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Nakahara Chuuya era ahora un chico de quince años.

—Ya sabía yo que causarías una nueva reacción con mi habilidad —Soltó en un bufido molesto James—. Sinceramente, pensé que ese científico amigable del que me hice amigo decía muchas cosas sin sentido.

Chuuya seguía tosiendo, doliéndole los pulmones más de lo que creyó. Alzó sus brillantes y afilados ojos zafiro hacia James, cuyos ojos marrones miraban con intriga y desconfianza al chico delante suyo.

—¿Científico? —Le preguntó con voz rasposa y más infantil, mirándose de reojo sus manos, cuyos guantes ahora le quedaban más grandes—. ¿Así que fue él quien te ayudó con toda esta farmacia volátil, no es así?

—Le dije algo parecido y me lanzó una jeringa —Le dijo con una mueca—. Eso solo comprobó que tenía cierta tendencia a una farmacia de igual forma.

Chuuya bufó, causándole algo de gracia.

—¿Sigues recordando en dónde estás? —Le dijo James luego de verlo con intriga, apuntándole con el filo de su espada.

Si retrasó su edad, entonces acortó parte de sus memorias también, ¿no era así?

Pues parece que no.

—¿Te lo pruebo? —Le dijo Chuuya con una mirada orgullosa, arqueándole una ceja.

James sonrió con gracia, y se hizo atrás antes de casi recibir una patada de Nakahara. Lo único que logró sacar a volar fue un pedazo de la gran pantalla del computador donde veía las cámaras. Vio el trayecto de esta, casi golpeando la dinamita y todo aquel sistema del laboratorio de ese "amigo científico".

—¡Este lugar se está cayendo en pedazos y lo único que te importa es matarme! —Le dice con felicidad egocéntrica Nakahara, colocando ambas manos en los bolsillos de aquella larga chaqueta negra de la mafia, luego de colocársela bien—. ¡Me gusta tu determinación, mocoso! ¡Dan ganas de ver cuánto dura!

—¡Lo mismo para ti, ¿sabes?! —Le dice, compartiendo una sonrisa egocéntrica también. Con los dedos de su otra mano, va probando el filo de su espada, apuntando hacia el mafioso luego—. ¡Ven, viejito! ¡Pruébame que aún te puedes las piernas!

Chuuya no dudó más y fue de lleno contra James. Tal como en los viejos tiempos, Chuuya pareció haber adquirido el hábito de su anterior época, donde las patadas eran su fuerte y sus manos ocultas en sus bolsillos, a pesar de usar guantes le dirigían, a James una mirada altanera.

Golpeó los pies de James una vez se agachó y giró sobre sí, como una flecha de reloj. Al verlo desestabilizarse, quiso aprovechar el momento para golpear la mejilla con su rodilla una vez lo viera caer, siendo no ese el caso, pues Barrie utilizó su espada de apoyo al momento de casi caer a un costado. Su espada con el filo sobre la tierra, le dio el soporte suficiente para que con rapidez diera una vuelta sobre esta, con sus piernas extendidas y finalmente, llegar al otro lado. Como un truco de gimnasia, parecía ser que Barrie era bastante atlético y flexible.

Chuuya no se quiso quedar atrás.

Agarró impulso y con una patada tornado, casi pareciendo volar en el aire, golpeó nuevamente la espada, pues James la colocó a su lateral y de forma vertical, sosteniéndola por ambos extremos nuevamente, para que así solamente pensara que el impacto lo arrastraría a sus costados con sus pies bien puestos en la tierra. No llegó ni a terminar de arrastrarse cuando una luz roja formó su silueta, rodeándolo, comenzando a volverlo tan liviano que comenzara a volar sin quererlo. Un par de segundos en el que estuvo ascendiendo hacia el techo, vió cómo Chuuya hizo una patada media luna antes de estamparlo con la pared más cercana.

Orfanato en adopción - BSDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora