los protagonistas descubrirán una nueva versión del amor en sus vidas y aprenderan lo que este conlleva.
Una historia creada por Eternal Beauty y por mi (Kari Uchiha)
¡espero que disfruten esta historia tanto como nosotras disfrutamos haciendola!
Intento huir. Está todo oscuro. Mientras corro algo me persigue. La desesperación del momento me hace respirar más rapido de lo normal. Mi pulso se acelera y no encuentro escapatoria.
A mi alrededor oigo voces, todas juzgandome. Todas gritandome.
-¡ASESINA!
-¡NO! ¡Soy inocente! ¡Dejenme en paz!
Todos los gritos eran iguales. Intentaba seguir escapando. Pero, pareciera que estuviera corriendo en un infinito, en un eterno tiempo continuo que parecería jamás tener fin.
De pronto: como un rayo de esperanza en medio de tanto caos. Oigo una voz familiar llamándome. Una voz que con calma me inducía a seguirla.
-Kari..
No tardé mucho en alcanzarla. Y cuando al fin lo logré, todo se iluminó.
Una suave brisa fresca acariciaba mis mejillas lograndome dar el oxigeno que necesitaba en esos momentos.
Mis ojos, aún seguían vendados, por lo cual la luz que distinguí era solo un sueño.
-¡Ahh!
Desperté de mi pesadilla con sobresalto. Me sentía sucia, culpable y agobiada por los hechos de mi pasado.
Mi respiración era agitada, aún seguía presente la sensación de asfixia. Hasta que, sentí la mano ajena posandose en mi hombro derecho.
-Señorita Kari. Estaba usted teniendo una pesadilla. ¿Se encuentra bien?
Su voz. Su voz fue la salvadora. La que trajo mi conciencia de regreso a mi ser. Él fue el dulce angel que regresó la paz que había perdido.
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Luego de calmar mis nervios y lograr estabilizar mi agitada y pesada respiración hablé:
-Si, gracias, Sasori.
Aunque no pudiera ver, sentía de alguna u otra forma la mirada serena del mayor sobre mi. Además, por los sonidos del bosque, el ligero calor y un travieso Tobi jugando de fondo, podía deducir que ya era de día y que mi tortuosa noche había terminado.
-Tiene algo de fiebre, es posible que su pesadilla se deba a eso.
Al estar completamente calmada, sentía despegar su mano de mi hombro y luego oí al mayor enfrente mio levantarse. ¿Cómo lo sé? No lo sé. Lo deduzco. El sonido de la tierra pisada, el cambio del aire y la lejanía de su voz la cual sentía no enfrente mio sino que, más arriba, me hicieron pensar que posiblemente él se hubiera levantado.
-Sasori, no me trates de usted. Me siento vieja.
Esa excusa era una notoria mentira, y no pensaba negarlo. Fue más una pequeña mentira bromista. En realidad lo que quería decir, aunque no me animé, fue que cuando él me hablaba de aquella forma sentía un abismo separandonos.
