CAPÍTULO 13

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Bajo las escaleras agarrada al pasamanos, ya que estas botas altas de cuero tienen un gran tacón aparte de los centímetros de plataforma que llevan en la punta. Solo me faltaba caer rodando.
Imagino que Michelle estará esperando abajo, no le dije nada, tan solo informé a mi padre de mis planes durante la cena. Él se habrá encargado de avisar a Mylo y éste a su vez, de instruir a Michelle en lo pertinente. Como por ejemplo: que nadie se acerque a mi.
Cuando llego a la planta baja, la comitiva mayor del reino se encuentra allí charlando. A Mylo y Michelle casi se les salen los ojos de órbita, pero a mi padre... a papá creo que incluso se le para el corazón.
-¿Adónde te crees que vas así vestida?- espeta cuando se recompone.
-De fiesta.
Me acerco a ellos y miro a Michelle.
-Vete a por el coche.
-¡¿De ninguna manera vas a salir así?!- gruñe papá.
-¿Por qué?
El gran Alejandro Cabello resopla, gruñe, se pasa las manos por el pelo y se mueve nervioso con su traje negro que rebasa los mil euros fácilmente.
-¡Casi se te ven las bragas! ¡Así vestida no vas a salir! — finiquita.
-Sí que lo haré.- respondo tranquila.- Soy mayor de edad y me visto como quiero.
-Camila, no me cabrees.- bufa.
-Mila, que te cuesta ponerte algo más discreto.- comenta Mylo.- Así vestida los chicos pensarán lo que no es y...
-Y no harán nada porque ya se han encargado de que tenga una escolta pegada al culo.- añado cabreada.- Te espero fuera.- digo a Michelle que sigue mirándome con el ceño fruncido.
¡Ole! Empiezo bien la noche. De mala leche.
Subo al asiento de copiloto del BMW X6 negro metalizado, que seguramente le habrá impuesto Mylo. Él y su seguridad con los coches.
Partimos hacia Valencia capital y yo me dedico a mensajearme con las chicas o mirar por la ventanilla mientras escucho la radio.
-Yo solo quería pasar el mayor tiempo posible contigo.- murmura Michelle sin dejar de mirar la carretera.
Lo ha dejado caer, como si no hubiera dicho nada, como si en vez de escucharlo de su boca le hubiese leído la mente. No busca ni espera contestación por mi parte.
Miro de reojo su manera de conducir: con el brazo izquierdo apoyado en la ventanilla y la mano derecha tamborileando al ritmo de Bruno Mars en la parte baja del volante.
Viste los vaqueros negros que le compré, camiseta negra Tommy Hilfiger, y unos zapatos de cuero que le han debido prestar. Es la moda "escolta" verano 2013.
Silencio el resto de trayecto y solo abro la boca para indicarle el camino hacia el bar "Bitúrico" o bar de Manu como todo el mundo lo conoce. Manu es el dueño, junto con su mujer Carlota, y ambos son encantadores.
-Puedes esperar en el coche o entrar.- le digo mientras estaciona el vehículo.
-Por supuesto que voy a entrar.- contesta seria.
-De acuerdo, pero mantente a unos metros de mí. Me quito el cinturón y abro la puerta.
-Tranquila, sé cómo trabajan los escoltas.- espeta con retintín.
-Que profesional.- musito irónica conforme bajo.
-Mucho. He visto demasiadas veces El Guardaespaldas y al igual que Kevin Costner, yo también me pondría delante de una bala por ti.
Exhalo y tras mirarnos fijamente varios segundos, cierro la puerta y marcho al bar.
Michelle camina unos pasos por detrás, pero la escucho perfectamente.
-Acabamos de llegar. Bien.
Pongo los ojos en blanco y sigo caminando por la acera. Informando a Mylo, ¡qué novedad!
El exterior del bar está plagado por fumadores y tengo que apartar a un par de chicos para poder cruzar.
-¡Guau, guapa!- grita uno de ellos.- ¡Quién fuera sol para calentarte todo el día!
Sus amigos ríen y yo resoplo, pongo los ojos en blanco e ignoro.
-¡Ey tía, mira por dónde vas!- vuelve a exclamar el niñato.
Ahora sonrío pensando en qué le habrá hecho Michelle.
No son los únicos ojos que me escanean y me siento un poco incómoda. Debería haberme puesto una falda un poco más larga, pero ya es tarde.
Tiro de la puerta de madera y cristal, y el sonido de los bafles a toda potencia casi me atraviesan los tímpanos.
El bar "Bitúrico" es bastante grande y por eso veníamos casi siempre. La música es buena, el ambiente también y es amplio. Aparte que los dueños son majísimos.
La barra de madera en forma de herradura está en el centro. A la derecha de ésta, las mesas que por las noches están recogidas en un rincón. A la izquierda de la barra la enorme pista de baile y los baños.
Desde la entrada observo todo el local en busca de alguna de mis amigas. Está algo a oscuras, con las luces de colores bailando por todo el local, pero aun así logro dar con ellas. Están en la barra charlando y riendo con Carlota.
Voy a dar un paso hacia ellas, pero dos manos me agarran fuerte de las caderas y tiran de mí hacia atrás, hacia un cuerpo. Me tenso y al mirar por encima del hombro veo a Michelle que se inclina hacia mi oído.
-Sé que estás enfadada, pero por favor, no hagas ninguna tontería.
Puede que sea su tacto que lo añoraba, o su voz tan cerca, o su cálido aliento que me roza la piel... pero estoy por derretirme. Su cabeza toca la mía y sus pulgares trazan círculos por mi piel. Llevo mi mano libre a la suya y mientras asiento con la cabeza, se la retiro. Después miro a mis amigas y compruebo que ya me han visto, que nos han visto, y levantan la mano para saludarme.
Sus ojos son de puro asombro al ver mi look de hoy y hago que no me entero mientras saludo a Marc y Raúl, novios de Ariana y Ally respectivamente. Marc es tan pijo como su chica, quizá por eso hagan tan buena pareja. Raúl tiene planta de intelectual, con sus gafitas y su pelo moreno repeinado, pero es un cachondo mental.
Cuenta unos chistes para morirse de la risa.
Las chicas lucen preciosos vestidos, pero está claro que yo he causado furor.
-¡Me encantan esas botas!- exclama Ariana.
Yo sonrío y señalo a Dinah y Normani.
Cruzo entre ellas y me apoyo en la barra para saludar a Carlota. No la veía desde la famosa Nochevieja y parece que por ella no pasan los años. Tiene cerca de cuarenta y aparenta diez menos, una brillante melena pelirroja, en coleta como siempre, una camiseta blanca de tirantes y ese tatuaje en su hombro derecho "Made in Valencia" que tanta gracia me hace.
Tras los saludos y la charla de cortesía: "¿qué tal, cómo estás?" "¡cuánto tiempo sin verte!" "¿qué es de tu vida?" etc etc, paso a preguntarle por su marido, Manu.
-Ahí lo tienes, de Dj.- contesta señalando el fondo.
Las dos reímos y miro hacia el final de la barra. Lo veo trasteando con el reproductor de música y unos cascos puestos en las orejas.
Manu es lo que se conoce coloquialmente como "un armario empotrado". No es que sea alto, es que es grande, gigante, casi más que Mylo y el doble de ancho. Es como un culturista, pero en macho. Un par de años mayor que su esposa, pero tampoco pasan los años por él. Sus greñas negras están revueltas como siempre y aunque ahora solo veo su enorme espalda cubierta por una camiseta blanca, tiene una cara de tipo de duro. De esos que preferirías no encontrarte a solas por la calle y de mala hostia. El secreto que muy poca gente conoce y en las que me incluyo, es que es un cielo de hombre. No sonríe mucho, pero cuando lo hace, cuando te sonríe, te transmite un sentimiento de afecto verdadero que no todo el mundo lo hace cuando te sonríe. Lo apodan "el dos por dos" porque uno de sus puños puede matar a dos personas del tirón.
En este bar no se necesitan gorilas en la puerta porque él solo se basta para vaciar todo el local si hiciera falta. Hemos estado muchas veces y creo que nunca he visto una pelea. La gente que frecuenta este bar, respeta al matrimonio.
Y como si notara mis ojos clavados en él, se da la vuelta y yo levanto la mano para saludarlo. Manu sonríe, se quita los cascos y se acerca con esos andares de macho alfa que juraría que hasta hace temblar el suelo.
-¡Cuánto tiempo sin verte, preciosa!
Se estira sobre la barra y nos damos dos cariñosos besos. Y vuelvo a la charla de cortesía, esta vez con él.
-¿Así que has venido para quedarte?- pregunta.
-Sí.- contesto asintiendo.
-Pues me alegro. Tu padre estará feliz.
-No lo sabes tú bien.
Dinah se cierne sobre mí y empuja divertida a Manu.
-¡Aquí venimos a beber, no a hablar!- exclama.
Él y yo nos tronchamos de la risa.
-Está bien, ¿qué os pongo?
Dinah hace el pedido y yo añado una cerveza para Michelle, que está apoyada en la pared a mi espalda. Hay gente en el bar, pero aun así puede controlarme.
Manu se pone manos a la obra. Tienen tres camareras más aparte de ellos, pero son tan máquinas tanto él como su mujer, que podrían atender el bar ellos solos.
Nos sorprende cuando aparte de las copas, nos sirve unos chupitos de tequila, cortesía de la casa. Antes de que se me adelante nadie, pago esta ronda. Después brindamos con el tequila y bebemos.
Las chicas se contonean al ritmo de la música y yo cojo la cerveza para llevársela a mi escolta.
Michelle frunce el ceño al verme llegar y mucho más cuando le tiendo la bebida.
-No tienes por qué invitarme, tengo dinero.- bufa.
Esta molesta y eso me molesta a mí.
-Estás aquí porque yo quería venir. Cierra el pico y bebe.
Vuelvo con las chicas y sonrío a pesar del coraje que llevo dentro.
-¿Nos vas a decir quién es?- cotillea Ally.
Bailoteo, cojo mi gintonic y bebo.
-Es la nueva sombra que me ha puesto mi padre. Con eso no hace falta que diga más, ellas me entienden.
-¡Tu padre es un puto paranoico!- exclama Dinah.
-Sí, pero esta vez ha acertado.- comenta Normani.- ¿Habéis visto que guapa?
Las chicas la miran para hacerle el escáner mientras yo sigo bailando al son de Ella no volverá de Doctor Bellido.
-¡Yo quiero una y no importa si es mujer!- chilla Normani y todas reímos.
-¿Cómo se llama?- pregunta Ariana.
-Michelle.
Bebo de mi gintonic y de reojo veo a Dinah que se para en el acto. Las demás nos dicen nada por lo que sé que ella no ha dicho nada. ¡Ésa es mi chica! Pero noto sus ojos clavados en mí y sé que quiere una confirmación a sus pensamientos, confirmación que de momento no estoy dispuesta a dársela por lo que sigo bebiendo y para cuando me doy cuenta he acabado con mi copa.
Marcho a la barra y pido otro a Carlota. Como era de esperar Dinah surge a mi lado.
-¿Michelle? ¿Ésa es Michelle?
Asiento, pero no la miro.
-¿Y por qué no me dijiste que era tu nueva guardaespaldas?
-Por que no lo era, Dinah. Y no quiero hablar más.
-¿Y tu padre sabe...?
-Y sabe que ya no.- añado.
Dinah se da la vuelta y apoya la espalda en la barra.
-Hay que reconocer que cada vez te buscas lo mejor.
Me carcajeo, cojo la copa que me entrega Carlota y se la pago. Después me centro en bailar y beber. No hago más que beber, debo estar más seca que la cañería de una pirámide.
De pronto empieza a sonar Macarena de Los del Río y nosotras reímos mientras nuestra amiga grita porque odia la canción.
-¡Nooooo! ¡Manu, cabrón, quita eso!- chilla inclinándose en la barra.
El dueño se carcajea desde el reproductor.
-¡Dale a tu cuerpo alegría, Macarena/ que tu cuerpo es pa' darle alegría y cosa buena/ Dale a tu cuerpo alegría, Macarena/ Eheeee Macarena, aaayy!-
cantamos las cuatro mientras bailamos la coreografía.
Dicen que no es bueno ahogar las penas en alcohol, pero... ¡Dios, te hace sentir taaannn bien!
Los gintonics me entran como agua y no hago más que reír y bailar, y ni siquiera me acuerdo que Michelle está a pocos pasos. Me olvido de todo lo que ha pasado desde que llegué de Madrid y me centro en disfrutar de la noche con mis amigas. Incluso bailo con Ally estilo sevillana cuando suena Por eso te canto de La Húngara. Se me da de pena, pero río sin parar.
-Las zorras se acercan a tu carne.- murmura Dinah en mi oído.
-¿Qué?- pregunto perpleja y perdida.
-Que acechan a Michelle.- aclara.
Me giro y la veo apoyado en la pared sonriendo y charlando con dos chicas monas. Incluso les da dos besos a cada una. Después me mira, sonríe y bebe de una botella de agua que no sé cuando la ha comprado. Una de ellas apoya una mano en su hombro como si nada y ella no se la aparta.
Vuelvo la vista al frente, le doy un buen trago a mi copa y se la paso a Dinah, junto con el bolso de mano.
-Guárdamelo.
-¿Adónde vas?
No voy donde Michelle no, me dirijo al fondo del bar donde están las mesas recogidas y me subo en una de ellas. El destino debía querer que lo hiciera porque empieza a sonar Princesa de Romántico Latino y me contoneo dejándome llevar por el alcohol que corre por mis venas.
Varios chicos se acercan y me corean al grito de "Princesa". Sonrío y provoco con mis movimientos de caderas y hombros. Michelle me está mirando, al igual que mis amigas, y empiezo a dar vueltas sobre la mesa de madera, levantando los brazos, agitando el pelo y cierro los ojos metida en un estado de euforia. Dejo que el ritmo de la canción se apodere de mi cuerpo y cuando termina, hago una locura y me dejo caer de espaldas, como si estuviera en una prueba terapéutica de confianza.
Dos brazos me atrapan en el aire y me pegan a un pecho.
Río, más ebria de lo normal, y rodeo su cuello para pegar la boca en su oreja.
-Sabía que me cogerías.
-Siempre, preciosa.
Me separo asustada al no reconocer la voz de Michelle y veo quién es el que me ha cogido.
-¿Shawn, qué haces? Bájame.
"El modelo" sonríe y niega con la cabeza.
-Casi se me para el corazón cuando entré al bar y te vi subida en la mesa.
-Bájame, por favor.
¿Cómo he podido confundirlo con Michelle?
-¡Tú, suéltala!
Los dos miramos a Michelle, que con el ceño fruncido atraviesa a Shawn con la mirada.
-¿Y quién coño eres tú?
-¡Michelle, no te metas!- exclamo estirando el brazo para que no se acerque.
No quiero que hoy sea la primera pelea que vea en el bar y menos que sea por mi culpa.
-¡Eso, no te metas, Michelle!- espeta el otro.
-¡Y tú bájame de una puta vez!
Shawn lo hace y aparto de malas maneras la mano que tiene en mi cintura.
Voy hacia Michelle y la empujo para que retroceda y se aleje de Shawn. No me fío de ninguno.
-¿A eso le llamas no hacer ninguna tontería?
Su tono de cabreo me sienta como una bofetada.
-¡No me trates como a una cría! ¡No se lo consiento ni a mi padre!- espeto rabiosa.
-Creo que ya has bebido suficiente.
Me agarra del brazo y me lleva con mis amigas. Ellas, al verla llegar, sacan pecho, levantan la cabeza y sonríen.
¡Menudas son!
Marc y Raúl por el contrario, están sumergidos en una conversación y no se coscan de nada. ¿Hablarán de fútbol, de coches, de mujeres?
-Despídete, que nos vamos.- me dice al oído cuando llegamos.
-¡Chicas, les presento a Michelle, mi nueva sombra!
Hago las presentaciones mientras ellas se acercan para darle dos gustosos besos. Los chicos también le dan besos en el cachete.
-Michelle, ¿quieres un copa?- pregunta Normani mientras se atusa el pelo.
-No, gracias, tenemos que...
-¡Venga, tómate una, no seas aburrida!- la interrumpo.
Ella me mira cabreada y río mientras la empujo hacia la barra. Normani me ayuda, agarrándola del brazo y llevándola hacia allí. Nadie dice que no a Normani, más que nada porque para ella esa palabra no existe.
Dinah me devuelve mi medio gintonic y el bolso. Doy un trago y veo que Carlota pasa una cerveza a Michelle con una amplía sonrisa. Otra encandilada por ella.
-¿A qué ha venido eso?- me pregunta Dinah.
-¿El qué?
-¡Ya sabes el qué! Esa llamada de loba en celo.
Estallo en risas y meneo la cabeza.
-Solo estaba bailando.- me escudo.
-Sí, seguro.
Michelle se gira y levanta su cerveza hacia mí. Yo hago lo mismo con mi gin y le doy un buen trago. Después sonrío al ver la cháchara que le está pegando Normani y cómo Ally mete algo de baza también. ¿Qué le estarán contando o preguntado? ¡Son un peligro!
Ariana se acerca y me coge por la cintura.
-Es mona.- me dice.- Y parece simpática.
Asiento y sigo bebiendo.
-Está cañón.- añade Dinah que no le quita ojo de encima.
Las dos se ponen a charlar sobre Michelle y yo, entre la bebida, la música, el calor... y la lujuria que me está entrando de ver a Michelle, me evado de esta realidad en la que nos encontramos rodeadas de personas, a una en la que solo estamos ella y yo. Me chifla ver como se le marca el brazo cada vez que levanta el botellín a su boca. Y esa boca...
Me mira y frunce el ceño. Deja la cerveza en la barra y se acerca. Cada paso que da, es como un pequeño toque en mi clítoris. Jadeo cuando me agarra del mentón y me levanta el rostro hacia ella.
-¿Qué miras? ¿Te encuentras bien?
-Muy bien, solo estaba admirándote.
Michelle sonríe, me quita la copa de la mano y se la lleva a la boca. Termina el culín de gin que queda y atrapa un hielo entre sus dientes para después masticarlo. ¡Uff, qué sexy!
-¿Admirándome? Ahora sí que estás borracha.
Me suelta y se marcha a la barra a dejar mi vaso vacío. Intento ir detrás para pedir otra copa, pero mi tacón derecho resbala y caigo de rodillas a los pies de Ariana.
Un torbellino de risa descontrolada se desata en mi interior y aunque tanto ella como Dinah intentan levantarme, no pueden. Soy un peso muerto... muerto de risa, valga la redundancia.
Las manos de Marc me agarran de los sobacos y me alzan al tiempo que Michelle me ve en el suelo y se acerca veloz.
Me acerco a ella mientras Ariana entra al baño y me agarro al lavabo.
-He bebido demasiado.
-No te preocupes, tienes ahí fuera a un pedazo tía que se encargará de ti.
La miro a través del espejo y ella hace lo mismo.
-No me extraña que no quisieras presentárnosla. Creo que Normani mojó las bragas en cuanto la vio.
Empiezo a reír y Dinah también.
-¿De qué os reís, pedorras?- pregunta Ariana cuando sale del baño.
-Esta Dinah que es una bruta.- respondo.
-¡Oye, guapa!- se queja ella.
Salimos del baño casi en procesión, Ariana abriendo camino y yo detrás de Dinah, sujetándome a sus hombros para no volver a caer. Nuestra amiga se detiene de sopetón cuando Shawn se cruza en nuestro camino y casi nos empotramos contra él.
-¡¿Y tú qué quieres ahora?!- le espeta.
-Hablar con Camila.- contesta él, mirándome. Yo niego con la cabeza y empujo a Dinah para que sigamos nuestro camino.
-¡De eso nada!- niega Ariana.- ¡Quítate!
Lo hace a un lado y después agarra a Dinah de la mano para tirar de nosotras.
Cuando paso por su lado evito mirarlo, pero Shawn me agarra de la cintura para detenerme.
-¡Suéltame!- me revuelvo molesta y aparto sus manos de mí.
-¡Solo quiero hablar contigo!
-¡Eres muy pesado! ¡Olvídame, tío!
Me doy la vuelta y me empotro contra el cuerpo de Michelle que mira rabiosa a Shawn.
-Vámonos.- le digo.
Ella no se mueve y sigue mirando furiosa al modelo.
-¡Es la segunda vez que le pones la mano encima, a la tercera no respondo!- le gruñe a Shawn.
-¡Ella puede defenderse sola!- responde éste.
-Michelle, vámonos.
Apoyo las manos en su pecho y la empujo suavemente hacia atrás. Da un par de pasos y baja la vista hacia mí. Parece cabreada conmigo también. Me agarra por la muñeca y tira de mí hacia la salida del bar. Dinah y Ariana nos siguen.
-Michelle, espera, tengo que despedirme.
Ella se detiene y acerca su rostro al mío.
-Debiste hacerlo cuando te lo dije.- gruñe en mi cara.
-¡Pero, ¿de qué cojones vas?!
Tiro de mi brazo para que me suelte, pero no lo hace.
-Suéltame o juro que te arrepentirás de lo que estás haciendo.- la amenazo al oído.
Michelle me suelta y regreso con las chicas a nuestra zona. Me despido de todas, de Marc y Raúl, y de los dueños del bar. Después, con el cabreo aún por las nubes, me dirijo a la salida donde espera Lauren. La ignoro y paso por delante suyo sin decirle nada. Ni siquiera la miro.
Camino a paso ligero, casi corriendo, hasta el coche y subo cuando las luces parpadean. Michelle ocupa el asiento del conductor segundos después. No nos miramos, no hablamos y partimos rumbo a casa.
Ahora que estoy sentada, el cansancio y el agotamiento se apoderan de mi cuerpo. También lo hace el dolor de pies. ¡Oh, Dios! Me suelto las cremalleras de las botas y libero mis machacados pies.
-¡Uff!- suspiro aliviada.
Levanto las piernas y las apoyo en el salpicadero.
-¿Cómoda?
-¡Ajam!- asiento con el cogote pegado al cabezal.
-Al menos podías bajarte la falda, se te ven las bragas. Sonrío y giro la cara hacia ella.
-¿Y te gustan?- murmuro pícara.
Michelle no aparta la vista de la carretera, pero veo que sonríe levemente.
Me deleito con su rostro, su cuerpo, sus manos controlando el volante. Es sexy su forma de conducir, se nota que tiene experiencia al volante.
Bajo los pies del salpicadero, me suelto el cinturón de seguridad y acercándome a ella, coloco una mano en el cabezal de su asiento y la otra en su brazo derecho.
-¿Qué haces?- musita.
Deslizo la mano de su brazo a su pecho.
-Tocarte.- susurro.
-Ya lo veo, pero ¿por qué?
-Porque quiero y porque me gusta.
Con la otra mano, enredo los dedos entre su pelo.
-Te deseo, Michelle.
Me acerco más a ella y beso su hombro para después ir subiendo hacia su cuello y oreja.
-Estás borracha.- exhala.
-Dicen que los borrachos siempre dicen la verdad.
Beso su cuello, lamo su mentón y muerdo el pequeño lóbulo de su oreja derecha.
-Para, Camila.- jadea.
Sonrío y desciendo la mano por su pecho hasta su entrepierna.
-Ummm...- ronroneo.- Aquí abajo hay alguien al que le gusta lo que hago.
-Estoy conduciendo.
-Podrías parar en el arcén.
Introduzco de golpe la mano entre sus piernas, agarrando su más que generoso paquete, y ella, de la sorpresa, gira el volante de golpe ocupando el carril contrario.
-¡Joder, Camila!- gruñe volviendo al nuestro.- ¡Vas a hacer que nos matemos!
Me carcajeo y cuando voy a seguir a lo mío, vemos unas luces azules detrás nuestro. ¡Oh, oh!
-¡Genial, la policía!- vuelve a gruñir Michelle.- Estarás contenta.
-Bueno...- musito atontada.- Siempre me ha dado algo de morbo montármelo con los putos maderos siguiéndome.
-¿Los putos maderos?- se sorprende.
-Sí.
-Solo hacen su trabajo. Vuelve a tu asiento.- dice seria y me empuja levemente.- Y abróchate el cinturón.
Reduce la velocidad hasta detenerse en el arcén.
-¡Ponte las botas y no digas nada!- bufa una vez más.
-Eres una sosa.
Me carcajeo y me calzo las botas.
Michelle enciende las luces interiores del coche y baja la ventanilla, aguardando la llegada de un agente.
-Buenas noches.- saluda cuando llega.
-Buenas noches.- responde Michelle.
El guardia civil agacha un poco la cabeza y me mira. Yo lo saludo agitando los dedos.
-Unos metros atrás se pasó al carril contrario. ¿Conduce bebida?
-No.- contesta Michelle.- Me pareció ver un animal en mi carril.
El agente de policía enciende una linterna y observa el todoterreno por fuera y por dentro.
-¿Puede darme su documentación, por favor?
Michelle me lanza una mirada asesina y saca la cartera de su bolsillo. Después le tiende el carnet al policía.
-Disculpe, agente.- me inclino hacia la ventanilla del conductor.- Le importaría hacerle el test de alcoholemia para que le dé cero cero y podamos marcharnos, tenemos algo de prisa.
El guardia civil, que observa con la linterna el carnet, levanta la vista hacia mí.
-¿Conocen la nueva campaña contra la prostitución? Hay graves penalizaciones tanto para las que la ejercen como para los que la consumen.
Abro la boca alucinada y miro a Michelle que intenta ocultar una sonrisa.
-¿Me estás llamando puta? ¡Su número de placa!- alzo la voz.
Michelle me empuja hacia el asiento.
-¿Quieres callarte de una puta vez?- me gruñe.
-Baje del coche, por favor.- dice el agente.
Mi acompañante se suelta el cinturón y lo hace. El policía le indica que vaya a la delantera del todoterreno.
Yo no me puedo estar quieta y también bajo del coche.
-Señorita, suba de nuevo al vehículo.- ordena el guardia civil, apuntándome con la linterna a la cara.
-Agente, conozco las leyes y si quiero bajar de un coche que usted ha detenido, puedo hacerlo. No hemos hecho nada y no tiene porqué retenernos. Y mucho menos fichar a mi amiga.
-¡Camila!- grita furiosa Michelle.- ¡Quieres subir al puto coche de una vez! ¡Niñata, que eres una niñata y no sabes de lo que hablas!
Aprieto los puños hasta clavarme las uñas en las palmas de las manos y me doy la vuelta.
-Disculpe, agente.- murmura Michelle.
Eso me remata. Doy un paso atrás y lanzo con fuerza el codo, impactando en los riñones de Michelle. Ésta gruñe dolorida y cae de rodillas al suelo, agarrándose al chaleco del policía.

Bulletproof Romance (camren gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora