Tiempo de Vals (3)

358 44 18
                                    

Saldrían el viernes en la tarde, probablemente llegarían a media noche a la mansión de los Addams, el viaje no iba a ser precisamente el más corto del mundo, especialmente porque iría acompañada de cierta licántropa que desde hace días no dejaba de hablar una y otra vez de dicha fiesta. Obviamente Merlina se arrepintió de lo que había dicho desde el primer segundo, aquello iba a ser todo un viaje lleno de torturas tanto auditivas como física, porque definitivamente ella no se podía estar quieta.

Si tuvieran que decirle un ejemplo perfecto de sufrimiento, sería estar encerrada en el mismo lugar con alguien que cumpliera con todas aquellas características que consideraba insoportable, y eso era justamente lo que iba a pasar.

―¿Qué debería llevar? ¿Qué podría darle a tu padre de regalo? ¿Crees que a tus padres les asombre verte con una licántropo? Bueno, no es que los licántropos tengamos mala fama, pero somos...ruidosos, ya sabes, y no sé si ellos sean tolerantes con eso y...¡Merlina, te estoy hablando!

―Solo vas a asistir a una fiesta, no entiendo por qué tanto revuelo.

―¿Cómo que no lo entiendes?― Dijo totalmente indignada― Sabes lo importante que eres para mí, así que obviamente tengo que dar una excelente buena impresión con tus padres ¿Te imaginas que me odien y no me toleren en lo absoluto?

―Que yo sepa, te dejé claro mi desprecio desde el primer día y eso no te detuvo.

―¡Es totalmente diferente!

Dedos afirmó que tenía razón, lidiar con los padres de Merlina era muy distinto que con ella, lo que Enid no entendía es que lo que había pasado es que ella era una especie de soldado a la que habían enviado prácticamente al frente de la segunda guerra mundial en pleno día D ¡Y había logrado sobrevivir y ganar la batalla! Ahora, conocer a los Addams era más o menos el volver de dicho combate y decirle que su próxima misión sería ir al campo de batalla...en Call of Duty.

Ya la licántropo había enfrentado lo peor, es más, Merlina estaba más que segura que al llegar a casa su madre posiblemente secuestraría a Enid por un rato para hacerle un buen cuestionario que iría desde "¿Segura que eres un licántropo y no una bruja con alguna poderosa magia entre tus manos? A un posible "¿Cómo es que vistes así y sigues con vida?"

Lanzó un enorme suspiro, mejor hubiera cerrado la boca y no hubiese dicho nada de esa fiesta.

Enid estaba a punto de que dentro de la habitación ocurriera una especie de huracán en colores pasteles, sacada ropa tras ropa, iba de un lado a otro viendo qué podría ponerse para el viaje y para la noche de la fiesta, luego recordaba que Dedos había destruido su vestido y que solo quedaba aquel de color vino, por un momento al tenerlo en sus manos aquel huracán de colores se detuvo, sí, una fuerza implacable de la naturaleza podía quedar completamente inmóvil por el simple hecho de recordar lo que representaba esa prenda, Merlina también lo recordó.

―¿Debería volver a usarlo?

―No entiendo por qué me lo preguntas.

―¿Cuándo hablaremos de lo que pasó?

Pensó que había escuchado mal, pero acompañada a esa pregunta también venía un tono de voz bajo, vestido de un miedo que podría tocar si así quisiera, trató de hacerse oídos sordos a ello, pero Dedos se colocó frente a ella y dio varios golpes al suelo y le señaló que diera vuelta y hablara.

Y con otros gestos...le había dicho claramente que era una cobarde que solo sabía huir.

―No tienes boca, pero cargas una lengua muy filosa últimamente― Respondió dándose la vuelta― ¿Puedes largarte?

Enid vio a Dedos huir de allí, aunque más bien lo hacía para esconderse en algún rincón y escucharlo todo, que claramente él podría encargarse de su Vlog por el nivel de chismoso que tenía, pero ahora lo cierto es que tenía a Merlina enfrente, y si ya había hecho una pregunta estaba segura que no volvería a decirla, las palabras no salían.

Relatos WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora