Capitulo XX (Los secretos salen a la luz) Parte 1

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P.O.V. Diana: 

El tal milagro que todos comentaban, nos dejó atónitos, porque no era nada más ni nada menos que de la familia de los albinos. 

Al parecer, el hermano mayor de Stephen; Noah, consiguió al fin a una mujer noble para hacerla su esposa... 

Los años pasaron y ella quedó embarazada... para luego dar a luz a una sangre pura. 

Estos nacimientos no son para nada comunes, pues la mezcla de sangre entre una real y una noble por lo general termina en la que posee menos poder; la noble.

Según mi padre, la realeza les dice "Fallo", un término bastante desagradable para el pobre noble que nazca y no cumpla con las expectativas, sabiendo que la probabilidad jugó a su favor. 

Alec y yo no podíamos creer que este fenómeno tan particular se dio ahora, y él dijo que hace siglos que un sangre pura así no nacía. 

—Víctor estaría muy feliz si estuviera vivo, el morbo de ese hombre por tener a otra mujer en la realeza, lo llevó a la locura —Alec expresó —pero supongo que es una buena noticia que la realeza se agrande, ¿Verdad?

—Supongo que sí, no somos muchos en este mundo —murmuré. 

—Hace siglos los sangre pura abundábamos en el mundo, pero el crecimiento acelerado de todos los cazadores y la falta de comunicación entre los vampiros era una desventaja importante, aunque ahora los recursos para sobrevivir están a nuestro favor —explicó — Hubo una época donde la nobleza quiso tomar el poder, ya que eran mayoría y decidieron imponerse ante el rey Víctor... Nada salió bien ese día para ellos. 

Era claro que la sangre pura estaba designada a gobernar al resto de vampiros, desde el principio de la creación de la tierra. El poder de los sangre pura era notablemente superior, no por algo son quienes están en los puestos más altos. 

—Diana, ¿por qué no descansas? Luego de este día, vendrá un viaje largo —Alec interrumpió mis pensamientos. 

Lo miré fijamente apenas pronunció mi nombre, y tal como siempre sucedía, una sonrisa embobada se escapaba de mí. 

—¿Qué sucede? ―alzó una ceja. 

―Nada, no sucede nada... ―respondí tratando de borrar mi sonrisa ―Antes de irme a descansar, quisiera tomarme una ducha. 

Él asintió y se sentó en la cama. 

―Estaré resolviendo unos pendientes. ―sacó su celular ―Digamos que estoy dejando bastante de lado el trabajo, además de que Adriano necesita mi confirmación para algunos planes. 

―No te preocupes. ―agarré la ropa que necesitaba y me dirigí al baño. 

Al cerrar la puerta detrás de mí, sentí como si todo el mundo fluyera en automático, desde que quité mi ropa hasta sentir el agua que resbalaba por mi cuerpo. 

No podía controlar esto de mí, como si a mi mente por alguna razón le gustara divagar y comenzar a reflexionar acerca de todo, y puedo decir que a veces se tornaba molesto. 

Cerré mis ojos intentando calmar todos esos pensamientos intrusivos, ¿Acaso hacía falta filosofar tanto? 

Los minutos pasaron y no tenía intención de abandonar la ducha, pero al mismo tiempo ya quería descansar un poco. 

¿Qué sucederá con el misterio de los padres de Alec? ¿Dónde están sus cuerpos? Todo parecía un misterio de película, sin embargo, era increíble la fortaleza y el peso que él cargaba. 

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