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Orfanato ❝El Pajarito Blanco❞

—Bien hecho, Akutagawa-kun, Atsushi-kun —Habló la voz de Dazai, por el comunicador en las orejas de ambos—. Ahora, a bajar.

—Entendido —Dijeron al unísono. Atsushi puso su pie en el de Akutagawa, haciéndolo tropezar, mientras el mafioso aplasta la cabeza del contrario con su puño, al casi caerse de cara contra el suelo.

Las alarmas de seguridad del orfanato no tardaron en llegar. Al ser quince cámaras las desactivadas de forma desprevenida, manteniendo ocupados a los grupos de personas enmascarados y el dúo de niños en una chaqueta increíblemente larga y negra, finalmente dejaron completamente aseguradas aquellas zonas, a falta de dispositivos de vigilancia. Exclusivamente, el orfanato estaba funcionando a base de las zonas más fuertes, mientras que las más débiles eran el foco de atención en caso de un próximo ataque, que es lo que se espera James realmente.

Sin embargo, no era así.

A la lejanía del orfanato y al inicio del bosque, Dazai había apagado su dispositivo en su oreja, suspirando luego. Volteó a donde ese enano violento se encontraba, notando que este estaba dado vuelta en la rama de un árbol alto, observando desde esa altura el panorama. Tanta gente haciendo guardia e incluso, había notado un par de francotiradores escondidos en buenos lugares, pero no los excelentes.

—¿Qué ves? —Le preguntó Dazai entonces, mirando atento a las expresiones de Chuuya.

—Ocho francotiradores, ciento... diez hombres a mi lado derecho, cincuenta y ocho al lado izquierdo. Una luz de un vigilante entre el tejado.

—¿Seguro que son ocho?

—Tsk, no empieces con tus mierdas. Si dudas, cuenta tú —Le dijo con voz rasposa.

Dazai soltó una sonrisa ladina.

—Ya contaré y serán nueve.

—Son ocho —Le dice cortante.

—¿Apostamos? —Le pregunta entonces, elevando una ceja.

—¿Se te ocurre apostar ahora, maldito imbécil?

—Sí... —Contesta obvio.

Chuuya pestañeó reiteradas veces, casi como si estuviera decepcionado, sin embargo:—Si pierdes, me debes un vino, de los caros.

—Si pierdes, dejarás tu moto conmigo un día entero.

—No te me pongas codicioso... —Le recrimina con una voz desafiante.

—En una, me sale un suicidio en moto, quién lo diría —Dice, volteando su vista a los hombres e ignorando la cara de espanto del contrario—. Me vería asombroso en una y tal vez una bella señorita quiera subirse conmigo a la perdición... —Dice con una sonrisa emocionada.

—No usarás mi moto para tus fechorías. Prefiero mil veces otra cosa —Dice con una mueca.

—¿Otra cosa? —Pregunta Dazai, con aquella mirada de negociante ambicioso maldito que tanto odiaba Chuuya.

—... Dependerá de la otra cosa.

Dazai lo miró de soslayo, arrogante.

—Ya pensaré en esa otra cosa entonces.

Y entonces, Dazai se mueve, viendo cómo Chuuya se esconde en la oscuridad de los árboles, casi como si fuera un fantasma. Solo pudo ver un ojo rojizo brillante en uno de los dos que tenía en su cara, como si fuera un rubí brillante y peligroso.

Hay cosas que no cambian.

Caminó con parsimonia por la tierra, acercándose por el lado contrario al que la gran multitud de gente se encontraba. En ese otro lado, donde habían más francotiradores, Dazai caminó como si no supiese ello y como si fuese inmortal a cualquier ataque sorpresa. Cuando hizo ademán de meter un clip dentro del seguro de una ventana, escuchó el casi inaudible sonido de recarga, ignorándolo completamente. El frío y desolado sitio, le daba cierta sensación de confusión, que su expresión facial no pareció demostrar en lo más mínimo.

Orfanato en adopción - BSDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora