capítulo seis.

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Al fin había llegado. Cada semana le estaba resultando una eternidad. Tenía algo por lo que esperar cada día. Su madre siempre iba al centro comercial por la mañana, pero ese día su madre, la abuela de Iván, le había pedido como favor que la acompañara a la peluquería, por lo que tuvo que posponer las compras hasta después del almuerzo. El pelinegro estuvo con expresión de enojo toda la mañana y no habló en ningún momento.

Silvia se disculpó con él, aunque creía que el ser caprichoso y no tan sólo un niño conformista, también era algo bueno de vez en cuando. Una vez terminado el almuerzo, Silvia lavó los platos y se dirigieron al centro comercial.

Iván ni siquiera estaba seguro de los horarios en los que Rodrigo se encontraba atendiendo. Lo ponía muy nervioso el simple hecho de pensar que sólo trabajara de mañana y por ende no verlo el día de hoy. Para su suerte, al llegar, Rodrigo se encontraba allí.

Se adentró en aquel local que comenzaba a conocer de memoria. Cada vez un poco menos nervioso con respecto a la gente alrededor, pero no podía decir lo mismo con respecto al chico que siempre se encargaba de atenderlo. Lo vio venir hacia él y tomó un CD al azar.

-"Bienvenido a MusicWorld, Iván"- dijo sonriente cuando estuvo lo suficientemente cerca de él. Recordaba su nombre. Se sintió tan especial que no sabría como describirlo con palabras -"Que gusto volver a verte"- el rostro de Iván permanecía inmutable por fuera, pero su mente gritaba internamente -"Creí que siempre ibas a venir en las mañanas, y bueno, me equivoqué"- río un poco y eso fue música para los oídos del alto -"Si lo pensas está re bueno eso"- Iván escuchó eso y el enojo que había tenido durante toda la mañana se esfumó, desapareció en sólo un momento -"Así podemos seguir la plática del otro día, no? Bueno, si no tenés prisa y querés"- Iván negó repetidas veces.

-"Y supongo que ya debes haber almorzado"- el pelinegro asintió -"¿Querés venir y me acompañas mientras almuerzo? Te juro, me estoy muriendo de hambre boludo"- Iván asintió una vez más.

Era como si Rodrigo no fingiera simpatía con él sólo por ser cliente frecuente de su lugar de trabajo, era como si realmente le agradara. El castaño le hizo una seña para que lo acompañara, y entraron en la puerta detrás del mostrador. Donde siempre envolvían las compras de la gente.

Era un espacio bastante amplio. Contaba con un baño para los empleados, una pequeña cocina, una mesa que tenía algunos papeles encima, tres sillas alrededor de ésta, una pizarra sobre la pared en la que se encontraban pegados varios post-it's de colores con distintos recordatorios.

-"Te podés sentar si querés"- le dijo amablemente mientras se dirigía a la pequeña heladera, tomando un recipiente con sándwiches en él. Él le hizo caso, se sentó en una de las sillas, Rodri se sentó junto a él en otra -"¿Querés uno? Los hizo mi mamá"- Iván negó con la cabeza.

Le hubiera encantado tomar uno, pero aún estaba satisfecho. Vio como el bajito comenzó a devorar su sándwich. Al parecer en verdad tenía hambre. Se había quedado embobado observándolo. Cuando notó como Iván lo miraba con suma concentración y luego de terminar su segundo sándwich lo miró.

-"¿Te gusta verme comer?"- preguntó divertido y bebió un sorbo de su gaseosa. Iván quedó estático. No sabía que responderle. Si decía que sí, quedaría como una clase de acosador enfermo. Si decía que no, cabía la posibilidad de que Rodrigo se ofenda. El castaño notó el pánico en sus ojos -"Tranqui boludo, era una broma. Siempre hago ese tipo de comentarios sarcásticos y estúpidos. Perdona si soné rudo"- Iván negó con la cabeza indicándole que no había sido su culpa.

-"Sos muy tímido ¿Verdad?"- Iván sólo lo miró fijamente algo asustado, temía que se diera cuenta de su maldito problema y dejara de hablarle -"Creo que te he escuchado decir como dos palabras en cuatro semanas, nomás. Me parece injusto. Tenés una voz re linda, es un desperdicio que no la uses más seguido"- el pelinegro no hacía más que mirarlo sorprendido.

-"Mirá, te propongo algo, vos venís a visitarme todos los sábados, y yo te ayudo con tu problema de timidez. A menos que sea yo la única persona con la que no hablás mucho"- Iván negó.

-"Bueno entonces, que te parece si empezas por dejar de asentir y negar todo el tiempo con tu cabeza. No es como que me moleste, te ves re tierno cuando lo hacés, pero es sólo responder con un par de palabras de dos letras cada una. No es tan complicado. ¿Qué decís?"- Iván asintió con la cabeza y Rodrigo dejó escapar una pequeña risa -"Esto va a estar medio zarpado"- dijo rascando su nuca -"¿Posta querés hacerlo?"-.

No era nada que no hubieran intentado con él, distintas personas, con distintos métodos, durante años. Lograr que hablara como una persona normal. Todo había sido inútil. Un porcentaje de los profesionales lo atribuían en su totalidad a su enfermedad, pero otro porcentaje lo relacionaba con la poca fuerza de voluntad que Iván ponía de su parte en poder mejorar.

Y ahora estaba Rodrigo acá frente a él. Sonriéndole. Queriendo ayudarlo sin que nadie se lo haya pedido. Sin pedir nada a cambio. Sin saber cuál era el problema de Iván. No podía negarse. No quería decepcionarlo. No a él. Estaba a punto de asentir con su cabeza por simple reflejo pero se detuvo -"Sí"- respondió finalmente con la vista clavada en el suelo.

Cuando volvió a subir su mirada se encontró con la imagen de Rodrigo, con el codo apoyado en la mesa, la cabeza recargada en su mano derecha y una sonrisita que hacía que sus ojos se achicaran un poco -"Con esa son tres palabras ya"- dijo sin dejar de sonreír.

Una simple palabra y podía verlo sonreír así. Tal vez si se esforzaba por cambiar, lo lograría. Si la recompensa era que Rodrigo se alegrara por eso, definitivamente valdría la pena.

La puerta se abrió, era una de sus compañeras de trabajo. La chica rubia y alta. Entró con una caja en sus manos que a juzgar por la fotografía, tenía dentro un parlante. Cortó un pedazo grande de papel azul, el mismo con el que Rodri envolvía semana tras semana sus CDs, lo sostuvo con cinta adhesiva todo en su lugar. Salió de allí con el paquete ya envuelto.

-"Ella es Micaela. Es agradable. Fue con quién primero hablé al comenzar a trabajar aquí. La otra chica se llama Camila. También es muy agradable, ella tardó más tiempo en hablar conmigo. Es un toque más tímida. Creo que le gusto, pero yo no la veo como algo más que una amiga"- Iván no supo bien el porqué. Pero el saber que Rodrigo le gustaba a una de sus compañeras lo hizo sentir molesto.

-"La puta madre"- susurró este desilusionado en su voz al ver el reloj -"Tengo que volver al trabajo"- Guardó el resto de la comida y la bebida en la heladera. Salieron de la habitación y efectuaron la compra como de costumbre -"Que disfrutes la compra. Te veo pronto, Iván"- se despidió amable y con una sonrisa tan bonita, que despertó un extraño revoloteo en el estómago del pelinegro.


𝙚𝙡 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙘𝙙'𝙨 ★ 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora