Después de años viviendo en una mentira Leah Granger finalmente sabe la verdad, el mundo mágico ahora sabría el horror que traería un simple error del destino.
Desde el principio el destino decidió que esos dos reinos jamás debían unirse, pero nunca...
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❝Odio...❞
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Leah corría escaleras abajo con el baúl traqueteando tras ella y tratando de ponerse el suéter mientras corría, algunos sirvientes se hicieron a un lado para no chocar con ella cuando pasaba.
Escuchó cómo una de las muchachas que trabajan en la casa la llamaban, pero decidió ignorarla al ver que traía un feo vestido en mano y ella no se lo iba a poner.
-Estas aquí...- Se sorprendió al ver a su madre tomando un té en el comedor.
-Pues claro, te dije que te llevaría a la estación- Recordó Hermione divertida- Toma, hice tú favorito-
La menor se sentó en la silla frente a su madre y tomó el plato de hotcakes con fresas y miel sin que la expresión de incredulidad se fuera de su rostro.
Sabía que su madre no había preparado nada de eso, en especial al notar a uno de los sirvientes viendo a la castaña con resentimiento cuando declaró que ella lo hizo todo.
-Es que siempre dices eso y pues... Siempre surge algo- Murmuró la rubia luego de un rato.
-Tenía una reunión, pero se la pasé a Dorotea-Contó la castaña.
La ojigris pestaño dos veces sin creerlo, su madre, la gran jefa del consejo real de Storm's End, la mujer que jamás se ha saltado un día de trabajo ni siquiera en el cumpleaños de su hija ¿Canceló una reunión para ir con ella a la estación?
-De acuerdo mamá ¿Qué pasa?- Preguntó ella levantándose para ir por su café de siempre, ya que su madre había retirado a todos los sirvientes del lugar cuando ella entró.
-No pasa nada hija ¿Es que acaso una madre no puede ir a dejar a su hija a la estación?- Habló divertida la mujer sin levantar la vista del periódico- Y deja el café que te hará daño-
La rubia platino rodó sus ojos y sirvió su enorme taza de café, no le puso azúcar porque no le gusta, así que solo volvió a su asiento y se acomodó mejor en la silla.
-Pues otras madres sí, no tú- Se burló la menor de las Granger.
-¿De qué hablas? Te llevé a la estación... Una vez- Dijo avergonzada la castaña al murmurar lo último.
