Tiempo de Vals (1)

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Generalmente cuando no encontraba a Enid en la habitación, es porque seguramente estaba en el balcón, lo cual solía suceder de noche que era el momento en el que salía para ver el cielo nocturno, así que al no encontrarla fue hasta allí, en donde la vio con una mirada distinta a la que solía tener cada vez que estaba allí.

Por lo general no preguntaría, ni se molestaría en indagar sobre lo que sea que estuviera pasando por su mente, ya había dicho en muchas ocasiones que ella no se llevaba con las emociones y Enid era todo un desborde de ellas, pero aun así con su rechazo a estas dar un paso atrás e ignorarla no era algo que le resultara sencillo, porque por algún motivo si se trataba de esa chica no podía solo darle la espalda.

—¿Mal día?— Y con aquellas palabras, Enid dio un pequeño salto, sorprendiéndose por la presencia de su compañera, quien en realidad no es que hubiese sido silenciosa.

—Lo siento, yo...no te oí entrar.

—Usualmente no estás tan distraída— Comentó colocándose a un lado de ella en la terraza—¿Están doliendo nuevamente?— Indicó en relación a las cicatrices.

—No, no me han molestado— Dijo con una pequeña sonrisa, aunque Merlina solía ser bastante fría e inexpresiva, siempre que le preguntaba en relación a las cicatrices, su rostro cambiaba, se teñía un poco de culpabilidad, y aunque no fuese el sentimiento que quisiera ver en ella, le generaba cierta ternura que fuese ella la que podría provocar esos cambios en la temple de acero de esa chica— Pero si hay algo en lo que estaba pensando, sí es lo que te preguntas.

—Me lo pregunto porque cuando tienes un problema lo piensas demasiado y eso hace que te vuelvas un desastre.

—Gracias por el cumplido al final.

—Solo digo, que puedo escucharte.

—¿Qué?— Soltó de inmediato ante la sorpresa— ¿Lo dices en serio? ¿Qué me escuches en plan como dos amigas que se dicen sus miedos y temores para así superarlo juntas...?

—No es una noche de chicas— Se apresuró a decir mientras la callaba colocándole la mano sobre su boca, había aprendido que Enid nunca paraba de hablar pero sorpresivamente cuando Merlina mandaba al diablo su ley de cero contacto por algo de paz mental, ella se callaba al instante— ¿Entendiste?

—Sí— Dijo calmadamente, como un pequeño cachorro al que su amo le acaba de dar una orden.

—No voy a poder ayudarte, es lo más seguro, pero ...

—No te preocupes, que ya hayas preguntado significa mucho viniendo de ti— Contestó, aunque con una sonrisa, Merlina volvía a ver esa que no parecía del todo natural, sino una que tapaba algo más, una tristeza extraña que no parecía ser de Enid— Es sobre esto.

Enid buscó en su bolsillo y sacó su celular, mostrándole una foto de una chica. que por lo visto también era hombre lobo, debajo de la foto podía leerse la descripción de que estaba invitando a muchos a lo que sería su fiesta por enlobarse.

—¿No puedes ir?

—No es eso, realmente no conozco a la chica, pero uno de mis hermanos va a ir y me comentó sobre ella.

—¿Y qué es lo que te molesta?

—Verás, para nosotros es muy importante enlobarnos, como ya te dije una vez, la cosa es que por lo general esto ocurre a los trece o catorce años, muy raramente a los quince.

—¿Y qué tiene que ver con una fiesta adolescente?

—Que cuando nos enlobamos lo celebramos en ese próximo cumpleaños, para nosotros es como empezar nuestra vida como lo que somos, algo así como cuando los humanos hacen su fiesta de quince años. Sé que te pueda sonar ridículo, pero es importante para nosotros y lo celebramos a lo grande, pero es algo que yo no tuve.

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