Cap 13 La receta de la abuela

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Capítulo 13

La receta de la abuela

En una ciudad fronteriza los pueblos se desvanecen entre dos historias, la madre de Javier fue la última de nueve hermanas que se casaron despavoridas huyendo del hogar, porque al abuelo le daba por abusar de las mujeres, fuesen hijas, nietas o vecinas y la receta de la abuela era el silencio, la religión y el castigo. Uno de aquellos maridos mató al abuelo, pero nunca se investigó, ni los abusos a las niñas ni el homicidio, la receta solo había cambiado con el ingrediente de mudarse a la capital con la ilusión de borrar el pasado. Las cinco hermanas mayores enfermaron de rencor, las tres primeras sucumbieron al cáncer, las dos siguientes a la pobreza extrema y el abandono de sus maridos. Las cuatro últimas hermanas se obsesionaron por el dinero, tres de ellas tuvieron éxito económico en el exterior y la madre de Javier se casó con un mal poeta que le dio buen sexo por un tiempo, pero luego una vida de necesidades y temores. Las madres de Peter y Javier eran las dos últimas, las que menos probaron la receta de la abuela y por eso ignoraban cómo tejer emocionalmente una familia. A Javier lo protegieron los cuentos con final feliz que inventaba su madre y las libretas que le regaló el padre para que escribiera sus propias historias, terminó dibujando tan solo que jamás encontró salida en su habitación, algo similar sucedió con Peter, pero sin historias, sin libretas y desangrando villanos en vídeo juegos.

- ¿Puedes creer que tu hijo piensa que su primo es un asesino?

- ¿También habló contigo?

- Yo le dije que dejara los celos y que no me gustan nada esos dibujos grotescos.

Los dibujos estaban sobre la mesa, estaban pisados por un enorme centro de mesa llenó de frutas de verdad, que desde hacía un año eran restituidas cada mes, ambos se sirvieron café en las nuevas tazas de porcelana china que ella compró en el centro comercial, no tanto por un gusto asiático, sino porque la mayoría de los productos que vendían en la ciudad provenían de China, incluso la nueva nevera con dispensador de agua. La casa había cambiado, los muebles habían cambiado, pero las costumbres y recetas de la abuela seguían intactas.

- ¿No te parece que Peter es algo raro?

- Se crió en Estados Unidos, allá la cosa es diferente, desde niño te enseñan a ser competitivo, en concentrarte en tu éxito. Ese chico va a llegar lejos, Javier debe aprender de él en lugar de estar dibujando esas cosas.

- Es bueno dibujando.

- ¿Y tú eras un buen poeta?, los tiempos han cambiado, ahora los trabajos bien pagados están en el uso de las tecnologías.

- ¿No preguntaste por qué los padres de Peter lo enviaran a estudiar aquí?

- Mi hermana temía que los compañeros terminasen involucrándolo en drogas, además ese tiroteo fue un trauma para todos. ¿Qué cosas no? Se siente más segura con Peter aquí...

- Javier no te comentó lo del tiroteo en Florida

- Eso es ridículo, mi sobrino se salvó de milagro, eso es todo. Y no quiero hablar más del tema.

La receta de la abuela se practicó por tanto tiempo que se repetía de manera inconsciente al tratar asuntos complejos, eran parte de la telaraña que Javier descubrió alrededor de Peter, de Lucía, Alyson y temía estar atado a la misma red invisible donde se hilvanan las tragedias sin lógica alguna para los ciegos. Durante dos semanas Javier aceptó un par de invitaciones de los chicos tomando precauciones con las orientaciones de Martínez, supo manejarse bien para no tener que matar otro perro, sin embargo, no logró grabar nada de Peter, ni siquiera un comentario de Alyson o cualquier ex compañera de la que Javier hurgaba en las conversaciones, el único nombre que surgió en una conversación con alcohol y cigarrillos fue el de la pobre Tina.

La demanda de abuso sexual había prosperado y con la nueva ley contra el feminicidio existían herramientas más efectivas contra los abusadores, la prueba de medicina forense fue determinante para inclinar al juez a una decisión en contra del agresor de Tina, a la cual se sumó el director del colegio agradecido con la fiscalía por la discreción del incidente, así prefería llamarlo el director cuidando en extremo sus palabras. La oficina del director era tenía un enorme escritorio con una esfera del globo terráqueo en uno de sus extremos, pero no gustaba sentarse detrás del escritorio cuando tenía invitados, los hacía sentarse en una sala con lujosos muebles de cuero que ocupaban la mitad del espacio en la oficina. La fiscal, acompañada de los padres de Tina y su abogada estaban satisfechas con la posición del director en expulsar al estudiante sentenciado por violación, a pesar de negarse a la expulsión de sus dos amigos, pues no se había comprobado su participación en el "incidente". Tina les temía y aunque no la tocaron, estaba segura de que estuvieron cerca cuando la violaron, pero Tina no se encontraba en la oficina por recomendación de la fiscal, una vez conseguida la sentencia preferían que estuviese lejos de las conversaciones incomodas. En el mismo árbol dónde escuchó hablar de Tina por primera vez, Javier aceptaba probar los cigarrillos electrónicos de la amiga, ambas agradecidas por su declaración en el juicio. Tina estaba sentada, recostada al árbol mientras su amiga se burlaba por la tos de Javier.

- Me impresiona que un joven detective no sepa fumar.

- Tus cigarrillos electrónicos son complicados.

- Excusas, pero no importa, yo voy a enseñarte y regalarte varios, para que me acompañes en este árbol donde nos conocimos.

El flirteo de la chica le hizo olvidarse de Tina, absorta en sus pensamientos junto al árbol, incluso de Martínez, siempre a distancia de Javier sin que nadie se diera cuenta. Ella lo abrazó agradeciendo nuevamente su colaboración para hacerle justicia a su amiga.

- Todavía no sé tu nombre.

- ¿Mi nombre?, es verdad, no te lo he dicho. Mi nombre es Lucía.

Javier tosió más fuerte sin siquiera tener el cigarrillo electrónico en la boca y ella siguió recostada sobre su pecho sin inmutarse, ambos se sentían a gusto, aunque el nombre de Lucía le trajese malos y buenos recuerdos, todos sombreados por la muerte.

- Maldita perra...

Aquella voz sorprendió a la pareja como un trueno en primavera, tardaron en reaccionar cuando descubrieron a Tina aterrada mientras la apuntaban con un arma. Peter observaba a Javier a distancia junto al otro chico, en retaguardia del agresor de Tina, quién le disparó tres veces seguidas al rostro.

***


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