Prólogo

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—No te atreves... —su voz estaba temblando. Sentía nervios recorrer su cuerpo al verla tan distinta.

—Oh, cariño, no sabes de lo que soy capaz —una son-risa iluminó el rostro de Isabella.

El arma entre sus manos brillaba con la poca luz que iluminaba el cuarto. Esteban tenía gotas de sudor recorrién-dole el rostro lentamente. Su corazón latía fuerte, su cuerpo comenzó a temblar.

—Isabella, piensa un momento, ¡razona por el amor de Dios! —sus manos trataban desesperadas de arrancar su pro-pio cabello de una sola vez. Isabella rio sarcástica.

—He razonado durante mucho tiempo, Esteban. Una cosa muy distinta es que tú hayas imaginado un final feliz a mi lado —el gatillo estaba a escasos milímetros de sus dedos; Esteban dio un paso hacia ella. —¡No te muevas! No des un paso más, Esteban. Te juro que te mato antes de lo planeado.

Esteban retrocedió inconsciente. Isabella se acercó a pasos tardos hasta él y bajó el arma a la altura de su cadera

derecha. Lento y con sutileza se deshizo poco a poco del sudor en el rostro de su presa con la palma de su mano izquierda, a la vez, fue subiendo el arma sin que él se diera cuenta.

—Isabella... —sus palabras eran apenas audibles para ambos. Un golpe le dobló el rostro en cuestión de segundos. El arma estaba apuntando directamente en su sien. Esteban parpadeó y tragó saliva.

—Prepárate para decir tus últimas palabras... —murmuró y le regaló una tierna sonrisa.

HAVEN: No todo es lo que parece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora