Capítulo XII

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Elsa

-¡¿Tu?!- Dije al ver a ese tipo frente a mí.

-El mismo princesa Elsa- Aun así me preguntaba el por que estaba allí, y como nadie lo buscaba.

-Permitame decirle Duque que es reina Elsa para usted - Hable intentando demostrarle que no me intimidaba, pero la verdad era que sí, Hans no estaba así que yo estaba sola.

-No majestad,usted al dejar a Arendelle en el caos renunció a su título, así que el príncipe Hans mas conocido como el actual rey de Arendelle es el que ahora posee el título, por lo tanto usted aun es una princesa- Tal vez las palabras de ese hombre eran ciertas.

-Usted no es nadie para decirme eso- Pronuncie fríamente.

-Ni usted para seguir con vida,¿tengo que recordarle que usted encerró a Arendelle en un invierno eterno y término con la vida de su hermana menor?- No dijo mas que la verdad,pero sus palabras me herían aun que no se lo daría a demostrar.

-¿Cómo salió de las mazmorras? - Pregunté.

-La seguridad en ellos no es muy buena aparte que sus soldados no son muy responsables- Sus labios se curvaron en una sonrisa malévola.

-¡Guardias!- Grité.

A tal acción ese enano sujeto río.

-Eso no le conviene majestad- De la nada sus guarda espaldas salieron y uno de ellos me apunto con la ballesta.

-¡Guardias!- Volví a gritar.

-¿Cree que salvaran a una bruja?,si ellos la protegen y respetan por que el rey lo manda,pero al no estar él,usted esta totalmente sola- Dijo.

-Eso no es así - Observe como él hizo señal de que el arma liberara la flecha.

En un movimiento para protegerme me cubrí con mis manos,esperando sentir el contacto de esa filosa flecha contra mi piel.
Lo cual nunca paso,abrí mis ojos,note una pared de hielo la cual detuvo la flecha tal y como sucedió en el castillo.

La diferencia es que escuche los pasos de los Guardias los cuales venían corriendo.

-¡Guardias!- Grite una vez más.

Los cuales no tardaron en llegar,todos apuntaron a esos tipos con ballestas,esperando mi señal para disparar.

-Las Manos arriba- dijo uno de los uniformados,mandato al que ellos obedecieron.

-¿Qué hacemos con ellos su majestad?- Me preguntó.

Pero antes de que yo respondiera alguien lo hizo por mí.

-Llevenlos a las celdas de alta seguridad y que 6 Guardias los custodien - Una voz varonil pero familiar.

-Como ordene su majestad- Respondieron en un unísono.


–¡Esto no se quedara así! –gritó el pequeño hombre mientras se lo llevaban.

–Creeame que no– Dijo él con un tono de malicia.

–¡Es una bruja!,¡No debe protegerla!– Reprochó.

–Eso lo decido yo– Pronunció con soberbia.

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