la puerta y me hago el sorprendido, Sakura me mira extrañada y da una rápida vista a sus cajas.

—¿Será que se nos quedó algo afuera? —me cuestiona con su ceño fruncido.

Me encojo de hombros e intento poner mi cara de máxima confusión, la observo caminar rápidamente hacia la entrada mientras la sigo de cerca. Sin pensarlo mucho abre la puerta y veo su mirada sorprendida al encontrarse con una pequeña caja justo en frente suyo.

—Eso no estaba y claramente no recuerdo esta caja, ¿será que es la forma en que los vecinos le dan la bienvenida a un nuevo inquilino?

—No lo sé, pero al menos la cajita se ve inofensiva.

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