capítulo doce.

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-"¿Quién poronga está cantando a los gritos"- preguntó Hugo sonriendo. Él y Silvia se encontraban caminando, pasando por enfrente de la sección de juegos del segundo piso del centro comercial cerca de los restaurantes.

-"Ni idea amor, pero re lindo igual"- Respondió ella tratando de divisar con la mirada de donde provenían los cantos.

Pronto sus ojos se fijaron en un muchacho castaño, que sonreía alegremente, al parecer era él quien cantaba. Pero rápidamente su atención pasó a la persona que estaba frente a él. Un chico de cabello oscuro idéntico al de su hijo.

-"Hugo, es Iván"- susurró ella.

-"Estás re loca. Iván no canta"-

-"No, o sea, eso no"- susurró y tratando de que también él bajara el volumen de su voz -"Iván está con el pibe ese que está cantando"- El hombre dirigió su mirada hacia el mismo punto que su esposa y vio a lo que se refería.

Su hijo estaba de espaldas a donde se encontraban ellos así que no podía verlos. Y el otro muchacho si los veía, pero no sabría quienes eran así que no les daría importancia.

-"Vení, vamos más cerca"- dijo ella en voz baja, él estuvo de acuerdo. Caminaron hasta estar un poco más cerca de ellos, lo suficiente para escuchar un poco de la conversación, siempre con cuidado de estar a espaldas de Iván y no entrar en su campo visual.

-"¿Seguro que no querés de mis papas?"- preguntaba el castaño mientras devoraba cada porción de comida.

-"No, gracias"- Sus padres que escuchaban a unos metros de distancia ya no tenían dudas. Esa era su voz. Era él.

-"Ah, ya sé"- dijo el otro, haciendo un chasquido con sus dedos -"Adiviná que animal soy"- el pelinegro frunció el ceño mientras veía como Carre tomaba dos papas y las colocaba en su boca, una en cada comisura y éstas quedaban hacia debajo de su rostro.

-"¿Una morsa?"- Iván sonrió ante la ocurrencia.

-"Exacto"- luego de quitarse ambas papas fritas de la boca, comió una de ellas y la que quedaba la apoyó en medio de su frente, haciendo que quedara hacia arriba, en ángulo -"¿Qué soy ahora?"-

-"Un unicornio"- Iván no podía dejar de sonreír.

-"Bueno... sos muy listo. Pero este no lo adivnás ni en pedo"- llevó la papa desde su frente al espacio entre su nariz y su boca, la colocó de manera horizontal, sosteniéndola con sus labios.

El pelinegro se quedó pensativo unos momentos tratando de adivinar y admirando el rostro gracioso de Carre.

-"Ni idea"- se dió por vencido.

-"Un pelado con bigote era"- dijo mientras comía su papa.

-"Eso no es un animal"-

-"Eso es lo que vos pensás"- Iván no podía contener la risa. Simplemente no podía. Nunca es su vida se había sentido tan feliz. Rodrigo además de ser perfecto era un completo idiota, nadie lo hacía sentir como él.

Silvia lo oyó reír y las lágrimas comenzaron a descender por su rostro. Se sentía demasiado orgullosa, tan inmensamente feliz y dichosa. Su pequeño estaba riendo como nunca en su vida. Tomó a su esposo del brazo y se dirigieron a la sección de los baños, estaba hecha un desastre.

-"¿Querés que te acompañe a tu casa?"- preguntó Carre una vez que había acabado con toda su comida. El pelinegro sintió un escalofrío de pura emoción, pero tuvo que negarse.

-"De hecho tendría que buscar a mis viejos"-

-"Ah, bueno, entiendo. Capaz otro día"- contesto el castaño sonriendo -"Nos vemos el próximo sábado Iván"- se despidió cariñosamente.

-"Sí"- dijo él intercambiando el último par de sonrisas de la tarde y viéndolo marcharse.

Iván dio un suspiro. Ese chico era pura perfección. Un vez que lo perdió de vista se puso a buscara sus padres. Los encontró fuera de los baños. No muy lejos del restaurante donde ellos se encontraban momentos atrás.

Cuando llegó hasta ellos pudo observar como su padre tenía una sonrisa de orgullo adornando su rostro y su madre tenía los ojos brillosos junto con una sonrisa de emoción. Él frunció el ceño confundido. Lucían extrañamente felices, mucho más de lo que acostumbraban.

-"¿Te la pasaste bien hoy, hijo?"- preguntó Hugo.

-"Sí"- respondió el chico con una pequeña y tímida sonrisa al recordar los momentos que pasó con Carre.

-"Me alegra mucho escuchar eso, corazón"- dijo su madre al borde de las lágrimas.

-"¿Cómo? ¿Estás segura de eso Silvia?"-

-"Es lo que te estoy diciendo Esthela. Lo vi con mis propios ojos. Hugo estaba conmigo, los dos lo escuchamos reír"-

-"¿Y cuándo fue la última vez que Iván se rió?"-

-"No me acuerdo, pero fue hace un montón, cuando era muy chico"-

-"Las personas que padecen el tipo de problemas que Iván tiene evolucionan muy lentamente, si es que logran hacerlo. Pero Iván en los últimos dos meses ha demostrado una evolución enorme ¿Tuviste algo que ver?"-

-"La verdad es que no. No sé cómo ayudar a mi propio hijo Esthela, lo hizo todo por su cuenta"-

-"Yo no estaría tan segura de eso Silvia, ¿Sabés que fue lo que provocó que riera?"- la madre se quedó en silencio unos segundos. Por supuesto que lo sabía.

-"¿Silvia?"-

-"Fue él"-

-"¿Él?"-

-"El chico de los CDs"-

-"¿Qué sabés de él?"-

-"No mucho. Trabaja en el centro. Iván va a esa tienda todos los sábados. Se llama Rodrigo me parece. El sábado pasado por un cambio de planes casi no vamos y te juro Esthela, que mi nene estaba al borde de un ataque de nervios"-

-"¿Vos conocés al chico?"-

-"Lo vi de cerca nomás. Lo escuché hablar boludeces. No parece una mala persona"-

-"Creo que ya somos personas adultas, Silvia, y no hace falta que te diga que Iván está sumamente interesado en este chico"-

Esas palabras fueron como un balde de agua fría. Ella lo sospechaba desde hacía tiempo, pero necesitaba que alguien se lo confirmara, y así fue.

-"Es lo que pensaba"- dijo dejando escapar un suspiro -"¿Qué me aconsejás hacer?"-

-"Y bueno, no hay mucho que hacer. Está re claro que sí Iván progresa es debido a su fuerza de voluntad, la cual requiere de un incentivo. Si le quitás el incentivo, probablemente vuelva a estar en el estado inicial o peor. Procurá que eso no pase"-

-"Entiendo"- contestó la madre. De todos modos ella lo apoyaría sin importar que.

𝙚𝙡 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙘𝙙'𝙨 ★ 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora