Camino entre la gente, alrededor de Camila y Shawn, pero manteniendo las distancias y esperando el momento de actuar. Igual que una fiera acechando a su presa y que aguarda el momento exacto para abordarla.
Ver como ese capullo la agarra y la toca, me saca de mis casillas.
-¡Y ahora, por expreso deseo de la anfitriona...!- anuncia el Dj a través de un micrófono.- ¡...búsquense una pareja porque viene una lenta! ¡Ouu Yeah!
Me yergo incómoda al escucharlo y busco a mi compinche entre el gentío. Debe actuar, debe entretener y apartar a Shawn, y lo debe hacer ahora. Espero que su estado de embriaguez no haga que todo sea un desastre.
Estallo en carcajadas cuando veo que la rubia salta a la espalda de Shawn. Una curiosa forma de distraerlo, pero parece que funciona. Él se gira sorprendido, intentando quitarse a la chica de encima, y Camila retrocede hacia mi lado, apartándose de ellos y de un posible golpe.
¡Éste es mi momento!
Me hago hueco entre las personas que tengo delante, cojo a Camila de la muñeca y me la llevo, mientras suena por los altavoces de la sala, el famoso bolero versionado por Luis Miguel, Por debajo de la mesa.
Ella no pone impedimentos, hasta que ve que soy yo quién la arrastro. Es entonces cuando intenta soltarse a base de tirones, golpes y arañazos, pero por mucho que duelan no pienso soltarla. O esa es mi intención hasta que noto sus dientes en mi brazo.
-¡Camila, por Dios!- exclamo girándome hacia ella.
Rodeo con mi otro brazo su cintura y la atraigo hacia mí.
-Solo quiero bailar contigo.- le digo.
-¡Pero yo no, suéltame, mal nacida!- exclama, intentando apartarme.
-¡Uno solo!- ruego.- Y después me iré.
Ella sigue respirando fuerte, cabreada, pero parece que se lo piensa.
-Solo uno.- murmuro.- Por favor.
Con mi mano maltratada cojo su diestra y al deslizar el pulgar por sus dedos, noto algo duro y grande en uno de ellos. Subo su mano y veo el anillo dorado de compromiso, anillo que no vi el encuentro pasado al esconder la mano dentro del bolso, anillo que me hace sentir como si fuera traspasada con el filo de una espada.
-Así que...- murmuro y trago saliva.- Es verdad que te vas a casar.
Ella, incómoda y molesta, retira su mano y la pone sobre mi hombro. Al igual que la otra, donde lleva el bolso.
-Un baile y te vas.- finiquita.
Asiento dolorida con su desprecio, la rodeo fuerte entre mis brazos y pego la nariz a su pelo. Necesito sentirla, olerla, porque no hay nada más duro que estar cerca del ser amado y sentir que lo tienes a años luz de ti.
Nos movemos lentamente mientras Luis Miguel habla por mí, porque yo tampoco sé que hacer, si contener mis instintos o jamás dejarla ir.
-Estás preciosa.- susurro en su oído y deslizo una mano por su espalda.
-¿Puedes dejar de sobarme?
Sonrío y niego lentamente.
-No pidas imposibles.- contesto.
-Entonces me voy.- dice e intenta marcharse.
-¡Vale, ya paro!- la retengo.- No te vayas.
Ella vuelve a colocar los brazos alrededor de mi cuello y a mirar en otra dirección. Es otra puñalada para mi corazón el que no quiera verme.
-¿No vas a perdonarme nunca?- pregunto, aunque no obtengo respuesta.- Intenté decirte quién era una infinidad de veces, pero no podía y tenía miedo que reaccionaras como lo haces ahora. Sigo siendo la misma, Camila, y sigo siendo tuya en cuerpo, alma y corazón.
-¡Déjalo, quieres!- gruñe y me mira cabreada.- No me interesa lo que me digas y quiero que me dejes en paz.
-Eso jamás.- le aseguro.- Te quiero y te seguiré al mismo infierno si hace falta.
Y sin poder contenerme más, me lanzo a besarla.
Apenas es un roce porque ella se aparta y me empuja.
-¡Joder, Michelle!- grita.
Que vuelva a llamarme así me deja tan fría como a ella y hace que no vea al capullo que se acerca por mi izquierda para propinarme un puñetazo en la cara que me tira al suelo.
-¡Y me importa una mierda que seas policía!- bufa Shawn.
La gente se aparta al ver lo que ha sucedido y forman un círculo. Me levanto y deslizo el dorso de mi mano por mi labio sangrante.
-Sabes.- murmuro y miro al tipejo.- En este momento a mí también me importa una mierda ser policía.
Voy hacia él, le pego una patada en el pecho y cuando cae al suelo, me subo encima para agarrarle del pescuezo y empotrar mi puño en su cara, una y otra vez.
-¡Para!- grita Camila.
Pero no lo hago y desfogo con él toda mi ira acumulada. Ira que él ha provocado, que Sorel ha provocado, que los desprecios de Camila han provocado.
Alguien me agarra por la espalda y me separa forzosamente del modelo.
-¡Joder, Laur, qué cojones haces!- grita Pablo.
-¡Suéltame!- exclamo revolviéndome.- ¡Suéltame hostia!
Pablo no lo hace y Camila, que está agachada junto a Shawn, se levanta para venir rabiosa hacia mí. Tan rabiosa que lo primero que hace es cruzarme la cara.
-¡Animal!- me increpa.- ¡Casi lo matas, bestia!
Después nos empuja.
-¡Llévatela de aquí!
Me libero del agarre de mi compañero y miro agitado a la gente que nos observa, donde se encuentran Dinah, Normani y Héctor. También miro a Camila, que cabreada se
yergue frente a mí. Por último veo al patético de Shawn, sentado en el suelo y sangrando de la nariz y ceja.
La seguridad de la sala se entromete en el círculo y uno de ellos camina hacia mí. Intenta agarrarme, pero aparto el brazo.
-¡Soy policía, no me toques!- le gruño.
Vuelvo a centrarme en Camila y doy un paso hacia ella.
-Ya me voy, si es lo que quieres.
Me doy la vuelta y pasando junto a Pablo, me dirijo a la salida.
Cruzo el recibidor, seguida por mi amigo, y salimos por la puerta que el gorila B mantiene abierta. En el exterior parece que cae la tromba del siglo.
-¿Lloviendo? ¡No me jodas!- exclama Pablo.- Esto en mi tierra, pero en Valencia...
Sin detenerme sigo hacia el coche.
-Lamento que no haya acabado bien esta noche, Laur.
No hablo, tan solo suspiro mientras la gotas de agua me mojan y relajan.
De pronto, noto un fuerte impacto en mi espalda.
-¡Oh!- me quejo y me doy la vuelta.
Alucino al ver a Camila caminando furiosa hacia nosotros, hacia mí, y me percato que el golpe ha sido con su bolso.
-¡¿Si es lo que quiero?!- grita furiosa.- ¡Eres una idiota por decir eso!
Se detiene a varios metros y me apunta con el dedo mientras sus amigas Dinah y Normani aguardan en la entrada de Crazy World.
-¡Tú me jodiste la vida!- vuelve a gritar, pero su voz se quiebra y empieza a llorar.- ¡Me jodiste a mí!
Apenada al verla tan rota de dolor, doy un paso hacia ella.
-¡No te acerques!- solloza retrocediendo.
-Camila, por favor.- murmuro dolida.- No llores.
Se limpia las mejillas de un manotazo, pero es inútil, sigue llorando y sus lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia.
-¡Me dijiste que me querías, que jamás me harías daño voluntariamente! ¡Y me mentiste! ¡Y me destrozaste!
-Jamás podré perdonarme el daño que te he causado.
-¡Mentirosa!- grita entre lloros.- ¡Ya no te creo nada!
Vuelvo a dar un paso hacia ella, con un nudo que contrae mi garganta y mi corazón por su estado.
-¡Que no te acerques!- exclama retrocediendo una vez más.
-Me mata verte así, me mata saber que soy la culpable.
Camila sigue llorando, sigue gimiendo de dolor, y miro a sus amigas en busca de ayuda.
-Laur, vámonos.- murmura Pablo agarrándome del brazo.
Tira de mí y yo retrocedo, ansiosa de abrazarla y consolarla, pero controlándome para que deje de sufrir. Dinah se acerca corriendo, como puede sobre esos zapatones, y abraza fuerte a su amiga para calmarla.
Recojo el bolso de Camila del suelo y me quedo observándolas. Hasta que un todoterreno que ya conozco entra a toda pastilla en el parking de la sala de fiestas y frena derrapando junto a nosotros. De su interior salen tres hombres rudos, entre los que identifico a Ling, el asiático que me vapuleó hace varios días. Sorel desciende en último lugar.
-Camila, sube al coche.- ordena mientras camina hacia mí.
Tenso la mandíbula y aprieto el duro bolso entre mis manos.
Ella besa a Dinah y marcha hacia el coche despidiéndose con la mano de la cumpleañera.
-¡Camila, no lo hagas!- pido en un último esfuerzo.
Román, trajeado, se detiene frente a mí y extiende una mano.
-El bolso.
Gruño y lo taladro con la mirada.
-Laur.- dice Pablo a mi lado.
Empotro el bolso contra su pecho y Sorel lo agarra, retrocediendo del impacto.
-Esto no acaba aquí.- bufo entre dientes.
-Claro que no, inspectora.
Da media vuelta, sube al coche y se marchan.
Me agacho en pleno parking, bajo el aguacero, y me cubro la cara mojada con las manos, haciendo unas inmensas fuerzas para controlar el llanto. Verla así, saber que he sido yo la que la ha destrozado, me está matando.
-Vámonos, Laur.- murmura Pablo, apoyando una mano en mi hombro.
Suelto un quejido sin poder evitarlo y siento como mis ojos, fuertemente contraídos, expelen lágrimas.
Una mano acaricia mi pelo mojado y otra agarra uno de mis brazos.
-Lauren.- susurra una compungida Dinah.- Vamos dentro que nos estamos empapando.
Niego y sigo sollozando con la respiración entrecortada. Tras varios segundos así y sin levantar la cabeza, me froto los ojos para retirar las lágrimas, sorbo por la nariz un par de veces y resoplo otro par, intentando calmarme.
-No... no he sido consciente del daño que le hice, hasta ahora.- balbuceo con la voz rota.
Resoplo y vuelvo a frotarme los ojos, fábrica de lágrimas incontrolables.
Dinah, que se encuentra agachada a mi lado, me agarra del mentón para que la mire.
-Sí, le hiciste mucho daño, Lauren.- comenta.- Pero ninguna mujer se pone así por alguien a quien ya no quiere.
Niego con la cabeza y me levanto. Ella también.
-No voy a atosigarla más.- le digo.- No quiero que siga sufriendo. Que haga su vida, que se case si es lo que quiere... pero que sea feliz.
-Ninguna de nosotras estamos de acuerdo con esa boda y ella lo sabe.- comenta Dinah.
-Da igual.- me encojo de hombros.- Si es lo que desea lo hará y yo no voy a cruzarme más en su camino.
Me giro hacia Pablo, que me observa preocupado, y le hago con la cabeza para que vayamos al coche.
-¡Espera, Pablo!- grita Normani.
Nos detenemos y la miramos. La cumpleañera, agarrando su corona para que no se le caiga de la cabeza, corre sobre sus tacones hacia nosotros. Cuando llega hasta mi amigo, le echa los brazos al cuello y lo besa. Él rodea su cintura y le devuelve el profundo beso en los labios.
Aparto la mirada, celosa porque a él la noche le salió redonda, y miro a Dinah.
-Pero, ¿ésta no salía con aquel Drag Queen?
-Que va.- niega ella.- Lo dejaron a los pocos meses. Tras el ardiente beso, se separan jadeantes.
-Llámame, ¿vale?- pide Normani.
-Por supuesto, preciosa.
Vuelven a besarse y tras despedirnos, marchamos hacia el coche mientras ellas regresan a la fiesta.
Lanzo las llaves a mi amigo y subo al asiento del pasajero.
-¿Estás bien?- pregunta un preocupado Pablo mientras arranca y enciende la calefacción al máximo.
Exhalo, apoyo la cabeza en el asiento y niego.
-Creo que nunca volveré a estar bien.- musito.
Pablo suspira, mete primera y partimos de regreso a Madrid.
**********
Con la mente en blanco y manteniendo la agitada respiración, salto a la comba frente a uno de los espejos del gimnasio.
-Hola, colega.- saluda Pablo, colocándose delante mío.
-Hola.- respondo sin parar de saltar.
-¿Cómo vas? ¿Te falta mucho?
-No.
Acelero el movimiento de la cuerda, los saltos y cuando llego a mil, paro. Dejo caer la comba al suelo, inspiro y espiro intensamente mientras bajan mis pulsaciones, y cojo la toalla para secarme el sudor de la cara, el cuello y los brazos, que deja descubiertos mi camiseta de tirantes roja.
-Pero, ¡¿qué estoy viendo?!- exclama Pablo.- ¿Cuándo te has hecho ese tatuaje?
Me miro el hombro izquierdo y sonrío.
-Hará como un mes o así, cuando me quitaron los puntos.- le cuento.
-¿Y por qué no te lo he visto antes?
Mi amigo y compañero se acerca y lo observa con detenimiento.
-¿Te has hecho un corazón alrededor de la cicatriz que te quedó?- pregunta perplejo.- Que macabra eres.
Estallo en carcajadas, me echo la toalla al cuello y tras dejar la comba en su sitio, voy hacia el vestuario dando sorbos a mi bebida isotónica.
-Te espero aquí, no tardes.- comenta Pablo.
Asiento y accedo al vestuario.
Duchada y vestida con unos pitillos grises y una camiseta amarilla Jack&Jones, salgo del vestuario pocos minutos después. Encuentro a Pablo junto a las puertas de salida del gym, con una mano en el bolsillo trasero de sus tejanos y la otra con el móvil en su oreja. Ríe y habla, y creo saber con quién. Me cargo la mochila con la ropa de deporte al hombro y voy hacia él.
-Saluda a Normani de mi parte.- le digo cuando llego.
Pablo se da la vuelta, frunce el ceño y me mira de arriba abajo.
-Ya está aquí, te dejo.- habla por el móvil.- Sí, luego te llamo. Un beso de parte de Laur. Vale, te quiero.
Cuelga y sonríe como un bobo enamorado.
-Otro beso de la suya.- dice.- ¿Y este cambio de look?
-No sé.- me encojo de hombros.- Me dio por comprar algo de ropa nueva. Tú también deberías modernizarte un poco más.
Le doy un tirón a su camiseta negra de GunsN'Roses y salgo del gimnasio.
-¡¿Qué tiene de malo mi ropa?!- exclama por detrás.
Recorro el vestíbulo hacia los ascensores, riéndome a costa de mi amigo y entramos en uno de ellos.
-¿Te vas este fin de semana a Valencia?- le pregunto mientras pulso la planta superior.
-No, éste me quedo.
-¿Y eso?- me sorprendo.- ¿Viene ella?
-No, tiene cosas que hacer.
Entre que soy policía y que conozco a Pablo como si lo hubiera parido, sé de sobra que algo oculta.
-¿Es que ya no te interesa como antes?- interrogo.
-No, no es eso. Normani me tiene loco y cada vez más.
-¿Entonces que me ocultas?
Pablo me mira y veo la lucha interna en sus ojos. ¿Me lo dice o no me lo dice?
-¿Qué es, colega?- insisto.
-Este finde es la despedida de soltera.
Dejo caer la mochila del gym al suelo y trago saliva como si tragara una bola de cristales rotos, difícil de hacer y que te rasga por dentro.
-¡Ves! ¡Joder!- se molesta Pablo.- ¡Sabía que no te lo tenía que haber contado!
Me apoyo en la pared espejada del ascensor y niego.
-No, tranquilo.- musito.- Está bien.
-No, no lo está. Nada está bien desde hace un mes. Tú no lo estás y pasas los días de casa a la comisaría y de la comisaría a casa, y cuando no estás ni en la comisaría ni en casa, estás en el gimnasio dándote la paliza padre.
Las puertas se abren, recojo mi mochila y salgo del ascensor. Llego a mi mesa, tiro la mochila debajo y me siento.
-Lo siento, Laur.- murmura Pablo, apoyándose en mi mesa.- No le des vueltas, no te ralles.
-Tranquilo.- sonrío sin ganas.
Me muevo hacia un lado y arrugo el entrecejo al ver a Rubén buscando algo en su mesa. Parece desesperado y revuelve los papeles, abre los cajones, mira debajo de su mesa y se lleva las manos a la cabeza.
-¿Qué le pasa a Rub?
Pablo se gira y lo mira.
-No sé, habrá perdido algo. Oye...- susurra inclinándose hacia mí.- ¿Sabes que se rumorea que se está zumbando a Lucia?
-¿Ah sí?- alucino.- Pues me alegro por ellos.
-¡Joder!- grita Rubén y se levanta de la silla.- ¡¿Quién cojones toca mi mesa?!
Toda la comisaría lo miramos perplejos.
-¿Qué ocurre, Rub?- le pregunta Pablo.
-No encuentro la puta orden de registro.- contesta.
Pablo resopla y va hacia allí para ayudarlo a buscar.
Yo me recuesto en la silla, abro el primer cajón de mi mesa y cojo el móvil. Pongo los ojos en blanco al ver un par de llamadas de mi madre, pero antes de devolvérselas, abro el mensaje que tengo. Mensaje de un número que no conozco ni consta en mi agenda.
"Borra el mensaje después de leerlo. Hay un topo en tu comisaría. Bórralo!!"
Arqueo las cejas aturdida y me yergo en la silla para leerlo una vez más.
¿Qué hay un topo en la comisaría?
Levanto la vista hacia mis compañeros y los observo a todos y cada uno de ellos. Están ocupados y centrados en el operativo que tenemos esta noche. Debemos irrumpir en una finca a unos kilómetros de la ciudad, dónde sospechamos que fabrican estupefacientes bajo la orden de mi odiado Sorel.
Resoplo y niego con la cabeza. ¡Es imposible que haya un topo! Lo releo una vez más y decido llamar al teléfono que marca en el mensaje. Me llevo el Iphone al oído y aguardo.
-El número al que llama está apagado o fuera de...
Corto la llamada y salgo de los mensajes, sin borrarlo.
-Debe ser una tomadura de pelo.- murmuro y me centro en mis asuntos.
-Jefa.
Levanto la vista de mis informes y veo a Pablo y Rubén con cara de preocupación.
-¿Qué pasa?
-No encontramos la orden de registro.- dice el rubio.
-¿La de esta noche?
-Te juro Lauren, por lo más sagrado, que la tenía encima de la mesa.- comenta Rubén.- Alguien la ha debido coger.
-Vale, te creo.- lo calmo.- Pregunta al resto por si la han cogido y sino... habla con el jefe para que pida otra urgente al juez.
Rubén asiente y marcha a hacer lo que le he pedido. Yo bajo la vista a mi móvil y pienso en el mensaje. ¿Será verdad que tenemos un topo?
***************************
Apenas hay movimiento dentro de la casa y el resto de la finca parece desierta.
-¿Cómo vais por ahí fuera?- pregunto pulsando el botón del walki.
-No hay blancos a la vista, jefa.- contesta Rubén.
La finca está rodeada por hectáreas y hectáreas de terreno abierto y sin otras viviendas cerca. Vamos, un lugar perfecto para poder hacer y deshacer a su antojo.
-En la casa tampoco.- les informo.- Estén atentos.
Dejo el walki en mi regazo y sigo observando la casa.
-Parece que esta noche va a ser larga.- murmura Lucia desde el asiento del conductor del todoterreno.- Menos mal que tenemos otra orden sino...
Me quito los prismáticos y la miro.
-¿Qué sabes tú de eso?
-¿Yo? Bueno...- traga saliva.- Me lo dijo Rubén.
Exhalo y vuelvo a ponerme los prismáticos. Desde que he recibido ese mensaje estoy paranoica.
-Nos estamos viendo.- añade.
-Vives, lo que hagan en vuestro tiempo libre no es asunto mío.
-No es nada serio.
Ya me conozco yo sus "nada serio".
Me recuesto un poco más en el salpicadero y sigo vigilando la casa.
-¿Te has hecho un tatuaje?
-Sí.
¿Por qué todos se sorprenden? Es algo muy común en la sociedad de hoy en día y solo tengo 28 años.
Sonrío con tristeza al recordar un momento con Camila, la vez que me dijo que aparentaba algún año más de los que tenía. Ella pensaba que tenía 25, gajes del oficio y de la identidad falsa.
-¿Puedo verlo?- pregunta Lucia.
Vuelvo a dejar los prismáticos sobre el salpicadero y me subo la manga corta izquierda.
-Un corazón.- murmura.- Qué bonito.
Asiento, me lo cubro otra vez y sigo con la vigilancia.
-¿Te lo hiciste... por ella?- balbucea nerviosa.
-Sí.- me sincero.- Y por mí también.
Le pedí al tatuador que me lo dibujara rodeando la cicatriz porque así imagino el corazón de Camila, con la cicatriz que yo le causé. También imagino así el mío.
Además será un recordatorio para siempre, de lo que pudo ser y no fue.
Se enciende una luz sobre la puerta de la casa y me pongo en alerta.
-Atentos.- digo por el walki.- Parece que va a salir alguien.
Y así es. Sale un hombre fuertote de unos 40 años, con la cabeza rapada y un subfusil cruzado en el pecho.
-Va armado.- aviso.
-Lo vemos, jefa.- contesta Pablo.
El hombre se dirige a la entrada de la finca y abre las grandes puertas de hierro. A los pocos minutos aparece un Jeep por el camino de tierra y entra en la propiedad.
-¿Alguien ha visto quién iba dentro?- pregunto.
-No era Sorel.- contesta Morillas.
Claro que no era él. Seguro que está en Valencia celebrando su despedida de soltero. ¡Maldito cabrón! Pero esta noche, gracias al interrogatorio de "el rancherito", se va a llevar otro palo. ¡Uno bien grande!
-A mí me ha parecido Ramiro, el rata.- añade Collado.
-Pues prepárense.- ordeno.- Estamos a punto de entrar.
Dejo los prismáticos y la radio en el salpicadero, y cojo un chaleco antibalas de los asientos traseros.
-¿Estás lista, Vives?
-Sí.- afirma cargando el arma.
-Pues vamos allá.
Corro agachada por el camino de tierra en dirección a la entrada, seguida por ella, y cuando estamos a punto de llegar, Esparza y Collado surgen de los setos de enfrente y se acercan a la verja para cortar la cadena que cierra la puerta. Una vez abierta, accedemos todos y nos desplegamos alrededor de la casa.
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Bulletproof Romance (camren gip)
FanfictionHay romances a primera vista, de verano, dañinos, prohibidos, platónicos, eternos... Hay romances que son y romances que no pueden ser. Y los hay que cuentan con una parte de todos los anteriores, los que empiezan por causas radicales y florecen com...