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Capítulo XXIII

Hans daba vueltas de un lado a otro, su corazón latía tan rápido como el zumbar de una abeja y la preocupación daba en su pecho; todo iba tan bien ¿qué pasó?, Elsa ni siquiera era un problema pero ahora todo se nublaba, nada es fácil y lo sabía pero tampoco pensó que seguiría siendo difícil.

"Solo queda esperar" - Pensó, en efecto, solo quedaba esperar en cuanto pasará por esa puerta, él ya no sería el príncipe sino el rey, su matrimonio con Elsa no solo garantizaba su estadía en el trono sino también estar a su lado, como reina su deber sería apoyarlo; ni Anna, ni Frederick, ni ningún otro podrían alejarla de él ni quitarle el trono, aunque, le inquietaba la calma del día. Llamaron a la puerta, era su señal para entrar, tomó aire y con una mirada nula entró, sus pasos se sintieron pesados como si en vez de pies se tratara de pesadas piezas de metal, la mirada de los nobles estaba sobre él y podía decirse que en algún momento eso le había gustado pero ahora todo era diferente, mantuvo su mirada al frente, Elsa aún no estaba, su gran entrada no había llegado pero según la costumbre él no podía verla hasta ese día; ella se había vuelto su deseo pero también su acabé, el no verla lo volvía loco, ni sus labios ni los de ella habían estado juntos y era algo horrible para él.

- Su excelencia, ¿Ya debe pasar la reina?

"Ella ni siquiera debía estar tan lejos de mí"

Hans dijo que sí, quizás fueron los segundos o la presión del lugar pero sentía que donde la puerta se abría era tan lenta como una tortuga, sus ojos se ampliaron al ver a la mujer que tanto había querido ver, su cabello rubio estaba suelto y caía un lado de su rostro, el adorno blanco en forma de copo que estaba a un lado de su cabello le daba ese toque sutil que tanto le gustaba, ella dio el primer paso, a su lado Kai quien debía escoltarla como era la costumbre, si bien, era una boda de improviso, todo sería legal, nadie la apartaría de él; Hans sonrió, una sonrisa que si bien no pensó fue la más real de todas, sabía que esa mujer era hermosa pero jamás pensó que verla vestida de esa manera la haría aún más bella, su vestido blanco escotado marcaba bien todas las curvas de su cuerpo, sus ojos azules estaban opacos pero eran tan profundos como el mar; cuando ella estuvo cerca él le estandio la mano, la rubia dudo un momento, no quería casarse y menos con él, Hans había hecho cosas buenas y malas pero por la magnitud de sus errores para ella no era más que un traidor.

"¿Qué esperas, reina mía? Eres mi mujer, tu voz es solo un susurro" - Añadió Hans en sus adentros, el contacto de su piel con la fría piel de la rubia lo hizo sonreír, ella no podía reusarse.

Con eso se dió inicio a la ceremonia nupcial y de coronación.

2:00 PM fue la hora en la que Arendelle tiene un nuevo monarca, el ahora esposo de la reina, el rey Hans de Arendelle, el único hombre en la historia de Arendelle que no tendrá el título de rey consorte sino de regente, fue algo que se supo en todo el lugar y hasta a sus límites, llegó a oídos de todos hasta de los que no se querían.

...

- Hans, yo... - Su voz temblaba, sus latidos se aceleraban y parecía que para él todo lo que decía no valía - Yo te ayude a ser rey, ahora dime... - Las palabras se ausentaron de su boca - ¿Dónde está Anna? - El pelirrojo apenas escuchó tomó aire, ni él ni nadie sabían donde estaba Anna, habían especulaciones pero nada más que eso, creer en rumores era como creer en las palabras de los niños - Traela.

- ¿En nuestra noche de bodas hablas de esto? - Pregunto ignorando todo, aunque quisiera, no podía decirle donde estaba porque ni él lo sabía, decirle que su mellizo la había secuestrado no era una opción - Parece que has olvidado algo - La tomó por el mentón - ¿Lo recuerdas? - Añadió una sonrisa burlona, Elsa colocó su mano sobre su muñeca, su piel era fría aunque a Hans ya no le molestaba - ¿No? - Pregunto al no tener respuesta - Bien, te lo diré - Elsa a veces aún sentía el terrible impulso de querer congelarlo - Si cumples tu parte, yo también lo haré.