Por Bethany Beal
Me miré en el espejo y supe exactamente lo que hacía falta. Másdelineador. No me refiero a una delicada línea alrededor de los ojospara acentuarlos. No. Me refiero a la cantidad de delineador que me hacíaver como un mapache. Me refiero a cantidades exorbitantes por encima ypor debajo del ojo. Me refiero a tal cantidad de delineador que unobservador podría literalmente confundirme con un mapache.
Sí. Ese era mi look indispensable en la secundaria
Yo me desvivía por la atención de los chicos. Ansiaba sentirme y vermehermosa. Deseaba con todas mis fuerzas que se percataran de mi presencia.Anhelaba ser una mujer deseable. Anhelaba la satisfacción interior que a miparecer me procuraría la belleza externa. En mi mente adolescente, mimanera de llamar la atención y mi intento por verme hermosa era aplicarmegrandes cantidades de delineador.
Años después, a principios de mis veinte, no había cambiado mucho. Sí, aesas alturas había dejado de usar delineador, pero mi anhelo interior deverme hermosa a los ojos de los demás seguía vivo. Tenía el mismo corazónvacío con una nueva estrategia para intentar llenarlo. En lugar de pintarmecon delineador, ahora estaba obsesionada con tener una piel perfecta. Nopodía aceptar el acné y las imperfecciones en la piel. En lo profundo de micorazón creí la mentira de que tener una piel tersa me haría más valiosa.
Creí que eso me haría valiosa a los ojos de los demás. En especial de loshombres
Nunca olvidaré el día que me miréen el espejo y noté que había variosgranos alrededor de mi boca y en elmentón. Me incliné para ver mejor ypara evaluar el daño. Recuerdo que mesentí muy enojada de tener un brote.En ese momento, empecé a temer deinmediato lo que mis amigos podríanpensar de mí. ¿Qué pensarían loschicos? Me preguntaba si ellos iban apensar que yo no era tan bonita a causade los brotes. Me preguntaba si me querrían menos. Me preguntaba incluso si desearían ser mis amigos. Permitíque una mentira del enemigo entrara en mi mente. Me dejé convencer deque mi valor dependía por completo de mi apariencia externa y de lo quelos demás pensaran de mí.
Por fortuna, Dios en su gracia no me permitió seguir dominada por esostemores. Dios me permitió dejar a un lado mis inseguridades por unmomento y me recordó que era su hija. Me recordó que nadie podía añadirni quitar valor a mi persona. Volví a mirarme en el espejo y pensé: "Si misamigos no me quieren porque tengo un brote en la piel, no son amigosverdaderos. ¿Qué amigo valora a una persona por algo tan superficial comoun grano?". Ese momento frente al espejo fue uno de mis primeros pasoshacia una libertad duradera. Dios me dio la fortaleza para encontrarme conmis amigos y disfrutar de la noche sin temer lo que pudieran pensar de mí.Entregué mi apariencia a Dios e hice mi mejor esfuerzo por confiar en queÉl me amaba con o sin granos.
En los años posteriores a ese episodio de acné juvenil, empecé a leer laPalabra de Dios de manera más consciente. Empecé a escuchar con másatención la sabiduría de mis padres y de mis consejeros. De manera lenta, pero segura, empecé a entender mejor y a creer que mi valor nada tenía que ver con la aprobación de los hombres, los amigos o los compañeros, y, en cambio, tenía todo que ver con el valor que Dios ya me había otorgado comohija suya.
Mirar en retrospectiva aquellos años en los que luché por lograr "el lookperfecto" me produce a la vez tristeza y gozo. Tristeza por haberdesperdiciado tanta energía buscando soluciones inútiles para alcanzar unvalor duradero. Y gozo porque he progresado tanto y he descubierto cuatroverdades poderosas que han transformado mi vida y mi perspectiva sobre labelleza y sobre mi valor como mujer. Sé que el tema de la belleza es unalucha para muchas jóvenes, si no la mayoría. Parece que el logro del "lookperfecto" ha sido una seria obsesión para las mujeres a lo largo de lahistoria y en todas las culturas. No obstante, muchas hemos aprendido, porexperiencia personal, que este afán por alcanzar plenitud y satisfacciónmediante una apariencia perfecta no nos ha dado los resultados esperados.
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Joven Verdadera (firme en un mundo que intenta seducirte)
Spirituale¿Hacia dónde va encaminada tu vida? El mundo te invita a dejarte llevar por su ola de placeres hasta arrastrarte a la destrucción, pero Dios te llama a hacer todo lo contrario. Su voluntad es que permanezcas firme en Su verdad, ¡Él te ha provisto to...