Capítulo 11
Cuando las mariposas agonizan
Tres de la mañana y Alejandra había perdido la paciencia con su hermana mayor, una cosa era hacerse pasar por una adolescente enamorada y sacarle información a Javier sobre la ubicación del supuesto tirador que escapó de Estados Unidos, y otra muy distinta tener responsabilidad por la integridad de ese joven en una situación que podría salirse de control, si eran ciertas las sospechas de Martínez, era un riesgo fingir amistad con aquel trío de psicópatas y eso cargaba a cuenta de ella pues estaba convencida de que Javier le demostraba su hombría al seguir las instrucciones de su hermana. Alyson fingía dormir en la habitación contigua, le prohibieron presenciar la conversación, pero el grosor de las paredes del hotel facilitaba escuchar con tan solo pegar el oído. Ahora caía en cuenta que a diferencia de su tía ella estaba más preocupada por Peter en lugar de Javier, así que parte de la culpa también se cargaba a su cuenta, en especial por recomendarle captar la atención de Peter a través de dibujos grotescos sobre la cacería de perros. Esos dibujos eran impresionantemente buenos y se preguntaba por qué Javier no pensaba seriamente en explotar su talento, probablemente era tan obstinado y hermético como su madre, aunque más tierno e inofensivo que cualquier chico de su edad. Al sonar el timbre de la puerta, un sonido extraño le hizo sospechar de algo grave, no bastaba confiar en el grosor de la pared, Alyson se tiró de la cama y se arrastró hasta la puerta con la intención de salir de la habitación sin usar la silla de ruedas, cual hábil gusano se arrastró por el corto pasillo hasta quedar a pocos metros de la pequeña sala de recepción en la habitación. No podía verlos solo escuchar sus voces y el jadeo de Javier tratando de recuperarse.
- ¿Por qué no llamaste, por qué viniste aquí? Eso no fue lo que acordamos.
- Por Dios déjalo respirar.
No era un problema de respiración, Javier venía con la ropa hedionda y las náuseas contenidas hasta ese momento, entonces vomitó la alfombra tres veces sin dar tiempo de acercarle un cesto o llevarle al baño. Martínez alcanzó a darle un vaso con agua mientras Alejandra llamaba a recepción pidiendo servicio de limpieza, más no se trataba de un gran hotel y educadamente le indicaron dónde podía encontrar algo con qué limpiar mientras llegaba el personal en su horario de ltrabajo. Alejandra buscó junto al ascensor un tobo, un trapero y bolsas de basura, con eso pensó limpiar la alfombra mientras Javier se recuperaba. Al regresar a la habitación encontró a Javier sentado junto a Martínez y por primera vez notó algo de cordura en la mirada de su hermana.
- Lo siento Javier, no debí ponerte en riesgo. Debiste ir a tu casa como te dije...
- Les pedí que me dejaran a varias cuadras de aquí, no podía llegar con ellos a la casa. No podía sin antes vomitar y no quería que me vieran hacerlo.
- ¿Por qué no me llamaste?
- Había que tirar los perros en una zanja lejos, donde nadie nos viera. Y no me quitaron la vista de encima.
- Sospechan...
- No, no es eso. Querían celebrar mi puntería porque le di a ese perro en el medio de los ojos.
Cuando Javier recordó aquel disparo Alejandra ya estaba preparada para que vomitara en el cesto, había hecho un buen trabajo con la alfombra y solo debían esperar dos horas para que el personal de limpieza terminara de hacer lo suyo. Alejandra terminó de salir al pasillo del hotel y Javier recuperado se acercó al oído de Martínez con su fétido aliento.
- Ellos saben de la acusación de violación. Peter no dijo nada, pero los otros chicos quieren vengarse de Tina, su amiga, su madre, el director del colegio y otras personas más. Esos chicos no son normales, pero yo no quiero forma parte de esto. ¿Puedo usar el baño?
Martínez le señaló el camino mientras reflexionaba sus próximas acciones, la primera de ellas enviar a su hermana de regreso con Alyson y vigilar a Peter hasta que Javier pudiese conseguirle pruebas, estando sola se ocuparía de demostrar que fueron tres tiradores en la tragedia de Florida, lo que significaba vengar a las familias que perdieron sus hijos y de alguna manera redimir sus demonios cuando le confirmaron la invalidez de su hija. Camino al baño Javier encontró a Alyson en el suelo, se miraron unos segundos y ella suplicó silencio con el dedo en sus labios, entonces caminó hasta el lavamanos y se quitó el suéter negro para hundirlo en el agua. No pretendía colocarse de nuevo esa ropa así que salió con el dorso desnudo dispuesto a usar camisa de mujer si era necesario, pensó en aquel suéter gris de Alyson con el que ocultaba sus muñecas. Al salir del baño la encontró de nuevo arrastrándose con torpeza, la atrapó en el pasillo y la levantó de un solo impulso llevándola cargada hasta la cama, sin darle tiempo de negarse, apenas pudo atarse del cuello cuando él la levantó y sobre su pecho sintió los latidos de un corazón a punto de explotar. Tras acomodarla en la cama Javier se quedó sentado junto a ella, sin decir nada, sin tocarla, sin mirarla, solo sentado mostrando su enorme espalda desnuda.
- ¿Te gusta Peter?
- Estás loco, ¿por qué dices eso?
- Estás inválida por su culpa y sin embargo lo proteges.
- Lárgate.
- Primero me dices qué pasó en esa maldita escuela.
Javier había perdido su ternura y la intimidaba con una mirada hambrienta de verdades, ella lloró y ninguna lágrima incomodó a Javier, por el contrario, cerró la puerta con llave, le acercó una toalla y se sentó más cerca que antes con la mirada clavada en ella casi rosando con su nariz.
- Si no te largas voy a gritar.
- No me importa lo que hagas y no me voy hasta que me cuentes todo lo que pasó en Florida.
- Por favor Javier me estás asustando. Te lo suplico.
- Yo no voy hacerte nada, solo quiero saber qué pasó, antes de que te hagas daño.
- ¿De qué hablas?
- Te vas a suicidar como Lucía.
Ella trato de esquivarlo, voltearse hacia la pared, pero Javier sujetó sus brazos y de manera salvaje subió una de sus muñecas con cicatrices de navaja hacia sus ojos, su llanto era un gemido ahogado en la almohada ni siquiera tenía fuerzas para zafarse de él, aquella habitación ajena estaba vacía de pertenencias del pasado, apenas una maleta, una libreta con dibujos, algunas cosas de higiene personal y nada de maquillaje, no estaban en su casa, no habían recuerdos, nada que contase su historia, salvo la silla de ruedas en el rincón. Javier se quedó mirando sus piernas pálidas y delgadas que en el pasado fueron hermosas bailando con el equipo de porristas. Seguía llorando sin consuelo con el rostro hundido en la almohada. Javier la abrazó y la besó en la cabeza, se quedó junto a ella en silencio mientras acariciaba su cabello, no parecía importarle que abrieran la puerta y lo sorprendieran junto a ella en la cama con el dorso desnudo. Estaba entre su cuerpo y la pared, él no parecía tener la intención de sujetarla o tocarla, su mano apenas le acariciaba la cabeza como si quisiera recordarle que no estaba sola y lo había logrado, por primera vez Alyson sentía compañía en lo más íntimo de sus secretos, escondida entre sabanas cual oruga en plena transformación a mariposa delante de aquel talentoso dibujante queriendo escucharla y en cierta forma consolarla. Aliviada del miedo a contarlo todo a ese desconocido que la forzó a mirar sus cicatrices de navaja. Quizás era el momento de sacarlo todo afuera y rendirse a una segunda muerte al igual que cuando las mariposas agonizan. Entonces sintió la necesidad de dejarse caer en los brazos de Javier.
- Fue mi culpa, ese tiroteo fue mi culpa.
***
ESTÁS LEYENDO
¡Dispara!
Mystery / ThrillerUn tiroteo escolar llama la atención por la raza latina de los asesinos, Peter vive con una sonrisa sospechosa, sus padres lo envían a un país latinoamericano, nadie sabe si es víctima o victimario, hasta que Javier atañe su risita al homicidio de u...