P.O.V. Diana:
Un día nuevo, una historia nueva, ¿No? Bueno, no pensé que sería una historia tan particular.
Desperté junto a mi hermano. En la noche, luego de contarle todo lo que pasó, él volvió a insistir de quedarme allí.
Supongo que la edad no es un obstáculo para que sigamos durmiendo juntos a veces, incluso puedo decir que jamás me sentí incómoda haciéndolo, estuvimos juntos casi 19 años y hacíamos la mayoría de las cosas acompañados el uno al otro.
Cuando miré hacia la ventana, noté que seguía siendo de noche y... Una sed inusual fue la que me despertó, ya que jamás tuve tanto dolor de garganta.
Miré la hora, era de madrugada y sonreí un poco embobada al recordar lo que pasó con Alec, ¿Qué debe estar haciendo en este momento? Mi garganta seca me tentaba a ir y morderlo, sin importar nada.
Ese pensamiento hizo que mis colmillos salgan, y un ruido en mi estómago junto a mis sentidos afinados, fueron los detonantes para que salga corriendo del lugar en busca de algo que pueda saciar esa sed que llegó de repente.
¿Qué es lo que me sucede? ¿Por qué parece como si no pudiese controlar mis movimientos?
—¡Oye! —escuché la voz de mi hermano a lo lejos, tratando de detenerme.
Jamás sentí semejante sensación, ¿Acaso no aprendí a controlar mi sed hace años? Pues ahora estaba totalmente ida, como si no hubiese bebido nada y tuviese un monstruo en mi interior que no le importa lo que se cruce en frente, atacaría a cualquiera.
Apreté mi mandíbula tratando de contenerme, pero todo era en vano, porque mi garganta ardía más y más.
Ni siquiera bajé las escaleras, me tiré desde el balcón interno y caí al primer piso, donde se encontraba la reserva. Seguí corriendo rápidamente, llevándome las miradas de varios nobles y sirvientes, los cuales jamás me habían visto así de desesperada.
Me sentí como un animal, una "verdadera" vampira, una asesina... Yo jamás niego de que nuestra raza viene del infierno, nunca tuve opción, nací para matar.
Toda mi genética fue creada para esto, pero eso no me obliga a serlo.
¿Y si digo que nunca llegué a la reserva? Ojalá me perdonen, porque no soy una vampira criada al estilo clásico, pero hoy, justamente hoy, acabo de perder cualquier educación que recibí en mi vida.
La vi tan apetitosa y ni siquiera lo dudé, tuvo la mala suerte de estar justo en mi camino en el peor momento, en el más inoportuno, y creo que es algo que jamás olvidará.
Me abalancé sobre aquella pobre sirvienta, la cual solo caminaba hacia su lugar de trabajo, y sin decir nada, clavé mis colmillos en su cuello.
Su grito desgarrador llamó la atención de todos los vampiros alrededor, y mis uñas se clavaron en su cuerpo, como si tan solo fuera una simple presa.
En instantes, estaba rodeada de vampiros que miraban la escena preocupados.
—¡Suéltala! ¡Diana, por favor! —la voz de mi mamá se escuchó entre todos los que rodeaban la escena.
Me aferré más a ella y seguí bebiendo desesperada, la sangre pasar por mi garganta no era suficiente, no saciaba para nada.
Los jadeos de la muchacha me alertaban de que estaba siendo muy ruda con ella, y aunque quise parar, no pude.
Sentí que alguien me quiso agarrar para quitarme, pero me aferré más a su cuello, produciendo otro grito de dolor.
—¡No! No trates de separarla, podrías hacerle mal —la voz de mi padre se hizo presente.
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Sangue Dolce
VampirosMi vida siendo hija de los vampiros más poderosos de la actualidad parecía demasiado aburrida. A medida que los años pasaban, comencé a sentir la necesidad de adrenalina y de algo nuevo, pero no sabía que lo nuevo iba a llegar y ser tan descontrolad...