Mala copa (1)

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Merlina estaba en la terraza tocando el Chelo, aunque toda su atención estaba en su práctica un sonido le llamó la atención, no por lo repentino, que bastante que conocía esa forma de andar de Enid, pero lo que hizo que parara por un momento y viera hacia dentro fue que los pasos acelerados de siempre ahora sonaban muy torpes y a su vez su saludo acostumbrado no hizo acto de presencia, y aunque ella era bastante espontánea lo único que siempre mantenía como rutina era ese característico saludo en el tono más irritante posible.

Volvió a tomar el arco en sus manos e ignoró ese detalle, siguió tocando, pero fue interrumpida a los pocos segundos que escuchó como algunas cosas se caían en la habitación, decidió ignorarlo, pero un golpe más fuerte y el grito de Enid hizo que esta vez sí volteara y tuviera que ir a la habitación.

—Juro que un hombre sufriendo electrochoques haría menos ruido que tú.

—Lo siento, lo siento— Dijo volteándose rápidamente y cerrando el armario tras de sí— Yo solo...estaba ordenando mi closet, es todo.

—Encuentro bastante intrigante tu definición de ordenar—Comentó Merlina viendo parte del vestuario de Enid en el suelo, diría que un arcoíris habría vomitado en la habitación, pero fue interrumpida por el creciente nerviosismo de ella.

—¿Qué te puedo decir? Cada quien hace las cosas a su estilo ¿No vas a seguir tocando el Chelo?

A Merlina le encantaba resolver misterios porque estos siempre representaban un desafío, sin embargo, aquí lo único que le faltaba era saber qué había en ese armario, porque Enid dejaba claro en toda su forma de actuar y en su expresión que claramente estaba ocultando algo y esto podría traerle problemas. Además, por más que ella se había acostumbrado al Chelo, esa forma de animarla más que de apoyo, sonaba a un "date vuelta de una vez".

—Dime que no es un gato o perro que rescataste o algo.

—¿Qué? No sé a qué te refieres.

—Enid, apártate un momento— Dijo ahora reduciendo la distancia, tratando de ver lo que ocultaba.

—Te juro no es ningún animal, es solo...cosa de lobos— Respondió rápidamente con lo único que decía cuando no sabía qué decir.

—Te sorprenderías de lo mucho que sé de los licántropos, hazte a un lado.

—¡Mira, la noche hoy está oscura y aterradora! ¿Qué tal si salimos al balcón un rato a ...?

—Enid Sinclair, o te haces a un lado o juro habrá consecuencias irreversibles que pondrán a prueba tu sanación como loba.

Enid pensó haber escuchado un poco mal, pero la cara de Merlina le decía claramente que si seguía ocultándole lo que había escondido, lo más probable es que esa noche aullaría y no precisamente a la luna llena.

Pensándolo mejor, se hizo a un lado, lo peor que podría pasar es que ella botaría todo por el retrete, no es que la delataría con los profesores, después de todo tampoco era algo tan malo.

Merlina abrió el closet, apartó uno de los suéter de Enid y tras de aquella tela llena de color, que podría ser vista desde kilómetros por un hombre al que le han apuntado ambos ojos, encontró no una, sino varias latas de lo que parecía ser cerveza.

Sacó una y solo se quedó viendo a Enid con una expresión indescifrable.

—¿Todo ese escándalo solo por esconder esto?

—¿Y qué esperabas? ¿Un gato o un perro?

Merlina soltó un suspiro, solo vio la lata un poco y la devolvió al mismo lugar.

Relatos WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora