Capítulo 6.

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—Esteban, déjame explicarte... —él entró cerrando la puerta estruendosamente. No la miró siquiera y entró a la habitación; Isabella lo siguió con su cuerpo invadido por los nervios. —Si me dejaras explicarte evitaríamos una discusión...

Lo dijo casi en un susurro, con la voz entre cortada. Ella no sabía qué hacer en este tipo de situaciones; carecía de experiencia en el amor, y aún más en momentos problemáticos. Su orgullo y terquedad terminaban por mandar todo a la deriva.

—¿Quién era él? —los ojos de Esteban se tornaron un poco más cafés; en su mirada se podía notar su rabia, pero sobretodo la incertidumbre.

—Es un compañero del trabajo... —Isabella apenas pudo pronunciar sus palabras; la garganta comenzó a arderle.

—No sabía que fueras tan sociable —sonó sarcástico. Ella sintió una punzada fuerte en el pecho.

—Esteban, por favor... —se acercó un poco más a él, sin saber bien qué decir. Esteban la miró fijo a los ojos.

—Sólo te pido que seas sincera conmigo.

Ella tragó saliva; pensó las cosas y abrió su boca al instante.

—Su nombre es David, y forma parte del equipo de trabajo. Es el jefe. Trajo consigo unos documentos que era necesario que firmara hoy mismo para poder cerrar mi contrato.

La mentira salió de su boca de una manera tan natural y fluida que Esteban no tuvo oportunidad de dudar siquiera.

—Lo único que no termina de concordarme es por qué no pudo llamarte para que regresaras a la oficina o decírtelo cuando estabas ahí.

—Lo olvidó en ese instante, no soy la única que entrará a la empresa —fingió una risa. —Además, dijo que aunque me marcase, hubiera sido imposible que yo llegara antes de que las oficinas cerraran —él la miraba fijo. —Yo lo veo como un indicio de que quiere que forme parte de la empresa.

Fingió una pequeña sonrisa para concluir la historia. Esteban se acercó a ella y la abrazó fuerte.

—Perdóname... —susurró en su oído. —Los celos me traicionan al imaginar que alguien está rondándote —Esteban no se equivocaba.

—Pero es sólo mi jefe... —Isabella mintió cínicamente.

—Para mí cualquier hombre que esté cerca de mi novia es competencia. Sé que tú me amas y que no debo dudar de ti, pero eso no significa que no deba dudar de los demás. Te quiero sólo para mí y trato de proteger lo que es mío.

—Descuida, Esteban, nada malo pasará, créeme —ésta vez lo abrazó ella a él. Se aferró a su pecho de una manera increíble. Por fin se sintió tranquila.

—Confío en ti, princesa —la besó en los labios. Ella se alejó un poco de él para cesar el beso.

—¿Cómo te fue con las medicinas? —el rostro de Esteban se iluminó.

—De eso quería hablarte. Ven, siéntate y prepárate para una muy buena noticia.

Isabella lo siguió y se acomodó sobre el borde de su cama. Esteban estaba parado frente a ella, con las manos entrelazadas frente a su rostro.

—¿Y bien? —preguntó nerviosa y ansiosa a la vez.

—Vendí todo.

—¿Qué? —Isabella se puso de pie y sonrió incrédula.

—¡Vendí todo! —extendió los brazos e Isabella corrió a envolverse en ellos.

—¡Esteban! Eso es... —la emoción estaba apoderán-dose de ella. —¡Es increíble!

HAVEN: No todo es lo que parece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora