CAPITULO 4

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Subí a mi motocicleta, luego de cerrar mi chaqueta y sujetar el casco me dirigí a ver al amor de mi vida. Al cabo de unos treinta minutos de camino llegué al cementerio. Me adentré lo más rápido que pude ya que la lluvia se acercaba más rápido de lo que creía y no era una buena opción andar bajo la lluvia con una motocicleta.

-Hola mamá, te extraño, no pude venir antes por el trabajo y pues, ya sabes, las peleas con papá y demás, perdón- dije mientras limpiaba las hojas esparcidas sobre su lápida.

Las lágrimas traicioneras comenzaron a salir de mis ojos. ¡Demonios!

¡Sí que la extrañaba! ¡Quería abrazarla! ¡Verla! Su aroma, su sonrisa, todo de ella.

-¡Maldito seas papá!- gruñí cayendo de rodillas.

El recuerdo se hizo presente una vez más. Aquella noche. Aquel dolor. Aquel lugar.

-¿Dónde está?- gritó mi padre.

-¡Déjalo Jhon!- dijo mi madre poniéndose en su camino.

-¡Dónde está ese maldito!- volvió a gritar.

-¡Está en su habitación! ¡Ya déjalo!- escuché insistir a mi madre.

-¿Lo proteges?- dijo con un deje de ironía.

-¡Estás ebrio! ¡Por supuesto que lo protejo de ti! ¡Qué pretendes que haga despierto a las tres de la madrugada!- gritó mi madre con una valentía única.

-¡Muévete o no respondo!-

-¡No lo haré! ¡Es mi hijo y no lo tocas!- sentenció firme mi madre.

-¡También es mi hijo!-

-¡Pues no se nota porque para lo único que existes es para beber y engañarme, por qué no nos dejas en paz!-

Oí un fuerte estruendo fuera de mi habitación. ¡Demonios tenía sólo diez años! ¡Qué podía hacer! Era cobarde, huía de mi padre y mi madre soportaba lo peor para protegerme. Salí de la habitación lentamente esperando que papá ya se hubiera ido a dormir pero...

-¡Es tu culpa maldito! ¡Tú la mataste!- fue lo primero que dije al verlo con el cuerpo de mi madre a sus pies.

Mi padre con la ropa ensangrentada se hallaba junto al cadáver de mi madre. Entre en un estado de shock, mudo, sólo me acerque a ella y la besé. Me levanté y fui hasta el teléfono y volví a llamar a la policía pidiendo que se apresuraran que la había matado. Cuando llegaron mi padre estaba golpeándome con tanta ira que casi me mata. Sólo repetía que era mi culpa. Y lo era, mamá me protegía de él, si yo hubiera sido menos cobarde.

-Aún estarías aquí conmigo mamá- susurré.

La lluvia comenzó a hacerse más fuerte.

-Volveré pronto. Te amo- acaricié su lápida antes de ponerme de pie.

A grandes zancadas me acerqué hasta la motocicleta. Quería despejarme y correr en la lluvia siempre me ayudaba. Me acerqué a la zona más despoblada del Central Park y comencé a trotar. Lento primero y cuando me di cuenta estaba corriendo furibundo alrededor del parque hasta que.

-¡No! ¡Por favor no!- escuché gritar.

La súplica desesperada de una mujer, su llanto me guiaba hasta donde se encontraba.

-No... por fa...-

Su voz se iba apagando y se oía más distorsionada, hasta que dejé de oírla. ¿Se habrá ido? Me acerqué hacia donde creía que se hallaba y la vi, no sólo a ella, sino a cuatro hombres más sujetándola como los malditos cobardes que eran. Su rostro, a pesar de la oscuridad y la lluvia podía distinguir como lo habían desfigurado a golpes. Uno de ellos introducía sus dedos en su parte íntima y se burlaba de ella mientras el resto disfrutaba de aquella aberración. ¡Malditos!

-Y se llaman a sí mismos hombres, Cobardes-

Estaban tan concentrados en el daño que hacían que no se percataron de mi presencia. El olor a alcohol que se desprendía de ellos era asqueroso. Ebrios, pero no justificaba lo que estaban haciendo. ¡Enfermos!

-¿Qué fue eso? ¿Rick? ¿Estás bien?- preguntó sorprendido uno de ellos.

-¡Algo me golpeó!- gritó el otro.

-¡Paul!-

Fui rápido y pude hacerme con uno de ellos fácilmente. Como no se esperaban mi presencia y con el alcohol encima su estabilidad era casi nula. Un rápido golpe en la nuca y ya. El tal Paul si será un problema. Gracias Evan por las clases de boxeo.

-¡Maldito! ¡Te meterás en problemas!- dijo Paul tomándome de las piernas y cayendo al suelo sobre mí.

No pronuncié palabra. Sólo golpeé con mis piernas su estómago logrando sacar su peso de encima y logrando que cayera al suelo gimiendo de dolor. Otro de ellos saltó sobre mi espalda para tratar de sujetarme.

-¡Vamos! ¡Sujétalo!- oí que gritaba otro de ellos llegando hasta mí y daba un golpe de lleno sobre mi estómago. Me retorcí por un momento pero no podía ceder ni un sólo centímetro. Eran cuatro. Pero su ebriedad me favorecía.

-¡Mátalo!- oí gritar a uno y allí pude ver que uno de ellos estaba armado y apuntando hacia mí.

El disparo se oyó fuerte y claro. Por un momento creí que mi heroísmo iría por un caño junto con mi vida.

-¡Imbéciles! ¡Rick! ¡Idiota! ¡Disparaste a Rick maldito ciego! ¡Vamos tómalo y vámonos de aquí!- oí decir a Paul. Parecía ser el líder pues me soltaron y tomaron a su amigo en brazos y se lo llevaron.

De lo ebrio que estaba no pudo apuntar bien y termino hiriendo al que sostenía de un brazo. Luego de chequear que no tenía herida alguna me dirigí hacia la mujer. La veía retroceder arrastrándose. Lastimada y humillada. Aún tenía un trozo de tela en la boca. ¡Malditos! ¡Cómo se atreven!

-No voy a hacerte daño- dije acercándome con cuidado.

Su rostro estaba tan dañado como su cuerpo. Sus ojos totalmente amoratados y la sangre bañaban su rostro. La tomé en mis brazos y no dijo nada. Temblaba mucho. Era tan frágil. Recordé a mi madre al tenerla pegada a mi pecho.

-Te llevaré al hospital. Mantente despierta por favor- oí un suspiro de su parte luego que se dejó caer contra mi pecho y nada más.

-Oye. Despierta. Desp...-

Comencé a desesperarme. Fui lo más rápido que pude hasta mi motocicleta y la llevé al hospital más cercano.

Vi como los médicos la llevaban y la rodeaban los enfermeros. Una de ellos trató de sacarme cuando vio que se ponía más grave la mujer.

-Hacemos todo lo pos...-

-¡No puede decirme que hace todo lo posible cuando está dejando de respirar!-

Por favor, qué me pasa ¿Por qué me afecta?

-Sálvenla por favor...- suspiré abatido.

-Estará bien, espere por allí, volveré enseguida- dijo con una sonrisa leve.

Caminé todo el tiempo hasta que regresó.

-Se salvó. Está estable. Pero debido al traumatismo en la cabeza ha quedado en coma. Estaremos al pendiente de ello- explicó la enfermera.

-Gracias- suspiré aliviado por el momento. 

Aprendiendo a vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora