Finalmente, lo encontró en el interior de la pequeña habitación, sentado en silencio, con la mirada fija en la nada. Se acercó con cautela, sintiendo el peso del dolor y la confusión que lo rodeaba.
Ella había ido tras Sakura para tratar de ayudarla, y solo pudo ponerla en un taxi, ya que su amiga técnicamente le gritó en la cara que no necesitaba a nadie. Al menos sabía que estaría bien porque le pidió el número al señor del taxi para que le marcara si algo pasaba.
Volvió al lugar donde estaba la caravana y solo el frio aire silbaba, parecía que no había nadie por allí, antes de entrar marcó a Sai pero él no contesto, entró a la caravana y escuchó el sonido del celular de Sai. Subió las escalera y llegó a la habitación.
—¿Sai? —lo llamó suavemente, colocando una mano en su hombro. Él levantó la vista, sus ojos mostraban una mezcla de tristeza y resignación.
—Ino... —murmuró bajando de nuevo la mirada, su voz apenas un susurro—. Sasuke y Naruto se fueron, no juntos... Naruto me dejó las llaves y me pidió llevarle la caravana... Al parecer no quería estar aquí...
Ella asintió, se quedó allí tratando de analizarlo, él seguía sin mirarla directamente pero parecía que quería decirle algo, algo que no se atrevía...
—¿Qué pasa? —inquirió suave colocando la palma de su mano en una de sus mejillas y levantó la ceja cuando él se alejó de su tacto— Sai, ¿qué pasa? ¿Sucede algo? —no dijo nada— ¿Sucedió algo más con ellos? ¿Te golpearon? Dime, ¿qué tienes?
Sai suspiró, su mirada reflejando una mezcla de confusión y dolor. Se mordió la lengua sin atreverse a hablar. No podía enfrentarla, sabiendo que quizá ella lo deje...
Con delicadeza, tomó las manos de Sai en las suyas e hizo que la mirara directamente a los ojos. Sai la miró con curiosidad, sus ojos buscando respuestas en los de ella.
—Sai, escúchame —comenzó con voz firme pero amorosa. No entendía del todo su comportamiento pero intuía algo.
—Ino... —murmuró de nuevo, pero ella continuó antes de que pudiera interrumpirla.
— Yo jamás te engañaría. Seguro estás pensando en lo que pasó y en nosotros —el pelinegro seguía expectante—. Lo que Sakura hizo fue... imperdonable, pero es mi amiga y tenía que asegurarme de que estuviera bien. Pero yo no soy como ella, y no solo eso, yo no sabía que ella se metió con Sasuke, y si lo hubiera sabido, la hubiera confrontado y se lo hubiera dicho a Hinata antes —respiró profundo para continuar—. Yo no soy capaz de lastimar a alguien de esa manera, de traicionar la confianza de alguien de esa forma. Tú eres mi mundo, mi vida, mi todo. Quizá tengas dudas y temas... Pero yo jamás te engañaría —repitió con firmeza, su voz resonando con convicción.
Las palabras de Ino parecieron disipar la nube de dudas que envolvía a Sai, y un destello de alivio brilló en sus ojos. La tensión se desvaneció entre ellos mientras el pelinegro la abrazó cayendo ambos sobre la cama.
—¿Era eso? —canturreó la rubia mirado hacia arriba porque estaba sobre el pecho del chico— Tonto... ¿Cómo puedes pensar en e... —el beso de Sai le impidió seguir hablando.
—Lo siento... —susurró sobre sus labios— También tú eres mi mundo, mi vida, mi todo... —la rodeo por la cintura para girar y acomodarse mejor sobre esa pequeña cama— Te amo, realmente te amo, Ino...—sonrió quedando sobre ella haciéndola sonrojar en demasía, y antes de que pudiera decir algo, nuevamente la besó.
Sus labios se encontraron en un beso que era más que un simple roce; era un torrente de pasión desenfrenada, una explosión de emociones que habían estado ardiendo en lo más profundo de sus almas.
