Capítulo 10
Cazando perros
La calle de los restaurantes cerca de la casa de Tina tenía el problema de la basura, siempre la recogían y siempre se acumulaba, lo cual era un imán para las ratas, los gatos, los perros y los indigentes. Una mañana amanecieron siete perros envenenados y tanto chinos, como árabes e italianos fueron multados por la municipalidad, además de ser presionados a pagar los impuestos con excesiva puntualidad, no se trató de una política ambiental, todo se debió a la queja de una señora cuya perra cayó entre los caninos envenenados y resultó ser la madre del alcalde, la perra la llamaban Lasy y la madre del alcalde provocó aquella agresión tributaria en venganza. Lo que Tina había descubierto por las noches era una cacería dantesca de perros y luego un espectáculo inhumano en el oscuro mundo de internet, un delito que ni siquiera se mencionaba en el código penal y ahora tenía a los profesionales de leyes estudiando las mutaciones culturales producidas por la tecnología. Aquellos vídeos Javier los había convertido en dibujos y estaban colgados en las paredes del estudio a la vista de cualquier visitante inesperado. Los amigos de Peter quedaron impresionados con los dibujos y exigieron la presencia de Javier en sus rondas de cacería de perros aunque Peter se negó a pesar de su admiración por los dibujos.
- ¿Qué haces en mi habitación?
- Solo estoy viendo tus dibujos. Impresionante.
- Solo son bocetos, no me gusta dibujar de un vídeo.
- Los chicos quieren que te invite esta noche.
- ¿A mí, a dónde?
- A cazar perros.
Aceptó con un gesto fingiendo entusiasmo, pero Peter jamás volteó a mirarle por seguir contemplando los dibujos en la pared interpretando la ausencia de respuesta como una aceptación. Era la primera conversación entre los primos alejada de la trivialidad de los estudios y la primera invitación que uno ofrecía y el otro aceptaba.
- Nos pasan buscando a las doce de la noche y debes vestirte de negro.
- En los vídeos no están vestidos de negro.
- Aquí puedes violar mujeres, pero no puedes matar perros.
La denuncia de Tina los obligó a vestirse de negro y usar máscaras, así facilitaban los tecnicismos legales evitando otra acusación por maltrato animal, sin embargo, por los pasillos menos transitados de los tribunales de menores se abría puertas a un expediente por abuso sexual lo que hacía pensar a Javier la vaga idea de añadir el suicidio de Lucía al documento por violencia de género. Peter pasaba junto a él con los músculos de la cara congelados, la mirada inerte y esquiva, no parecía humano, quizás la sombra de Caronte arrastrando consigo suicidas y perros. En algo tenía razón Alyson, dibujar aquella cacería de perros como si fuese el storyboard de una película de lobos, captarían la atención de Peter, le harían hablar como lo hizo con ella el día en que se conocieron antes de la tragedia de Florida, solo que la descripción de Alyson lo victimizaba, despojándolo de cualquier responsabilidad en el tiroteo y eso alimentaba la envidia de Javier y la obsesión de Martínez, ambos contagiados por una venganza con la excusa de prevenir otra masacre. Javier pretendía enterrar para siempre aquel fantasma grotesco en que se convirtió Lucía y con suerte sepultar los celos por su trágica amistad con Peter.
- Las doce.
Tres días después de su encuentro con Alejandra y Alyson, las cosas sucedieron de manera distinta a como ellas lo planificaron, en la puerta del estudio estaba Peter vestido de negro y Javier enviaba un mensaje a Martínez de acuerdo al plan. Fue la historia de Tina lo que inclinó la balanza hacia las sospechas de que Peter tramaba algo. Ni Alejandra, ni las suplicas de Alyson convencieron a Javier de ignorar la estrategia de Martínez para atrapar a uno de los responsables de la invalidez de su hija, aunque para él era más confusa la motivación de sus acciones, no terminaba de decidir si lo hacía por venganza, celos o terror a descubrir un espectro del mal que le arrastraba a la muerte, jugaba a su favor el hecho de que a los catorce años la experimentada detective lo manejaba como a un niño y ese era el reclamo de Alejandra, la única en considerar que Javier era un menor de edad expuesto sin necesidad a un grave peligro, pero eso también hizo implosión en el orgullo del chico, quien empuñaba un arma apuntando a un inmenso perro que buscaba comida en la basura. Días antes Martínez le había enseñado a disparar y así facilitarle ganar la confianza de los amigos de Peter, siempre con la intención de escuchar sus planes.
- Dispara.
Le decía impaciente el joven acusado de violar a Tina, mientras Peter lo observaba a sus espaldas, siempre evitando la mirada. Aquel canino gris de enormes colmillos tenía mayor tamaño al resto de la jauría, ningún animal se atrevía a importunarle.
- ¡Dispara!
El dedo en el gatillo era en sí una contradicción, sentía poder en su pulso relajado, un temor lejano de que la amiga de Tina lo estuviese grabando con el celular a escondidas, una tristeza por aquel animal que solo seguía su instinto de supervivencia en el lugar equivocado, un odio por la mirada acuciante de Peter que se divertía igual que el día en que Lucía se convirtió en asesina.
- ¡Dispara!
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¡Dispara!
Mystery / ThrillerUn tiroteo escolar llama la atención por la raza latina de los asesinos, Peter vive con una sonrisa sospechosa, sus padres lo envían a un país latinoamericano, nadie sabe si es víctima o victimario, hasta que Javier atañe su risita al homicidio de u...