Mala Copa (2)

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Merlina siempre pensaba en la muerte como algo agradable, incluso en que una llena de dolor y sufrimiento sería más bien el más grande placer para ella al momento de dejar este mundo, pero en estos momentos se estaba planteando que una repentina sería lo más conveniente, especialmente si estas pudiera ocurrir antes de que Enid despertara.

Nunca en su vida pensó que se estaría planteando qué hacer o cómo escapar de cierta persona luego de ...no tener ni remota idea de por qué había actuado de esa manera. Tragó saliva, vio al frente y solo se consiguió a Dedos que parecía disfrutar de la situación, verla allí sin poder mover ni un solo músculo porque la loba alcohólica de su roomie no la dejaba ir.

Por alguna razón, aunque estuviera profundamente dormida, su agarre no era para nada suave, y tampoco un pequeño abrazo, la tenía completamente rodeada y pegada a ella, haciendo que sus posibilidades de salir de allí fueran nulas y tuviera que solo tener paciencia a que ella despertara, algo que no sabía cómo enfrentar después.

Enid había bebido, no una cerveza sino muchas, se suponía que despertaría posiblemente con resaca y sin recordar nada, no le pasaría por la mente que anoche ella claramente había actuado de una forma desvergonzada y sin autocontrol propio, el tema es que ella no había bebido, no estaba alcoholizada ¡Y aun así se había atrevido a...!

De haber sabido esto antes, si hubiese tenido una visión como advertencia, le hubiese pedido a Enid que no le salvara de Tyler. Sí, habían destinos peores que la muerte.

Finalmente tras un rato, Enid parecía que finalmente se despertaría, aunque en vez de soltarla, la abrazó con más fuerza atrayéndola a su pecho, como si la estuviera confundiendo con un peluche. Enid fue abriendo sus ojos poco a poco, dándose cuenta que aquello que estaba abrazando no era precisamente su almohada.

Se alejó de inmediato, cayendo de la cama.

—¡Lo siento, lo siento, lo siento! — Dijo sin parar hasta que se llevó la mano a la cabeza, por lo visto sí que se había ganado una resaca.

—¿Por qué exactamente te estás disculpando?— Respondió Merlina estirándose un poco ya que todo su cuerpo estaba acalambrado.

Enid veía a todas partes buscando una salida, Merlina se había levantado de la cama y había comenzado a avanzar hacia ella.

—¿Por emborracharte y hacerme lidiar con ese desastre luego?— Siguió avanzando, Enid rogaba que el cuarto fuera eterno— ¿Por violar mi regla de cero contacto físico todas las veces que quisiste?— Y siguió retrocediendo como podía aun tirada en el suelo— ¿Quitarme mi cama? ¿Abrazarme toda la noche? ¿Los calambres por no poder moverme?

Había chocado con su cama, Merlina se encontraba frente a ella y no le gustaba para nada la mirada que le estaba dando. Podía jurar que quería comprobar qué tan bueno era el factor curativo de un lobo, porque podía leerlo en su cara.

—¡No lo sé!—Dijo rápidamente inclinando su cabeza hacia el suelo en forma de ruego— No recuerdo mucho, pero por lo que dices terminé molestándose...lo siento.

—¿En serio no recuerdas?— Dijo con un tono menos severo, más de curiosidad, una especie de decepción y alivio.

—Solo sé que discutíamos, seguramente era yo diciendo alguna estupidez o algo.

Merlina no dijo mucho, la verdad es que aquella discusión no había sido por una estupidez, aunque ella no comprendía mucho de los sentimientos y emociones de los demás, intentaba poder comprenderlas mejor aunque fuesen un dolor de cabeza, al menos con Enid quería hacer un esfuerzo.

La verdad era que no tenía la energía ni paciencia para hablar sobre todo lo que había ocurrido esa noche, menos todavía traer a la memoria de Enid lo que había ocurrido tras esa discusión entre ambas, esa era su intención, pero la chica tenía buen ojo para los detalles, al menos con ella.

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