capítulo dieciséis.

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-¿Necesitás algo más?- le dice Rodrigo a Tomás con molestia fingida.

-"Parece que alguien ya quiere que me vaya"- contestó el otro divertido, una vez más siendo fulminado por la mirada del castaño -"Y no, esto es todo por ahora"- agregó tomando la bolsa con la gran y costosa guitarra dentro de su caja en su interior.

-"Hasta la noche, por favor decile a tu vieja que haga brownies, los suyos son los mejores de la provincia. Adiós Iván, un gusto conocerte. No olvides felicitar a Rodri"- gritaba mientras se retiraba del lugar.

-"¿Felicitar?"- Preguntó confundido mirando hacia la puerta que el otro castaño acababa de cruzar y luego dirigiendo la mirada con el ceño fruncido al bajito. Carre suspiró.

-"Al fin se fue. Hora de mi descanso"- Caminaron hasta la habitación detrás del mostrador, Iván  aún confundido y nervioso por las palabras de aquel chico. Siguió los pasos de Rodrigo hasta la pequeña cocina que allí se encontraba. Una vez que se detuvieron, Carre se volteó a ver fijamente a Iván con una pequeña sonrisa.

-"Hoy es mi cumpleaños"- Iván se quedó boquiabierto sin saber que decir. Él no sabía cuando era su cumpleaños y enterarse tan de repente fue como un baldazo de agua fría. Le sorprendía incluso más que cumpliera sólo dos días antes que él. Cuando logró salir de su asombro miró hacia el suelo con un pequeño puchero en sus labios

-"No te compré nada"- dijo apenado. El castaño creyó que moriría de ternura en ese momento. Iván no se daba una idea de cuan adorable podía resultar.

-"Na tranqui, está bien. No me tenés que comprar nada. Además, tú no sabías que hoy era mi cumpleaños"- Iván sólo pareció ignorar sus palabras. Pero de pronto pareció tener una idea. Tomó el gorro negro que cubría su cabeza con ambas manos y lo tendió hacia Rodri con sus manos temblando.

-"No boludo, no lo puedo aceptar"- respondió el castaño negando con su cabeza.

-"¿No te gusta?"- dijo Iván afligido.

-"Sí, obvio que me gusta. Me gusta desde la primera vez que te vi con él"-

-"Tomalo entonces. Es tu regalo"-

-"¿Estás seguro?"-

-"Sí"- Carre no podría resistir ninguna petición de Iván, con las manos temblando, el cabello desordenado por haberse quitado el gorro y los ojos de cachorro que tenía en ese momento. Se acercó a él tomando el gorro, rozando sus manos.

Se acercó un poco más y alzó sus brazos, rodeando sutilmente el torso y la espalda de Iván, posando su cabeza en su hombro mirando en dirección contraria a su cuello. Iván quedó petrificado sin poder corresponder al abrazo. Nunca nadie ajeno a su familia lo había abrazado, y aún así habían sido muy pocas ocasiones.

Odiaba el contacto con los demás. Pero Rodrigo era tan suave, transmitía tanta tranquilidad y confianza a pesar de ser hiperactivo y pasarla gritando.

El contacto con Rodrigo no le molestó desde el principio. No sólo no le molestaba. Le gustaba. Le gustaba mucho. El castaño se separó de él. Observándolo con una enorme sonrisa.

-"Muchas gracias, Iván. Me re gusta mi regalo"- dijo mientras que con sus dedos se encargaba de acomodar los mechones que el gorro había despeinado en el cabello de Iván.

-"Huele como vos. Supongo que cuenta como un regalo extra"- rió. El pelinegro se sentía morir. Cada toque de Rodrigo enviaba miles de ondas eléctricas a lo largo de todo su cuerpo. Logrando estremecerlo con simples y delicados toques. Se sentía un felino deshaciéndose en las caricias de su dueño.

-"Vení"- Se dirigieron hasta la mesa junto con las sillas. Una vez que el alto tomó asiento Rodri le dijo que aguardara unos momentos. Fue hacia la nevera y volvió con un recipiente bastante grande. Al abrirlo dejó a la vista una generosa cantidad de brownies en su interior.

-"Éstos son "los mejores brownies de la provincia" según Tomás"- citó sarcástico.

-"No es para tanto. Pero posta son muy ricos. Me encantaría que los probaras. Mirá"- dijo entregándole una de las porciones sobre un pequeño plato -"A este le puse tu nombre. Es el único que decoré yo"- Iván observó su brownie. Decía su nombre con una letra bastante bonita. No pudo evitar sonreír. Las demás porciones sólo tenían mensajes de feliz cumpleaños o dibujos y otras inscripciones.

El hecho de sentirse especial lo hacía sentir vivo. No sentirse especial por actuar como un idiota con la gente; sentirse especial de una bonita manera gracias a alguien, gracias a Rodrigo.

-"¿Y qué sería de un cumple sin esto?"- dijo animado, tomando dos pequeñas velas en formas de los números uno y siete, de una pequeña bolsa. Las colocó encima de su porción de brownie, asegurándose de que no caigan. Tomó un encendedor, prendiendo ambas velas. Se las quedó viendo largo rato.

-"¿Sabes? Se siente medio raro soplar las velas sin que alguien cante la cancioncita esta de feliz cumpleaños"- rió un poco. Iván se sintió algo culpable por eso. Comenzó a juguetear con sus dedos, nervioso. Mordía su labio. Y se retorcía incómodo en su asiento. Tal vez si hacía lo que pasaba por su mente en ese momento alegraría a Carre. Aunque existía una alta probabilidad de que arruinara todo. Pero como en cada ocasión que involucraba a Rodrigo, Iván hizo caso omiso a su mente y sólo se dejó llevar por lo que sentía en ese momento.

-"Que los cumplas feliz... "- comenzó a murmurar lentamente con un leve tono de melodía. Miraba fijamente un punto indefinido en la mesa. Sentía la mirada de Rodri clavada en él. Finalizó la canción y no se atrevía a dirigirle la mirada al castaño. Primera vez en toda su vida que entonaba una canción, por más breve o estúpida que fuera.

-"No puedo creer que hayas hecho eso por mí"- Iván alzó la mirada encontrándose con una expresión de emoción en todo el rostro de Rodri.

-"Los mejores regalos no siempre son materiales. Gracias, Iván, posta"-

-"Tenés que pedir un deseo"- dijo con una tímida sonrisa señalando las velas aún encendidas. El castaño observó el par de velas unos segundos, luego miró a Iván y sin despegarle los ojos de encima se acercó y sopló hasta que las diminutas llamas se extinguieron, dejando tras de sí un pequeño halo de humo desvaneciéndose en el aire.

Iván en verdad tenía curiosidad por saber que clase de deseo había pedido, pero conocía a la perfección el mito de que si lo dices, no se cumplirá. Tomó la pequeña cuchara, arrebatando un trozo del brownie. Lo probó y era simplemente la cosa más deliciosa que había probado jamás.

-"Tomás tiene razón"- dijo al acabar su porción.

-"¿En qué?"-

-"Los mejores de la provincia"- contestó y amigos chicos se sonrieron cariñosamente.

Iván llegó esa tarde a su casa. Con la típica bolsa de plástico con el CD dentro como cada sábado. Con el cabello bastante alborotado debido al viento en las calles.

-"Hola corazón"- saludó dulcemente su madre -"Que bueno que hoy si llegaste temprano. Estoy haciendo té ¿querés?"-

-"Bueno"- respondió mientras se limpiaba los pies en la alfombra de la entrada y se quitaba su abrigo. Su madre frunció el ceño.

-"Iván"- él la miró.

-"¿Dónde está tu gorro?"- El chico tragó saliva algo nervioso.

-"Rodri"- dijo desviando la mirada.

-"¿Rodrigo te lo quitó?"- Preguntó extrañada.

Iván negó rápidamente con su cabeza y se apresuró a hablar -"Yo se lo regalé. Hoy es su cumpleaños"-

-"Oh, eso es muy tierno de tu parte. Que casualidad que cumpla justo dos días antes que vos"- Dijo con una amplia sonrisa, aunque estuviera por demás sorprendida -"Te compraré otro"-

𝙚𝙡 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙘𝙙'𝙨 ★ 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora