Desde la distancia.

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Universo de Harry Potter.
No hay momento en específico.

***

Los estudiantes de Gryffindor y Slytherin, estaban en su clase compartida de pociones. La cual era impartida por el profesor Snape.

Los estudiantes murmuraban algunas cosas, otros más aplicados, tomaban nota de todo lo que decía el profesor, y otros, se dedicaban a mirarse entre ellos.

Harry Potter, estaba sentado con su amiga Hermione Granger, la chica se la pasaba tomando notas sin descansar muy concentrada en la clase.

Harry, por otra parte, tenía apoyada su cabeza en un puño, y en vez de prestarle atención a Snape, se dedicaba a mirar a cierto Slytherin rubio.

Algunas veces, cuando Harry sentía que Draco iba a girarse hacia su dirección, quitaba la mirada rápidamente y fingía estar tomando notas, cuando solo estaba copiandose de su amiga y trataba de que las mejillas no se le tiñeran de rojo por la vergüenza.

Uno de sus pasatiempos favoritos era admirar los cabellos rubios de Draco, ver cómo brillaba ligeramente con la poca luz de algunas pociones. También admirar sus ojos azules grisáceos, un color muy hermoso que hacia ver a Draco más atractivo de lo que ya era. Ver y detallar todas su facciones para guardarlas como un tesoro en su memoria.

¿Le gustaba Draco? Sí, desde hace mucho tiempo, pero era algo que no iba a admitir en voz alta.

Por otra parte, Draco Malfoy miraba de reojo al pelinegro, a veces, si tenía suerte, lo pillaba desprevenido viendolo.

Le encantaba ver cómo Potter se esforzaba porque no se sonrojara, aunque ya estuviera rojo como un tomate.

Sí, Harry Potter era un chico demasiado tierno y atractivo.

Lo que más le gustaba a Draco de Harry, eran sus ojos, sus verdes ojos esmeralda. Eran tan hipnotizantes, tan atrayentes, gritaban por todas partes «¡mírame! Quédate enganchado en mis ojos para siempre». Y desgraciadamente, Draco había caído en el hechizo de esos hermosos ojos esmeralda.

¿Le gustaba Harry? Mierda, sí. ¿Quería besarlo y otras cosas que era mejor no decir para conservar un poquito de su dignidad? Todo el tiempo.

«Ojalá él sintiera lo mismo.» Pensaron los dos jóvenes, sin saber que el sentimiento era correspondido.

¿Cuando dejarían de admirarse desde la distancia y empezarían a hacerlo desde la cercanía y la confianza?

¿Cuando se dirían a los ojos que se amaban más que nada?

Era algo que solo ellos podían decidir.

FIN DEL ONE-SHOT.

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