Jack, oh querido Jack.
Esas eran las primeras palabras que pasaron por mi mente al despertar, estaba siendo una puta sumisa, joder podría haber muerto y lo aceptaría mejor que esto.
Sí, nos interrumpieron, el chiringuito se fue a la mierda, eso si; no llegaron a abrir la puta puerta, desde ese día Jack utiliza pestillo.
Los días eran grises, entrenamientos y pocos encuentros con Jack, me gustaría saber donde pasa el resto del día ese cabrón. No tiene pinta de ser vago ni mucho menos, al menos en el sexo no lo es.
A Harrington no lo había visto más desde la noche en la que me buscó, ¿se lo habrá cargado para que no nos delate?; Jack es capaz de todo, simplemente es Jack.
Estos pensamientos pasaban por mi cabeza mientras me duchaba, el único momento donde mi mente estaba un poco en paz, estaba completamente sola, al menos, eso parecía.
-Joder, como está la tía de buena- escuché a una distancia favorable para saber que me estaban espiando desde unos 3 o 4 metros.
Babosos, inútiles y con mucho que perder, entre esas cosas estaban sus vidas.
Oía como se acercaban de manera no silenciosa, al parecer para ellos parecía que estaban en misión imposible, he oído explosiones más silenciosas que esos tres.
-Hola nena, ¿Nos podemos unir a tu ducha?- Dijo uno de los tres, supongo que el más espabilado; me reí mentalmente, me daban pena, pobres chicos abandonados por sus familias.
Lo primero que tenía que hacer era despistarlos, era una genio en esto.
- No sabéis la falta que me hacéis chicos - Sonreí y me giré, ¿pudor?¿vergüenza? Eso ya no formaba parte de mi.
Como supuse, se quedaron flipando, y no solo con mi cuerpo también con mi actitud.
Después procedí a darles unos ¨golpecitos suaves¨ que nos les vendrían mal.
Con ¨golpecitos suaves¨ me refiero a un cabezazo en la nariz al chico de la izquierda, patada en los huevos al chico del medio y por último aunque no menos ¨suave¨ traumatismo contra el grifo de la ducha al chico de la derecha.
-Esa es mi muñeca- escuché por esos anticuados altavoces de cárcel, no pude contener mi sonrisa; posteriormente terminé mi relajada ducha al grito de:
-Cuando quieras puedes recoger a estos inútiles y comunicar sus muertes a sus familias-
Me puse el uniforme y seguí con mi día gris que ahora era más blanco que nunca.